Coltrane y los otros l¨ªderes
Memorial John Coltrane. The Leaders.VIII Festival de Jazz de Madrid. Palacio de Deportes. 12 de noviembre.
Con el programa que se ofrec¨ªa, no se acaba de entender que hubiera tan poca entrada en el Palacio de Deportes. ?Qu¨¦ pasaba? De acuerdo, era caro y son muchos d¨ªas seguidos de jazz. Pero all¨ª iban a estar no menos de diez figuras m¨¢ximas del jazz de hoy. Lo ¨²nico que faltaba era la afici¨®n jazz¨ªstica madrile?a ?O es que no hay m¨¢s?
McCoy Tyner sali¨® con un grupo que homenajea a su antiguo l¨ªder, John Coltrane, en el 20? aniversario de su muerte. Con ¨¦l ven¨ªa el otro superviviente del cuarteto de Coltrane, el tempestuoso Elvin Jones, y otros tres m¨²sicos que o colaboraron con Coltrane o fueron influenciados directamente por ¨¦l.
Recuerdan a Coltrane y tocan, como es l¨®gico, su repertorio. Es acertada la incorporaci¨®n de aquel Chim, chim, cheree, porque est¨¢ en un disco de Coltrane y porque constituye una alternativa buena, aunque poco frecuenta da, a My favorite things. La pieza b¨¢sica del recital fue nada menos que A love supreme, que interpretada por otros ser¨ªa casi una blasfemia. O¨ªmos la suite casi entera, en un buen arreglo de concierto.
Sonny Fortune es un buen coltraniano, aunque a veces se olvida de la modestia y hace gritar mucho al saxo, ignorando que esos gritos ten¨ªan sentido cuando era Coltrane quien los daba. Freddie Hubbard, bien tra¨ªdo al grupo porque cooper¨® con Coltrane en algunos empe?os importantes, toc¨® como siempre, es decir, muy bien. Trompetas como Hubbard demuestran que en el jazz no basta saberse la lecci¨®n, y adem¨¢s hay que tener emoci¨®n, colorido y sentimiento. Fue suyo el momento m¨¢s genial del concierto. Mientras el p¨²blico protestaba del sonido, se olvid¨® de la amplificaci¨®n, se fue al centro del escenario y, all¨ª solo, toc¨® la introducci¨®n de Stardust. Luego, cuando entr¨® el grupo, volvi¨® a los micr¨®fonos y lig¨® aquella introducci¨®n con un inesperado Body and soul. Fant¨¢stico.
Pendiente de dirigir al grupo, McCoy Tyner ni se prodig¨® ni fue, pese a la inspiraci¨®n del concierto, el McCoy de antes, sino el McCoy torrencial de hoy. Es innegable, con todo, que sus solos tienen majestad y est¨¢n muy bien constru¨ªdos. El otro superviviente, Elvin Jones, sigue tan obsesionado con la colocaci¨®n de sus platillos y tambores, y gast¨® mucho tiempo en esos menesteres, sin quedarse contento del todo. Pero luego, cuando suena la m¨²sica, se desencadena y es una especie de cataclismo. Reggie Workman llevaba el contrabajo con pulso seguro, y buenos detalles que no hac¨ªan olvidar, sin embargo, al otro desaparecido del cuarteto, Jimmy Garrison.
En la segunda parte actuaron los l¨ªderes, con Lester Bowie como l¨ªder de l¨ªderes. La presencia de Bowie en lugar de Don Cherry ha cambiado la personalidad de los l¨ªderes. El mejor, despu¨¦s de Bowie, fue Don Moy¨¦, que quiz¨¢ no tenga como bater¨ªa la categor¨ªa de los otros en sus respectivos instrumentos, pero ha tocado mucho con Bowie y eso se nota
Los saxos son Arthur Blythey Chico Freeman. Blythe toca el alto con un sonido que a veces se pasa de lancinante, y seguro que se o¨ªa desde fuera, desde esa estatua a la que le roban la bola cada dos por tres. Freeman tiene una voz m¨¢s distinguida al tenor ya un peculiar soprano curvado ma non tanto. Kirk Lightsey, piano, acent¨²a en este grupo su tendencia a llenar todo de notas. Al contrabajo Cecil McBee la ac¨²stica del local no le dej¨® que luciera su mejor virtud, el sonido.
Pero Lester Bowie es el jefe, y ha impuesto en The Leaders su particular r¨¦gimen de trabajo. En la m¨²sica de estos l¨ªderes hay m¨¢s disciplina de lo que parece. Saben afinar y desafinar, ajustarse y desajustarse.
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