El acuerdo sobre euromisiles, un error al cuadrado

El acuerdo sovi¨¦tico-americano sobre la desaparici¨®n de las fuerzas nucleares de alcance intermedio (INF), conocidas popularmente como euromisiles, y que est¨¢ siendo finalmente recibido con el j¨²bilo de estar ante un aut¨¦ntico acuerdo de desarme, es un acontecimiento hist¨®rico, pero m¨¢s por su insensatez que por sus bondades: Reagan est¨¢ sellando con Gorbachov un sinsentido militar para la OTAN, ya que el acuerdo quiebra tanto la estrategia como la actual pol¨ªtica nuclear de la Alianza, a la vez que muestra una ingenuidad pol¨ªtica de profundas consecuencias para los aliados europeos.Siendo impensable luchar una guerra nuclear sin causar la destrucci¨®n completa de la vieja Europa, tanto la naturaleza como el n¨²mero de las armas nucleares a disposici¨®n de la OTAN se han orientado a disuadir un conflicto m¨¢s que a ganarlo. Esto es, las armas de teatro han servido esencialmente de respaldo a unas fuerzas convencionales inferiores en n¨²mero a las del Pacto de Varsovia y s¨®lo si se sufriese un ataque servir¨ªan para detener el avance enemigo o para, en ¨²ltimo recurso, garantizarle unas represalias insoportables, es decir, impedir su victoria.

Los dos conceptos clave en dicha estrategia son el primer uso del arma nuclear y el control de la escalada. Para, el reforzamiento de ambos se hab¨ªan tra¨ªdo los euromisiles, dada su naturaleza de armas de teatro de largo alcance, entre las t¨¢cticas y las estrat¨¦gicas.

Primeramente, las INF daban credibilidad a la doctrina del primer uso, vital para la disuasi¨®n aliada. Por un lado, su empleo era m¨¢s cre¨ªble que en el caso del armamento t¨¢ctico, ya que no ten¨ªan que ser disparadas sobre el propio suelo, evitando as¨ª causar grandes da?os en territorio aliado. Por otro, dada su naturaleza de armas limitadas, a ser disparadas desde fuera del santuario americano, su uso no implicar¨ªa autom¨¢ticamente el intercambio de los arsenales estrat¨¦gicos de uno y otro y el suicidio mutuo, por lo que la amenaza de empleo, por parte del presidente americano, tambi¨¦n sal¨ªa reforzada. De esa forma, se apuntalaba la disuasi¨®n nuclear de la OTAN, a la vez que se vinculaba m¨¢s estrechamente a EE UU con el destino de Europa.

En segundo lugar, los euromisiles tambi¨¦n aseguraban el control y la dominaci¨®n en la escalada. Para ser capaz de elevar el nivel de violencia en sus respuestas, a fin de disuadir a la URSS de proseguir con su agresi¨®n, la OTAN deber¨ªa contar con unas opciones selectivas de empleo de su arsenal nuclear que, cuidadosamente ejecutadas, no significar¨¢n desencadenar un ataque masivo y la destrucci¨®n asegurada de ambos bandos, sino que contuvieran el proceso mismo de la escalada, favoreciendo la negociaci¨®n. Las INF, por su precisi¨®n y reducida carga explosiva, ven¨ªan a ser los sistemas flexibles que cumplieran dichos requisitos: los Pershing 2 y los misiles de Crucero tomaban de las armas t¨¢cticas el poder negar en el campo de batalla una victoria enemiga, haciendo saltar, por ejemplo, algunos centros de mando, dep¨®sitos, nudos de comunicaci¨®n, etc¨¦tera. Pero tambi¨¦n tomaban de las armas estrat¨¦gicas la capacidad de represalia, dado su alcance y su capacidad de causar unos da?os inaceptables para la URSS.

Consecuentemente, la OTAN ha primado desde 1979 los sistemas nucleares INF de largo alcance sobre los t¨¢cticos. Es m¨¢s, tras la decisi¨®n de Montobello de 1983, por la que la OTAN reduc¨ªa unilateralmente su armamento t¨¢ctico de 4.790 a 2.110 cabezas nucleares, su arsenal se orientaba decididamente a asegurar la disuasi¨®n a trav¨¦s de la represalia y no en el campo de batalla.

La planificaci¨®n

El acuerdo que se firma ahora en Washington y que reduce a cero los misiles INF deja sin sentido la planificaci¨®n que han venido acordando los aliados desde hace m¨¢s de una d¨¦cada. La URS S s¨®lo pierde unos centenares de misiles progresivamente envejecidos y, sobre todo, redundantes en su capacidad nuclear contra Europa: le basta reprogramar 84 de sus m¨¢s de 300 S S-18, o de los m¨¢s modernos SS-24, para seguir amenazando a los aliados.Y lo m¨¢s grave es que se llega al acuerdo de la mano de la m¨¢s absoluta ingenuidad: el presidente americano que m¨¢s ha denunciado la violaci¨®n sistem¨¢tica por parte de la URS S de los tratados de control de armamento sella la desaparici¨®n de los euromisiles con la esperanza de iniciar as¨ª una senda hacia el desarme nuclear.

Es posible que as¨ª sea, ?qui¨¦n lo sabe? S¨®lo que los europeos deber¨ªamos pensarnos mejor qu¨¦ vamos a decir cuando la Rusia de Mijail Gorbachov insista en negociar las armas t¨¢cticas, la aviaci¨®n de doble uso, los submarinos pr¨®ximos a las costas del continente y toda la panoplia que ha garantizado la disuasi¨®n sobre Europa.

Los Pershing 2, al igual que el general de quien toman nombre y que vino al frente de las tropas americanas para imponer la paz en la Primera Guerra Mundial, garantizaban la estabilidad mientras el Pacto de Varsovia no modificase sustancialmente su estructura de fuerzas.

Confiemos que su ida no sea tan funesta como la retirada del mismo general Pershing.

Rafael Bardaj¨ª es director del Grupo de Estudios Estrat¨¦gicos (GEES).