Banqueros
A estas alturas del segundo milenio uno quisiera creer en algo y en alguien. Ya estamos todos un poco hartos de ser relativistas y raltivizadores y a?oramos, secretamente, aquellos tiempos de los catecismos y del rock blando. ?Ay de nosotros si nos qued¨¢ramos sin puntos de referencia! Al igual que una desaparici¨®n de los puntos cardinales desorientar¨ªa para siempre las mejores br¨²julas, nuestra inteligencia vagar¨ªa por un espacio sin retorno, si de pronto descubri¨¦ramos que el Papa de Roma no cree en Dios o que El Jomeini es un fan¨¢tico del jam¨®n de cerdo de pata negra o que Pinochet es un topo de la KGB o que los banqueros son tontos.De las cuatro referencias que simplemente a t¨ªtulo de ejemplo me he atrevido a exponer, la que m¨¢s nos afecta estos d¨ªas a los espa?oles es la de los banqueros. ?Ser¨¢n tontos? No. No. Apartad de mi esta lacerante duda, no ya incubada por tantas opas con onda como atascan en las Bolsas a los ordenadores de la quinta o sexta generaci¨®n, sino ya iniciada cuando me d¨ª cuenta de que nuestros banqueros financiaban operaciones pol¨ªticas, sin otro criterio que el dictado por la antiguamente llamada intuici¨®n femenina. Recuerden que estos especialistas en finanzas tiraron no hace mucho no s¨¦ cuantos millones apostando por este o aquel pol¨ªtico sin tener en cuenta un marketing medianamente serio.
Deformados por tantos a?os de prepotencia, ratificados por una pol¨ªtica econ¨®mica que ha permitido ser m¨¢s grandes a los m¨¢s grandes y m¨¢s prescindilbles a los prescindibles, se han puesto a jugar a tiburones neocapitalistas sobrevalorando su esqueleto de sardinas. Lo que pod¨ªa ser un espl¨¦ndido film de Orson WeIles lleno de claroscuros y barrocas agresiones verbales y de las otras, se ha convertido en una comedia de enredos ni siquiera en technicolor. Un afgacolor nacional. y de rastrillo, entinta esta tragicomedia que nos ha dejado a todos desalmados. As¨ª que ?la Banca es esto? ?los banqueros son estos? Esta no es mi oligarqu¨ªa, financiera, que me la han cambiado.
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