A la espera
El ciudadano de la Europa occidental democr¨¢tica observa con indiscutido inter¨¦s el encuentro que hoy se inicia en Washington. Es cierto que anteriores cumbres, desde los a?os setenta hacia ac¨¢, tuvieron secuelas poco afortunadas, que envenenaron la discordia entre las superpotencias, acentuando la carrera armamentista en t¨¦rminos inveros¨ªmiles. Pero esta reuni¨®n pudiera significar una oportunidad hist¨®rica si el dinamismo que se deriva de su prop¨®sito inicial no es adulterado por las posibles resistencias y reticencias que pueden surgir en ambos campos. ?Cu¨¢l es la novedad que hace concebir esperanzas positivas a una gran parte de la opini¨®n p¨²blica europea y, seguramente tambi¨¦n, americana? El que se trate de reducir el armamento nuclear de alcance corto y medio desplegado en Europa es algo que ocurre por vez primera desde hace 30 a?os. Y no s¨®lo eso, sino que se establece tambi¨¦n un sistema de verificaci¨®n del acuerdo desmantelador, lo que supone la capacidad de una inspecci¨®n militar rec¨ªproca en ambos territorios, operaci¨®n inconcebible desde los comienzos de la guerra fr¨ªa.Se dice que ese desarme es parcial y que representa solamente un 4% escaso de la mort¨ªfera coheter¨ªa del apocalipsis desplegada en tierras y mares del mundo entero. Pero Gorbachov ha anunciado ya que: tras la firma del acuerdo desea plantear al presidente Reagan la apertura de nuevas negociaciones encaminadas a reducir el considerable arsenal de cohetes estrat¨¦gicos intercontinentales en un 50% por cada una de las partes. ?C¨®mo no registrar ese dato con satisfacci¨®n? ?C¨®mo no expresar alivio ante la perspectiva de que la panoplia irracional capaz de aniquilar la especie humana se rebaje a una mitad?
Los expertos de la OTAN han expuesto sus advertencias t¨¦cnicas ante las dos propuestas: favorable al acuerdo de los cohetes intermedios y tambi¨¦n predispuestos a estudiar el recorte num¨¦rico de los misiles de largo alcance. Pero han hecho saber que el desequilibrio se producir¨¢ en el campo de las armas convencionales, en que la superioridad del Pacto d¨¦ Varsovia es muy notoria y conocida.
No sabemos si las declaraciones de Gorbachov antes de salir para Estados Unidos han sido hechas para preparar favorablemente a la opini¨®n americana o responden a un prop¨®sito decidido. Lo cierto es que aludi¨® a la "asimetr¨ªa" de las fuerzas convencionales propias y a la posibilidad de reducir sustancialmente su n¨²mero para acercarse a la paridad con Occidente. Seg¨²n noticias de ¨²ltima hora, la Alianza Atl¨¢ntica se prepara a estudiar inmediatamente ese decisivo aspecto del desarme convencional, que ser¨ªa negociado en Viena entre representantes del Pacto de Varsovia y de la OTAN.
Queda otro punto clave, sumamente delicado y discutido: el de la defensa espacial o escudo de las galaxias, el proyecto favorito del presidente Reagan y que contin¨²a adelante en su intensa fase preparatoria. ?Qu¨¦ podemos esperar de nuevo en tan complejo y dif¨ªcil terreno? La Uni¨®n Sovi¨¦tica prepara, seguramente. alg¨²n despliegue semejante, sin que sepamos con certeza en qu¨¦ fase tecnol¨®gica se encuentra su desarrollo. Pero ser¨ªa muy satisfactorio que una iniciativa de esa naturaleza fuera investigada de forma com¨²n, en una operaci¨®n cient¨ªfica y t¨¦cnica de gran alcance basada en la convicci¨®n de que, una vez instalado ese escudo protector, ello anular¨ªa la posibilidad de un ataque por sorpresa de cualquiera de las dos partes, reforz¨¢ndose as¨ª la tendencia a un abandono de la guerra fr¨ªa y de la rivalidad mundial de las dos superpotencias. Esta idea fue sugerida, en un momento dado, por el propio presidente Reagan, quien en una carta hecha p¨²blica hace dos a?os propon¨ªa compartir con la Uni¨®n Sovi¨¦tica las informaciones relativas al sistema de la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI) a medida que se pusiera en marcha tan audaz y costoso proyecto.
Otro dato para que el hombre de la calle de los pa¨ªses democr¨¢ticos abra su pecho a una m¨ªnima esperanza es comprobar la evoluci¨®n experimentada en el lenguaje dial¨¦ctico utilizado en el terreno de la rivalidad bipolar armamentista. En los a?s sesenta se hablaba de superioridad estrat¨¦gica en los textos de la Administraci¨®n militar norteamericana. Desde 1969 se pas¨® a la suficiencia estrat¨¦gica. Y en el reciente libro La 'perestroika', Gorbachov escribe que los armamentos deben situarse en el nivel de la razonable suficiencia; es decir, de los fines defensivos del armamento en general.
Si todas estas perspectivas pudieran ser confirmadas por los hechos, el porvenir internacional tendr¨ªa tintes optimistas. Pero, como escribi¨® recientemente el l¨²cido presidente de la Rep¨²blica Federal Alemana, Richard von Weizs?cker, "nos hallamos, probablemente, en el umbral de un nuevo cap¨ªtulo de la historia militar internacional. Pero las dificultades que encontrar¨¢n en su camino, el proceso del desarme y el control del mismo para que resulten un verdadero ¨¦xito ser¨¢n enormes. Hay que prepararse, por consiguiente, para un largo y dif¨ªcil plazo de realizaci¨®n". Las luchas por la influencia, el poder y el predominio en el ¨¢mbito internacional seguir¨¢n existiendo. Las armas y el poder militar continuar¨¢n desempe?ando un papel. Pero ese papel puede irse modificando poco a poco. Y Weizs?cker a?ad¨ªa: "No debemos sacrificar nuestra capacidad defensiva esperando con ello un cambio radical en el sistema sovi¨¦tico. Pero ?por qu¨¦ hemos de temer una cooperaci¨®n que en muchos otros terrenos puede sernos ¨²til y conveniente?".
El presidente Reagan y el secretario general Gorbachov tienen, como pol¨ªticos, graves problemas dom¨¦sticos. Reagan tiene un a?o final por delante, con el lastre del Irangate, una C¨¢mara hostil y un Senado mayoritariamente reticente. El peso del enorme d¨¦ficit del gasto p¨²blico norteamericano puede averiar gravemente la situaci¨®n de su econom¨ªa. Gorbachov experimenta probablemente resistencias considerables a sus reformas en la maquinaria interna del poder militar y partidista. Su coyuntura econ¨®mica ofrece, seguramente, serias dificultades y perspectivas sombr¨ªas. Ello induce a pensar que ambos hombres de Estado necesitan lograr una reuni¨®n exitosa que sirva de alivio y contrapeso a las circunstancias negativas que amenazan sus respectivos mandatos.
?Se puede confiar en la buena fe del interlocutor sovi¨¦tico, en la sinceridad de sus prop¨®sitos?, se preguntan muchos comentaristas y analistas norteamericanos. ?O se trata sencillamente de una gigantesca y astuta trampa encaminada a sembrar la inquietud y el desasosiego en los aliados europeos para hacerlos, poco a poco, m¨¢s distantes de la pol¨ªtica de Washington y m¨¢s inclinados a buscar la reducci¨®n del armamento nuclear y convencional, juntamente con una pol¨ªtica de mayor convivencia pac¨ªfica con los pueblos del Este que forman el bloque comunista?
James Reston, desde su magisterio de gran columnista retirado, titulaba un reciente art¨ªculo: ?Ha empezado el final de la guerra fr¨ªa? "Hay un clima innegable", escribe, "de an¨¢lisis y de cambio. Las dos superpotencias han descubierto en estos ¨²ltimos a?os que no pueden lograr cuanto se proponen, incluso en sus respectivas zonas de influencia. Los aliados europeos occidentales no est¨¢n de acuerdo con resucitar el lenguaje de la guerra fr¨ªa, y ven la cumbre actual como una oportunidad de discutir y superar los problemas que llevaron a la carrera de armamentos, y entrar acaso en un per¨ªodo de consultas y cooperaci¨®n dif¨ªcil y complejo, pero con reglas de conducta nuevas en las relaciones internacionales".
A la espera de lo que nos ofrezcan los di¨¢logos bilaterales de estos d¨ªas en la cumbre, los que habitamos en el valle confiamos en que el sentido com¨²n prevalezca sobre la arrogancia del amor propio y los delirios del poder¨ªo.
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