Historia y cat¨¢strofe
La fatalidad quiso que la cat¨¢strofe, ese negativo de lo hist¨®rico, asomara pocas horas despu¨¦s de que el se?or presidente del Gobierno, con ese gracejo y esa labia que Dios le ha dado, exclamara ante la pasmada ciudadan¨ªa de una de nuestras hijas patrias: "La inflaci¨®n no es de derechas ni de izquierdas", como argumento que ven¨ªa, cual anillo al dedo, en auxilio de que todo Gobierno necesita una macroeconom¨ªa sana y de que, al parecer, tampoco las macroeconom¨ªas son de derechas o de izquierdas. Esas minucias situacionales s¨®lo caben en las microeconom¨ªas o en la categor¨ªa de lo microecon¨®mico.Horas despu¨¦s de que el se?or presidente hiciera tan inspirada afirmaci¨®n, que no le compromet¨ªa m¨¢s all¨¢ de situar metaf¨ªsicamente a la inflaci¨®n, sin aludir a que se puede hacer frente a la inflaci¨®n con unos objetivos de derechas o de izquierdas, asunto de 11 varas que requerir¨ªa un art¨ªculo al menos de 11 folios, el avi¨®n del se?or presidente se puso malo y las cataratas del cielo se abrieron para inundar una vez m¨¢s el Levante espa?ol, sorprendidas y regocijadas las aguas porque se encontraron ante un cuadro macrogeol¨®gico exactamente igual a los anteriores y ante una micropoblaci¨®n tan desvalida y arramblable como en las riadas precedentes. Ante los repetidos avisos que los aviones oficiales han dado, se ha tomado la preventiva medida de sustituirlos por otros, medida que a¨²n se mueve en el terreno de los prop¨®sitos, pero algo es algo. Y ante la evidencia de que el Levante espa?ol ha quedado otra vez inundado y arrasado, las autoridades implicadas han decidido, ya sin m¨¢s dilaciones, anunciar que se crear¨¢ una comisi¨®n para que estudie el porqu¨¦ de tanto charco y que aconsejar¨¢ las medidas pertinentes con cinco a?os y unos cuantos muertos de retraso.
Tales pruebas de funcionalidad han provocado reacciones diversas y a la vez dir¨ªase que complementarias. Por una parte son muchos los interesados en conocer de antemano los pr¨®ximos vuelos oficiales, para seguirlos desde tierra y as¨ª estar en ¨®ptimas condiciones para recoger los restos. Por otra, los ciudadanos del Levante espa?ol estudian, o deber¨ªan estudiar, seg¨²n mi criterio, la posibilidad de que, mientras la comisi¨®n se forme y se ponga en marcha, Protecci¨®n Civil haga suyo el eslogan de "Ni un levantino sin barca y ni una barca sin levantino", al tiempo que se suministran linternas y chanclos para que en riadas futuras la oscuridad y, el barrillo no vayan a desgraciar a m¨¢s de uno, porque irreversible es la crueldad del agua desbordada, pero tras la tempestad siempre viene la embarrada calma.
En el supuesto caso de que los aviones de repuesto, habida cuenta de la pol¨ªtica de austeridad que nos permite luchar tan eficazmente contra la inflaci¨®n, no inspiren toda la confianza debida, al menos ser¨ªa necesario que el ritual de la prueba del chaleco salvavidas se complementara con el de paraca¨ªdas, molestia real pero m¨ªnima ante los efectos estimulantes que podr¨ªa provocar entre la poblaci¨®n la retransmisi¨®n en directo del feliz momento en que sus majestades los Reyes, Felipe Gonz¨¢lez o Fern¨¢ndez Ord¨®?ez se prueban el paraca¨ªdas, imbu¨ªdos de la confianza biogr¨¢fica que los paraca¨ªdas suelen transmitir a los pueblos inocentes, buenos y confiados. El eslogan de "Para que las cosas funcionen" tendr¨ªa as¨ª una prueba, s¨ª no palpable, s¨ª televisable, y bien es sabido que en el conocimiento moderno s¨®lo existe lo que es televisable, y lo que no es televisable, o no existe o es un problema de la Guardia Civil.
Tambi¨¦n demostrar¨ªa esa voluntad de funcionalidad el que todos los pueblos de Espa?a peri¨®dicamente amenazados de inundaciones no consensuables mediante ning¨²n pacto de Estado recibieran una educaci¨®n lacustre ad hoc, tan necesaria sobre todo si, como se dice, vamos hacia un per¨ªodo en el que la desertizaci¨®n no estar¨¢ re?ida con los excesos acu¨ªferos de una meteorolog¨ªa enloquecida por las agresiones de la tercera o la cuarta o la quinta revoluci¨®n industrial. M¨¦tase, pues, en el pr¨®ximo programa electoral la consigna de que hay que saber nadar y guardar la ropa, junto a suministros materiales arriba ya enunciados. Por lo visto, para acabar este milenio desde una cierta tranquilidad no s¨®lo ser¨¢n necesarios los refugios antiat¨®micos, sino tambi¨¦n azoteas acondicionadas para naufragios colectivos. Bien es cierto que la mala calidad de nuestros aviones oficiales y el esp¨ªritu insolidario de las lluvias y las ramblas ¨¢vidas forman parte de la nefasta herencia del pasado, por lo poco dado a viajes a¨¦reos que era su excelencia el ex jefe del Extado, y ruego al corrector de imprenta o de lo que sea que me respete la palabra Extado con equis, porque es Extado todo Estado pasado a peor vida. Tambi¨¦n herencia del pasado la tendencia a no creer que en Espa?a llueva, tendencia que en cinco a?os de Gobierno socialista no ha sido suficientemente contrarrestada con eficaces obras p¨²blicas, sin duda aplazadas por esa necesaria austeridad que nos permite luchar contra la inflaci¨®n que, no lo olvidemos, no es ni de derechas ni de izquierdas.
No tenemos, pues, referentes sobre cu¨¢l pudo ser la funcionalidad premoderna en el tema de la aviaci¨®n oficial, pero consta que ante inundaciones similares tambi¨¦n el r¨¦gimen predemocr¨¢tico constituy¨® comisiones inasequibles al desaliento, a manera no ya de huida hacia adelante o hacia atr¨¢s, sino de huida hacia la nada, que tampoco la nada es de derechas o de izquierdas, de adelante o de atr¨¢s, ni de este, oeste, norte o sur. La nada es la nada. Muy distinto ser¨¢ el destino de las comisiones ahora anunciadas, comisiones orientadas sin reticencias ni resistencias hacia la modernizaci¨®n de Espa?a, hacia el cambio, para que esto funcione, en suma, y no hay que a?adir al respecto ni una palabra m¨¢s.
Si el Gobierno sabe estar a la altura de estos desaf¨ªos, as¨ª en la tierra como en el cielo, conseguir¨¢ renovar su mayor¨ªa absoluta en 1990 y que santa Luc¨ªa nos conserve la vista y Dios la vida para verlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.