Rosa Chacel, seguidora de Joyce y G¨®mez de la Serna, premio de las Letras Espa?olas
La novelista, de 89 a?os, no se sab¨ªa siquiera candidata
"Me considero seguidora de Joyce y G¨®mez de la Serna", dijo ayer a los periodistas Rosa Chacel, de 89 a?os, un par de horas despu¨¦s de que el ministro de Cultura, Javier Solana, le informara de que le hab¨ªa sido otorgado el Premio Nacional de las Letras Espa?olas, dotado con cinco millones de pesetas. El galard¨®n fue para ella una sorpresa, pues no se sab¨ªa ni siquiera candidata. Chacel, autora de una obra exigente que jalona medio siglo de escritura, fue elegida a la quinta votaci¨®n, por mayor¨ªa. Otros finalistas fueron Manuel And¨²jar, Jos¨¦ Luis L¨®pez Aranguren, Joan Fuster, Jaime Gil de Biedma, Mari¨¤ Manent y Claudio Rodr¨ªguez.
La gran satisfacci¨®n que luego dijo haber sentido al recibir la noticia de su premio era evidente en los ojos de la escritora cuando, ayer a media tarde, abri¨® la puerta a los periodistas que se hab¨ªan abierto paso hasta su casa, a trav¨¦s de un Madrid al borde del ahogo por atasco, y a los que salud¨® ofreciendo la mejilla, como una abuela.La novelista estaba sola. Los ojos negros le brillaban. Amable, intentaba atender, tarea imposible, a ' las numerosas emisoras d e radio que ped¨ªan por tel¨¦fono palabras suyas: "S¨ª, soy sobrina pol¨ªtica de Zorrilla", le dec¨ªa a uno; "tuvo mucha gloria, pero poco dinero". "Duermo poco, pero tranquilamente", le dec¨ªa a otro. "Mire usted: no le puedo atender porque un colega suyo me va a llamar en tres minutos y me he comprometido con ¨¦l", le explicaba a un tercero. Fue preciso convencerla de que dejara el tel¨¦fono descolgado.
"Como dec¨ªa Unamuno, hay libros ov¨ªparos", dijo Rosa Chacel para referirse a su primera obra, Estaci¨®n de ?da y vuelta (1936), y a las ramificaciones que tuvo en su obra posterior. La mayor parte de la obra de Chacel est¨¢ escrita en el exilio, record¨® efia, pero no s¨®lo: Estaci¨®n..., por ejemplo, se gest¨® en Roma, en el invierno de 1924. Pilar Palomo, catedr¨¢tica de Literatura miembro d?l jurado, destac¨® en la rue da de prensa que sigui¨® a la concesi¨®n del premio el car¨¢cter contempor¨¢neo, actual, de la obra de Chacel. En el jurado presidido por dos altos cargos de Cultura, participaron represen tantes de las academias de las lenguas espa?olas y tres personalidades del mundo literario Carlos Castilla del Pino y Emilio Alarcos, adem¨¢s de Pilar Palo mo, que consider¨® a Chacel "uno de los nombres indiscutibles de la narrativa femenina, espa?ola es decir, de la narrativa". Miembros del jurado dijeron que en el fallo no se hab¨ªan tenido en cuenta ni edad, ni procedencia, ni situaciones particulares.
La novela que no fue
?No siente usted nostalgia de tanto viaje? A Rosa Chacel le brillan los ojos. "S¨ª, claro; justo hoy le estaba diciendo a m¨ª nuera que no estar¨ªa de m¨¢s una escapadita de un par de meses a R¨ªo de Janeiro". R¨ªo de Janeiro fue una de las etapas del exilio de la autora vallisoletana que tambi¨¦n recal¨® en Par¨ªs, Grecia, Suiza, Buenos Aires y Nueva York. "Entonces los viajes eran baratos".La novelista se siente seguidora de la senda que a su juicio "deb¨ªa haber seguido la novela espa?ola, la que parte de Ram¨®n G¨®mez de la Serna y de James Joyce". "Todos adoraban a Proust, pero yo no le viv¨ªa". Alguien le regal¨® un ejemplar de Retrato del artista adolescente, de Joyce, y le abri¨® una v¨ªa.
Fue la tendencia que se insinu¨® en la colecci¨®n Nova Novorum, que fitrid¨® Ortega. "Esa novela pod¨ªa haber sido pero no fue; el que m¨¢s hizo fue Jarn¨¦s, pero muri¨® joven. Yo empec¨¦ y he continuado hasta ahora". ?Vive usted esa forma de escribir o es una opci¨®n intelectual? "La vivo y la pienso; soy yo".
Rosa Chacel padece cierta reputaci¨®n de cascarrabias que en realidad debe de venir de su franqueza. ?Qu¨¦ opina usted de la novela espa?ola contempor¨¢nea? Silencio. La novelista vacila, busca sus palabras. Finalmente dice: "Bueno... bueno... no hay mucho. Hay gente joven que empieza... Bueno, no s¨¦. Hay unos pocos, muy j¨®venes".
El sal¨®n del piso donde vive Rosa Chacel con su hijo y nuera, al norte de Madrid, est¨¢ forrado con retratos suyos por diversos pintores, y notablemente su marido, Timoteo P¨¦rez Rubio. Son magn¨ªficos. Al llegar los periodistas, la novelista estaba merendando un gin-tonic, queso y unas galletitas, y ve¨ªa Los Tele?ecos en la televisi¨®n. "A veces son buenos", coment¨®. Sobre el televisor, unos auriculares, unos egoistas como record¨® ella, que son los que utiliza cuando todos duermen en la casa menos ella, que se queda hasta tarde.
'Ciencia natural'
Ya no lee, Rosa Chacel, pues para hacerlo sus ojos deben usar un complejo sistema de tres lupas, y resulta fatigoso. Cuando le dieron el Nobel a Claude Simon, a quien admira desde hace tiempo, intent¨® leer Las ge¨®rgicas, pero tuvo que dejarlo a la mitad, pese a su entusiasmo. Escribe en cambio a gusto, utilizando una pluma de punta gruesa con la que dibuja letras grandes, de f¨¢cil lectura. Carece de man¨ªas: "He tenido que cambiar tanto que me he acostumbrado a adaptarme".La vida de la novelista parece animada por peque?os misterios. Pocos sab¨ªan ayer, por ejemplo, su verdadera direcci¨®n, y averiguarla supuso un nuevo aliciente para los periodistas acosados por el cierre de sus ediciones, en una ciudad en la que el tr¨¢fico flu¨ªa como un jarabe. Otro misterio surgi¨® cuando le preguntaron qu¨¦ escribe ahora. "No s¨¦ qui¨¦n ha dicho que escribo El jard¨ªn de los poetas, novela por la que me preguntan a menudo. No existe. En realidad escribo Ciencias naturales, que creo terminar¨¢ siendo Ciencia natural". Los periodistas vuelven a besarla para despedirse. "No se olvide que tiene usted el tel¨¦fono descolgado". "?Ah, s¨ª!".
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