El CAI Zaragoza impuso su superioridad
El CAI uni¨® el oficio a la superior entidad de sus jugadores para desbordar al Cajabilbao, abrumado por el car¨¢cter decisivo del partido, que daba al vencedor plaza en la A-1. El quinteto de Zeravica jug¨® con la serenidad que otorga la presencia en pasadas situaciones de este calibre. Domin¨® el juego, impuso el ritmo conveniente y busc¨® en los primeros momentos el camino m¨¢s f¨¢cil para su victoria: la garant¨ªa que ofrece, a la luz de las estad¨ªsticas, el alto porcentaje de aciertos del puertorrique?o Ortiz en el juego interior.Fue Picul¨ªn el encargado de marcar las diferencias. Sobre la pista bilba¨ªna, Ortiz ofreci¨® uno de esos partidos que impresionan a los scouts de la NBA. Como en sus tiempos en la universidad de Oreg¨®n, Ortiz manej¨® su tiro con una fant¨¢stica precisi¨®n. Casi siempre ayudado por el tablero, encest¨® uno tras otro sus lanzamientos desde dos o tres metros, ante el desesperado Lockhart, que se ve¨ªa incapaz de controlar los movimientos del puertorrique?o en las cercan¨ªas del cesto.
A la vista de la feliz contribuci¨®n de Picul¨ªn, el CAI distribuy¨® continuamente balones a su estrella. Su demostraci¨®n ofensiva en el primer tiempo fue de ¨¦poca -ocho de 12 tiros y cinco de cinco desde la l¨ªnea de tiros libres-, a la altura de su famosa tarde frente a David Robinson, en los Juegos Panarnericanos de Indian¨¢polis.
Su actuaci¨®n repercuti¨® psicol¨®gicamente en sus compa?eros, que jugaron con tranquilidad y orden, dos aspectos ftindamentales en partidos de este talante. El Caja Bilbao vivi¨® el encuentro como un martirio. Ninguno de sus jugadores respondi¨® satisfactoriamente. Deslumbrados por el alt¨ªsimo porcentaje de aciertos del CAI, los bilba¨ªnos no apreciaron que bajo tanta brillantez lat¨ªan algunas deficiencias en las l¨ªneas rivales.
El c¨¦lebre orden del Cajabilbao, la fuerza que les ha dado triunfos inesperados durante las ¨²ltimas temporadas, dej¨® paso a un inconsistente juego de ataque, donde el ¨²nico que trataba de forzar su suerte era Kopicki, que a veces busc¨® lanzamientos en situaciones muy poco id¨®neas.
El descalabro bilba¨ªno permiti¨® que Zeravica no hiciera uso de la superioridad log¨ªstica del CAI. Al final del primer tiempo (42-52) se hac¨ªa evidente que la superioridad del CAI era m¨¢s real de lo que anunciaba el marcador.
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