El Estudiantes sobrevivio al Barcelona
Las victorias del Estudiantes sueIen parecer inexplicables la mayor parte de las veces, m¨¢xime si el derrotado es equipo de altos vuelos. Algunos entrenadores han llegado a confesar que, ante el Estudiantes, tiran la toalla porque no entienden su juego; simplemente sacan al equipo a ver qu¨¦ es lo que puede hacer. Pero ayer, ante un rival que era hasta el momento el ¨²nico que hab¨ªa logrado eludir esa circunstancia, la victoria del Estudiantes fue explicable. No hubo juego subterr¨¢neo, ni juego de la sin raz¨®n, ni cuarta dimensi¨®n. El Estudiantes puso la raza habitual y un sorprendente dominio del rebote, en el que fue part¨ªcipe casi decisivo David Russell.Claro est¨¢ que lo explicable se convierte en inexplicable si a alguien se le comenta que el Estudiantes jug¨® y gan¨® sin Vicente Gil, su factotum. Pues lo hizo.
Cualquier conclusi¨®n pasa por intentar explicar c¨®mo defiende el Estudiantes y, antes que cualquier consideraci¨®n t¨¦cnica sobre las f¨®rmulas que un jugador tiene para colocarse con ¨¦xito frente al rival, hay otra m¨¢s importante: el esp¨ªritu, que reconocen todos los doctos de este deporte. Antes que saber defender hay que querer defender, y eso es lo -que hace Estudiantes. Y por una raz¨®n muy sencilla: por instinto de supervivencia. Los jugadores de este equipo no se sienten estrellas ni superdotados, pero desean fervientemente convertirse en ganadores. Y saben que su camino empieza por la defensa. Y se ponen a defender. Y, luego, claro est¨¢, confian en su suerte.
As¨ª, Ant¨²nez no se acomplej¨® al hacer el papel de Gil, aunque no pudo desarrollar su velocidad. El equipo pudo empezar bien gracias a cierta relajaci¨®n defensiva del Barcelona, excesivamente seguro de que con tres o cuatro triples templar¨ªa al Estudiantes. Peto no llegaron y el resultado fue dando alas a un Estudiantes que resolv¨ªa sin desconcierto sus jugadas de ataque.
Sin embargo, Aito intent¨® la zona y ese intento coincidi¨® con el alero Coll haciendo de base. El Estudiantes pas¨® de un esperanzador 26-13 a un traum¨¢tico 27-34, que parec¨ªa el principio del fin. Pero con cierto oficio, el equipo local repesc¨® el empate (35-35) y dej¨® las cosas igualadas al descanso (42-46).
Aito hab¨ªa utilizado a Norris con el fin de que impresionara, pero como si nada. Se le vio extra?o ante un equipo tan bajo pero donde todos sus miembros buscan por igual el rebote. Y no es f¨¢cil buscar la pelota donde van diez manos. Luego, entre cambio y cambio, pudo observarse c¨®mo Russell se emparejaba con Ferr¨¢n Mart¨ªnez: hab¨ªa 10 cent¨ªmetros de diferencia, pero todos los rebotes eran del americano. Entre cambio y cambio, Aito no encontr¨® un pivot capaz de inmiscuirse en la batalla.
El Estudiantes aguant¨® el marcador a favor sin descomponerse y hasta mostr¨® oficio para no perder pases. Con el paso del tiempo, el Barcelona perdi¨® fe en una resoluci¨®n r¨¢pida, contundente y limpia. Ten¨ªa que bajar al fango y no lo hizo. Por eso, la victoria del Estudiantes fue razonable, tanto como su esp¨ªritu de supervivencia. Porque sobrevivi¨® al Barcelona.
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