La negociaci¨®n con la 'contra'
LA DECISI?N del presidente Daniel Ortega de aceptar una negociaci¨®n indirecta con la contra para concertar un alto el fuego en Nicaragua ha sido el hecho m¨¢s importante producido con posterioridad al 5 de noviembre, fecha fijada en el acuerdo de Esquipulas 2 para la puesta en marcha de las medidas que deben llevar al restablecimiento de la paz en Centroam¨¦rica. Tal decisi¨®n es acogida con satisfacci¨®n por todos los que desean una soluci¨®n pac¨ªfica del conflicto. Completada por la designaci¨®n del cardenal Obando como negociador -personalidad al que ni la contra ni EE UU ponen objeciones-, la decisi¨®n de Ortega es el cambio m¨¢s importante en la situaci¨®n de la zona. El tono de las reacciones de Washington se ha hecho incluso m¨¢s favorable.El Gobierno sandinista hab¨ªa dicho hasta fecha reciente que jam¨¢s negociar¨ªa con la contra, argumentando que ¨¦sta era un simple instrumento de EE UU. Tampoco estaba obligado a ello por el acuerdo de Esquipulas, que habla de "di¨¢logo con los grupos desarmados de la oposici¨®n interna". Sin embargo, como ha subrayado ?scar Arias, resultaba pr¨¢cticamente imposible llegar a un alto el fuego sin esa negociaci¨®n. No cabe duda que sobre Daniel Ortega se han ejercido fuertes presiones para que diese ese paso, incluso por parte de partidos y Gobiernos amigos. Ortega ha evitado el peligro de quedar aislado, y no s¨®lo internacionalmente: masas ampl¨ªsimas en Nicaragua desean la paz por encima de cualquier consideraci¨®n. Si se agrega esta decisi¨®n de negociar a medidas anteriores, como la reaparici¨®n de La Prensa, el balance de lo hecho por Nicaragua par a cumplir el acuerdo es claramente positivo.
Ha habido tambi¨¦n pasos importantes en otros pa¨ªses centroamericanos. En El Salvador, el presidente Duarte ha decretado -a pesar de que no hubo acuerdo con la guerrilla- un alto el fuego y una amplia amnist¨ªa. Dos dirigentes opositores han anunciado su retorno al pa¨ªs para medir hasta qu¨¦ punto se dan condiciones para una actividad pol¨ªtica normal. La soluci¨®n pac¨ªfica en El Salvador exige no s¨®lo que la guerrilla deje las armas y defienda sus ideas de forma pac¨ªfica, sino que Duarte sea capaz de neutralizar la oposici¨®n total de los militares a una soluci¨®n de ese genero. Una amnist¨ªa efectiva ser¨¢ decisiva para demostrar los progresos logrados. En cuanto a Honduras, es evidente que no hace nada para que su . territorio deje de ser utilizado como base por la contra. Es un hecho grave, porque la violaci¨®n de Esquipulas 2 ni siquiera se disimula. En realidad, EE UU, cuya influencia sobre Honduras es determinante, utiliza esa baza para presionar a los sandinistas sin tener en cuenta lo decidido por los presidentes centroamericanos. La negociaci¨®n de Managua con la contra puede crear una situaci¨®n nueva, pero el factor decisivo ser¨¢ la actitud de EE UU.
En este marco, la reuni¨®n en Washington de los cancilleres del Grupo de Contadora y del Grupo de Apoyo, y los secretarios de la ONU y de la OEA, para constituir la Comisi¨®n Internacional de Seguimiento del Acuerdo de Esquipulas 2, reviste una importancia considerable. Por su propia composici¨®n, tendr¨¢ una gran autoridad para opinar sobre la conducta de los Gobiernos de la zona en el proceso de pacificaci¨®n. Paralelamente, parece claro que no se puede convertir en un mito de estricto cumplimiento la fecha del 5 de noviembre, fijada m¨¢s como punto de partida que como meta a la que hubiera que llegar con la paz servida en la mesa. No es hora todav¨ªa de establecer hasta qu¨¦ punto las iniciativas para la reconciliaci¨®n desencadenadas por Esquipulas 2 pueden tener o no un ¨¦xito completo. Las dificultades siguen siendo enormes, pero los pasos que se han dado desde que los presidentes centroamericanos se reunieron en agosto pasado son sustanciales, y con ello han despejado el horizonte.
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