Sobre unos versos de Rancine
Seg¨²n Maurras, como Sartre lo recuerda en sus Reflexiones sobre el problema jud¨ªo, los jud¨ªos eran, por naturaleza, incapaces de comprender la poes¨ªa de Racine: "En el desierto Oriente, qu¨¦ se hizo de mi hast¨ªo". ?Por qu¨¦? Porque Rancine no pertenec¨ªa ni a su historia, ni a su sangre, ni a su suelo.Si hoy soy franc¨¦s e incluso profesor de franc¨¦s, es porque esta concepci¨®n de naci¨®n e instinto ha sido derrotada. Francia es un pa¨ªs donde los m¨¢s altos valores -¨¦ticos y culturales- son propuestos a la adhesi¨®n consciente de sus habitantes, en lugar de estar arraigados en sus inconscientes colectivos. Es precisamente un m¨¦rito hist¨®rico de Francia el haber propuesto al mundo una teor¨ªa electiva de la naci¨®n y de preferirla, en los momentos cr¨ªticos, a la teor¨ªa ¨¦tnica del esp¨ªr¨ªtu nacional.
Teor¨ªa electiva: La naci¨®n s¨®lo existe por el consentimiento de los que la componen. Es la obra cotidiana de los individuos.
Teor¨ªa ¨¦tnica: El individuo es la obra de su naci¨®n. No son los seres humanos quienes, a partir de una memoria com¨²n, forman consciente y voluntariamente la colectividad en que ellos viven, sino que es esa colectividad la que act¨²a insidiosamente tanto sobre sus conciencias como sobre sus voluntades.
Con la crisis mundial de la econom¨ªa y sus consecuencias sobre la inmigraci¨®n, esta teor¨ªa ¨¦tnica, largo tiempo en el silencio, recobra numerosos partidarios. Nuevamente se dice que es imposible hacer coexistir comunidades que tienen tradiciones diferentes, y la constataci¨®n que hac¨ªa Maurras, otra vez con respecto a los jud¨ªos, ahora se refiere a los inmigrantes de ?frica y del Magreb, incapaces, a su vez, de decir: "En el desierto Oriente, qu¨¦ se hizo de mi hast¨ªo", saboreando en su interiorla perfecci¨®n de este alejandrino.
Por cierto, los seguidores contempor¨¢neos de la Francia org¨¢nica hablan de diferencias culturales y no de superioridad cong¨¦nita, pero no basta reemplazar raza por cultura para terminar con el racismo.
Ser racista, en efecto, es circunscribir al individuo a su lugar de pertenencia, tratarlo de .especie de...", negarle toda posibilidad de arraigo en su contexto, que ¨¦ste sea definido en t¨¦rminos biol¨®gicos o hist¨®ricos. En Francia, como en otras partes, los fan¨¢ticos de la identidad cultural atestiguan que el racismo sobrevivi¨® muy bien al descr¨¦dito general, donde ha sucumbido el concepto de raza.
Pero -primera paradoja -aquellos mismos que encarcelan a la voluntad individual en la cultura, que es el objetivo, sostienen un proyecto de reforma tendente a reemplazar, por un acto de voluntad, la adquisici¨®n autom¨¢tica de la nacionalidad francesa por parte de los ni?os nacidos en Francia de padres extranjeros, cuando lleguen a los 18 a?os. Los sostenedores declarados de la teor¨ªa ¨¦tnica se esfuerzan en modificar el c¨®digo de la nacionalidad en el sentido del voluntarismo. La contradicci¨®n no es m¨¢s que aparente: bajo la luz de que no haya m¨¢s franceses a pesar de s¨ª m¨ªsmos, se trata, en efecto, de evitar que se multipliquen los franceses a pesar de la Administraci¨®n, reforzando masivamente las facultades limitadoras que el Estado dispone (no hay que olvidarlo) en el c¨®digo actual.A esta duplicidad, los adversarios del proyecto gubernamental -y es la segunda paradoja- responden confundiendo, en una misma objeci¨®n, el llamado a la voluntad y el aumento del poder de la Administraci¨®n. As¨ª, en el mismo momento en que la derecha organicista disimula hip¨®critamente sus principios, la izquierda liberal olvida los suyos y compara la eventual adquisici¨®n voluntaria de la nacionalidad francesa para los ni?os de la segunda generaci¨®n con el esp¨ªritu racista de las leyes de Vichy. Esta analog¨ªa es absurda. Ser racista no es preguntarle a la gente que se decida afirmativamente; es no tener en cuenta la voluntad individual y decir, por ejemplo, que nolens, volens, a los extranjeros, en general, o que los ¨¢rabes, en particular, est¨¢n irremediablemente, incapacitados para captar la belleza de los versos de Rancine.
Comprendiendo lo absurdo de este planteamiento, algunas asociaciones antirracistas desarrollan desde hace poco un argumento m¨¢s sutil y luchan por un derecho total al suelo, es decir, para que sean declarados franceses todos los ni?os nacidos en suelo nacional sin contrapartida de residencia, como es el caso de EE UU. En sustancia, estas asociaciones dicen que seguramente la teor¨ªa electiva de la naci¨®n debe preferirse a la teor¨ªa ¨¦tnica, pero "por qu¨¦ pesar de dos maneras, hacer dos medidas? ?C¨®mo justificar que el pacto nacional quede impl¨ªcito para los titulares del derecho por sangre y s¨®lo sea expl¨ªcito para aquellos que se benefician del derecho al suelo? Con un derecho al suelo absoluto, todo el mundo estar¨ªa en igualdad de condiciones y podr¨ªa adherirse, sin necesidad de declararlo oficialmente, a los valores de la naci¨®n.
Este contraproyecto tiene tres objeciones fundamentales. Primo: las personas que nunca hayan vivido en Francia, y aun sin conocer la lengua, si el derecho al suelo se convierte en absoluto, pueden retornar a su mayor¨ªa de edad y elegir ser franceses por razones estrictamente utilitarias. Es posible que la nacionalidad est¨¦ destinada a vaciarse progresivamente de toda sustancia, pero no se le puede pedir a la ley que acelere tal movimiento. Secundo: si Francia, cuyas fronteras est¨¢n en principio cerradas desde 1974, se convierte en el ¨²nico pa¨ªs de Europa en aplicar un derecho absoluto al suelo, la inmigraci¨®n clandestina aumentar¨ªa considerablemente. ?Saben, por ejemplo, que los padres de un ni?o franc¨¦s no pueden ser expulsados? Resultado: los controles en las fronteras ser¨ªan reforzados, las condiciones para la obtenci¨®n de visas por parte de los extranjeros ser¨ªan tan draconianas como lo son en EE UU, y para resumir todo esto, ninguna mujer embarazada proveniente del Tercer Mundo estar¨ªa autorizada a pisar territorio franc¨¦s. Es preciso o bien ser muy fr¨ªvolos o muy demagogos para no ver claramente los efectos perversos y policiales de esta disposici¨®n aparentemente liberal.
Tertio: repetir sin cesar que los hijos de inmigrados son franceses corno los otros es crear hu¨¦rfanos por generosidad, olvidando que ellos tienen padres y que a trav¨¦s de ellos tambi¨¦n otra nacionalidad, otras dependencias. Adem¨¢s es precisamente este olvido el que denunciaba la izquierda cuando en 1973, en el momento de la reforma anterior, afirmaba que el sistema de la automaticidad har¨ªa afrancesar, a pesar de ellos, a los ni?os de las antiguas colonias.
?Declaraci¨®n o solicitud?
Por todas estas razones, el derecho al suelo no tiene otro sentido que el de variar las condiciones de residencia o de escolaridad y que sus beneficiarios puedan elegir, a su mayor¨ªa de edad, ser o no franceses. Pero entonces se dir¨¢: ?por qu¨¦ no dejar tal como est¨¢ actualmente un c¨®digo que permite a aquellos que lo deseen rechazar la nacionalidad francesa y a los otros acceder a ella autom¨¢ticamente? Porque no se honra al ser humano descarg¨¢ndolo de la afirmaci¨®n plena de su voluntad: por el contrario, es preciso romper con la idea de que cuanto menos se trata al individuo como persona responsable, m¨¢s se le respeta. Esto, que es, en cambio, completamente ileg¨ªtimo (y esta anomal¨ªa es el signo com¨²n del c¨®digo actual y del proyecto gubernamental), es como si por haber cometido un delito se le prive a uno de esta adquisici¨®n. Salvo de socavar el derecho al suelo, no se debe agregar al castigo penal la sanci¨®n suplementaria de una denegaci¨®n de nacionalidad.
Francia ser¨ªa, por tanto, fiel a su tradici¨®n electiva, si su nuevo c¨®digo de la nacionalidad redujera las facultades que tiene el Estado en oponerse, y si a partir de ahora el acceso a la nacionalidad francesa por parte de los ni?os de la segunda generaci¨®n fuera el resultado de una declaraci¨®n realizada por la Administraci¨®n y no de una solicitud dirigida a su buena voluntad.
es fil¨®sofo, autor de La derrota del pensamiento.
Traducci¨®n: C. Scavino. C Le Monde.
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