Las luchas entre 'verdes' y obreros salpican el panorama sindical italiano
El enfrentamiento entre los llamados ambientalistas o verdes y la clase obrera tradicional est¨¢ haci¨¦ndose cada vez m¨¢s agudo en Italia. Por vez primera en muchos a?os han vuelto a enfrentarse, a la puerta de una f¨¢brica, obreros y j¨®venes verdes. Algo parecido a lo que hab¨ªa ocurrido hace 20 a?os, cuando metal¨²rgicos y estudiantes se daban palos.Entonces se debat¨ªa el problema de la centralidad del trabajo, y sobre el tapete estaba el problema ideol¨®gico de clase. Hoy, el conflicto est¨¢ m¨¢s bien entre clase y especie. La defensa del ambiente est¨¢ anteponi¨¦ndose a la solidaridad de clase. Cuando d¨ªas atr¨¢s se enfrentaron en Massa, a la puerta de la f¨¢brica de Farmoplant, una filial qu¨ªmica de Montedison, 400 obreros despedidos y j¨®venes militantes de Democracia Proletaria (promotores con los verdes del refer¨¦ndum popular que ha obligado a cerrar la f¨¢brica), en realidad se ha tratado de una lucha entre la misma clase obrera, si se piensa que este grupo, a la izquierda de los comunistas, ha sido siempre un partido de clase.
Y el conflicto est¨¢ extendi¨¦ndose a los mismos sindicatos. Se acusa a los verdes de pretender desindustrializar Italia. Se asegura que s¨ª las 15 consultas propuestas para cerrar otras tantas f¨¢bricas consideradas contaminantes fueran ganadas se quedar¨ªan en la calle m¨¢s de 7.000 trabajadores. Los verdes responden que cuando, en 1980, Fiat ech¨® a la calle a 24.000 obreros, con la excusa de reestructurarse, el pa¨ªs no se fue a pique.
Sindicalistas y empresarios, esta vez curiosamente unidos contra la cruzada de los verdes, contestan el arma del refer¨¦ndum popular afirmando que en muchas ocasiones "la gente no sabe lo que vota". Pero lo cierto es que la gente est¨¢ hoy m¨¢s propensa a dar credibilidad a los ambientalistas que a los pol¨ªticos o a los mismos sindicalistas, que pierden masivarnente todas las consultas populares locales, se trate del cierre de una f¨¢brica o del corte de un centro urbano al tr¨¢fico.
Juego f¨¢cil
Naturalmente, para los verdes el juego es f¨¢cil, porque las consultas que proponen son muy concretas y, si se except¨²a a los directos interesados en el trabajo, cada vez que se pone a votaci¨®n el cierre de una f¨¢brica sospechosa de contaminaci¨®n, toda la poblaci¨®n grita a coro a favor de los nuevos quijotes defensores de una "mejor calidad de la vida". Por ejemplo, lo tienen f¨¢cil en la provincia de Siracusa, donde existen unas f¨¢bricas qu¨ªmicas tan peligrosas que las mismas autoridades han colocado en tres pueblos 48 altavoces para advertir a la poblaci¨®n en caso de peligro inminente.El ministro del Ambiente, el socialista Giorgio Ruffolo, est¨¢ preparando ya un proyecto de ley para llevar fuera de las ciudades, lo m¨¢s lejos posible, todas las industrias que puedan suponer un problema real de peligro o de grave contaminaci¨®n. El vicepresidente de los industriales de la qu¨ªmica, Gabriele Cutulo, ha llegado a amenazar con el traslado al extranjero de las principales empresas productivas del pa¨ªs, lo cual significar¨ªa un golpe muy duro al empleo.
Le ha respondido enseguida Gianni Mattioli, jefe de los diputados verdes, afirmando que se trata s¨®lo de terrorismo industrial.
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