Depresi¨®n
La derrota de Kasparov en la decimosexta partida es de las que producen un especial dolor en cualquier ajedrecista. No es lo mismo perder de forma inapelable, sin haber tenido ninguna posibilidad de victoria durante toda la tarde, que convertir en derrota una posici¨®n ventajosa. El lunes, Karpov jug¨® con absoluta precisi¨®n en la segunda fase de la partida, pero Kasparov sali¨® de la apertura con ventaja, aunque subestim¨® despu¨¦s los grandes recursos defensivos de su adversario.Como curiosidad, el maestro internacional Manuel Rivas, uno de los mayores talentos en la historia del ajedrez espa?ol, coment¨® una vez al encontrarse en situaci¨®n similar a la que ahora sufre, el campe¨®n, Kasparov: "Si lo ¨²nico que s¨¦ hacer es jugar al ajedrez y lo hago mal, ?qu¨¦ va a ser de mi vida?".
El lunes por la noche, Kasparov pens¨® probablemente algo parecido porque la victoria que persigue en Sevilla no ser¨ªa solamente la culminaci¨®n positiva de la encarnizada pugna que mantiene con Karpov durante los tres ¨²ltimos a?os, sino tambi¨¦n un paso necesario para llevar a cabo sus proyectos de promoci¨®n del ajedrez por todo el mundo y una herramienta imprescindible en su lucha contra las estructuras de la Federaci¨®n Internacional (FIDE).
Una vez m¨¢s, la presencia de Clara Kasparova, la madre del campe¨®n mundial, puede ser fundamental. Ella y Victor Litvinov, amigo de Kasparov y encargado de su seguridad, fueron quienes el a?o pasado, en el anterior encuentro por el t¨ªtulo, despu¨¦s de perder tres partidas seguidas y con el marcador igualado, lograron convencerle de que continuaba siendo el favorito. Le dijeron que le bastaba con empatar las restantes que quedaban por jugar para conseguirlo.
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