"Soy el primer moro que recibe el Goncourt"
El ¨¦xito de Tahar Ben Jelloun confirma el inter¨¦s por los autores ¨¢rabes en Francia
"Soy el primer moro del mundo que recibe este premio". En castellano, riendo y con un brillo de malicia en los ojos, Tahar Ben Jelloun, de 42 a?os, insiste: "El primer moro". Nacido en Fez, bajo dominaci¨®n francesa, educado desde los siete a?os en T¨¢nger, bajo dominaci¨®n espa?ola, Ben Jelloun se siente muy pr¨®ximo de Espa?a y de la cultura hisp¨¢nica. Hace 15 d¨ªas recibi¨® el Premio Goncourt, que recae por sexta vez en un escritor extranjero y por primera vez a un ¨¢rabe. El Goncourt coincide con el ¨¦xito sorprendente de los temas y los autores ¨¢rabes e isl¨¢micos en Francia.
En las primeras listas de los libros m¨¢s vendidos, autores como el liban¨¦s Amin Maalouf, con su Le¨®n el africano, o la turca Keniz¨¦ Mourad, con su De parte de la princesa muerta, se han codeado en los ¨²ltimos meses con El muchacho de arena, de Ben Jelloun. La concesi¨®n del Goncourt a su nueva novela, La noche sagrada, consagra el ensanchamiento de la cultura literaria francesa fuera de sus fronteras y la riqu¨ªsima presencia del Magreb en Francia. El mestizaje y el encabalgamiento de lenguas y culturas parece estimular a Ben Jelloun. "No tengo problemas de identidad", asegura. "Escribo en franc¨¦s y soy marroqu¨ª y de cultura isl¨¢mica, pero no tengo necesidad de recordarme a m¨ª mismo estas cosas cada ma?ana".Ben Jelloun cuenta con los favores de un p¨²blico variopinto, no limitado a los ciudadanos de origen magreb¨ª. "Mi p¨²blico franc¨¦s ha tenido alguna relaci¨®n con el Magreb. All¨ª ha nacido o ha vivido, all¨ª tiene amigos o ha hecho turismo. Pero mi novela no pretende circunscribirse al mundo del Magreb o del islam. Incluso dir¨ªa que trata de reflejar los problemas de la sociedad patriarcal, de la exclusi¨®n de las mujeres, en las culturas mediterr¨¢neas. ?O acaso el catolicismo privilegia a la mujer? Pero m¨¢s profundamente intento explicar un problema de identidad que ata?e a toda la condici¨®n humana".
Ben Jelloun se considera especialmente influido por Jorge Luis Borges y por Luis Bu?uel. En sus novelas no faltan las referencias al mundo borgiano ni a la imaginer¨ªa del superrealismo cinematogr¨¢fico. Tiene muchos amigos en Espa?a y entre los escritores espa?oles. Cita a Juan Goytisolo, a Camilo Jos¨¦ Cela y a Vicente Aleixandre entre sus lecturas. Pero en el Goncourt aparece tambi¨¦n el Quijote. "Me siento muy bien en Espa?a. No tengo la sensaci¨®n de hallarme en el extranjero".
"?Por qu¨¦ mis libros tienen m¨¢s ¨¦xito en el norte de Europa que en Espa?a, donde hay tantas afinidades? Siempre ha habido una resistencia a conocer la literatura magreb¨ª. ?Ser¨¢ quiz¨¢ por el mito del moro?", se interroga. En El muchacho de arena, la novela cuyo ¨¦xito de lectores lo prepar¨® para el Goncourt, hay un cap¨ªtulo titulado La noche andaluza, que transcurre en la Alhambra. "Claro que hay una nostalgia de Andaluc¨ªa que se refleja en la novela, pero en mi caso es una nostalgia puramente est¨¦tica. Siempre hay gente delirante, como Gaddafi que lleg¨® a hablar de la reconquista de Andaluc¨ªa".
La noche sagrada es la estricta continuaci¨®n de El muchacho de arena. La protagonista de la primera novela, la muchacha a quien sus padres proporcionan una identidad masculina, es una mujer ya anciana que cuenta su vida, convertida casi en camino m¨ªstico hacia la asunci¨®n de s¨ª misma. En la primera novela Ben Jelloun construy¨® un aut¨¦ntico laberinto, una alcazaba (casbah) narrativa, en la que se entrelazan tres o cuatro versiones de la vida del muchacha-hombre. En La noche sagrada el autor toma partido y se decide a contar su aut¨¦ntica historia. "Fue una exigencia de los lectores. No quer¨ªan que dejara la duda sobre la continuaci¨®n de la vida de Ahmed una vez se despoja de su apariencia masculina, convertido en Zahra. Me lo dijeron tantas veces y en lugares tan distintos que al fin me decid¨ª, por el respeto que tengo a mis lectores, a escribir la continuaci¨®n".
De las novelas de Ben Jelloun se han dicho muchas cosas, que en buena parte el escr¨ªtor desmiente o matiza con no poco sentido del humor. "La verdad es que no he le¨ªdo Las mil una noches hasta el verano pasado; o sea, que la influencia puede venir por otro camino. En cuanto a la literatura oral, no estoy muy al corriente de lo que ocurre en el zoco, nunca he estado en las plazas de mi pa¨ªs contando historias y en cualquier caso la t¨¦cnica literaria es muy distinta en la escritura. Yo escribo y trabajo mis historias". Pero confiesa que hay una cierta deriva espont¨¢nea en su trabajo de narrador. "Parto siempre de una imagen, de una situaci¨®n. No tengo plan preestablecido y me dejo llevar por el placer de la escritura, voy inventando la historia en el d¨ªa a d¨ªa".
Una confidencia
La imagen inicial de este ciclo de dos novelas fue la confidencia de una desconocida en una conferencia hace ya a?os. "Una mujer egipcia vino a hablarme y me dijo: 'Tengo que contarle algo que le interesar¨¢. Mi t¨ªo no es mi t¨ªo, sino mi t¨ªa'. Yo le dije: '?Y qu¨¦'? 'Pi¨¦nselo', contest¨®. Mucho tiempo despu¨¦s se me ocurri¨® entrar en la cuesti¨®n de la condici¨®n de la mujer, y ah¨ª estaba esta imagen. Mi t¨ªo es mi t¨ªa.La historia es desgarrada, llena de dramatismo y de lectura no siempre placentera; una historia como una herida abierta. "He querido mostrar un proceso de emancipaci¨®n. Las pruebas que sufre Zahra podr¨ªan ser tambi¨¦n las de un pueblo en su lucha por la liberaci¨®n. Es el combate de una mujer para llegar a ser lo que habr¨ªa sido si no hubiera sufrido una agresi¨®n contra toda su sexualidad y su ser". Pero Ben Jelloun dijo esto a la revista Jeune Afrique, y como en sus novelas, abiertas a una interpretaci¨®n nueva en cada momento, asegur¨® casi lo contrario a EL PA?S. "No, yo no quise hablar de la identidad colectiva de los pueblos, de los problemas de identidad del mundo ¨¢rabe como tal. La riqueza de un libro a veces es precisamente la apertura a nuevas interpretaciones no buscadas por el autor". La decisi¨®n, a cuenta del lector.
Babelia
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