El santuario
., El 29 de junio de 1982, el estadio de Sarri¨¢ se convirti¨® en un san.uario para los aficionados italianos. Su selecci¨®n venci¨® ese d¨ªa a Argentina, por 2-1, congoles de Tardelli y Cabrini, mientras que precisamente fue el hoy interista Passarella el que consegu¨ªa el tanto argentino. En el mismo escenario, d¨ªa: despu¨¦s, Italia elimin¨® a Brasil al vencerle por 3-2 con tres goles de un Paolo Rossi red vivo y que abrieron el camino hacia el t¨ªtulo mundial que el conjunto de Enzo Bearzot obtuvo luego en el estadio Bernab¨¦u, de Madrid, ante la Rep¨²blica Federal de Alemania, con Stielike, Breitner y Runmenigge en sus filas.
Desde entonces, cada italiano que llegaba a Barcelona preguntaba por Sarri¨¢, que lleg¨® a ser incluido en los recorridos tur¨ªsticos. Jordi o Tonino, dos empleados del Espa?ol, se han hartado a lo largo de estos a?os de ense?ar el campo a los apasionados tifosi.
Desde ayer quedaron liberados de ese trabajo extra por el que, la verdad, no recib¨ªan ning¨²n beneficio. Si acaso, cierta satisfacci¨®n personal.
Para los hinchas italianos y, muy especialmente, para los milaneses, Sarri¨¢ ha perdido ya su santidad. No pod¨ªa ser de otra manera. Ya es un escenario maldito, como maldita es la mayor¨ªa de los equipos espa?oles, que han tomado la medida a los italianos y les impiden seguir en el mercado com¨²n del f¨²tbol europeo una temporada tras otra.
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