Las cartas a Alicia
Publicada una antolog¨ªa de la correspondencia de Lewis Carroll con sus ni?as amigas
El reverendo Charles L. Dogson, m¨¢s conocido como Lewis Carroll, dej¨® al morir un registro de correspondencia en el que hab¨ªa anotado los temas y fechas de 98.721 cartas, y que no era completo ni mucho menos. L¨®gico famoso y uno de los mejores fot¨®grafos de su tiempo, Dogson era sin embargo un corresponsal pl¨²mbeo, inclinado a una tediosa meticulosidad, y s¨®lo cuando escrib¨ªa a las ni?as, sus amigas, recobraba esa facilidad que le hab¨ªa permitido, en un paseo en barca, improvisar lo esencial de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas. Doscientas cartas de Carroll a sus amigas ni?as han sido editadas por Plaza y Jan¨¦s.
"Me chiflan los peque?os, salvo si son ni?os", escribi¨® Lewis Carroll, seud¨®nimo que como es frecuente en el autor proviene de un juego de espejos: la traducci¨®n de su nombre, Charles Lutwige, al lat¨ªn, Carolus Ludovicus, invertido y retraducido al ingl¨¦s.Esa chifladura se mantuvo durante toda su vida (1832-1898), que casi calca la del reinado ?e Victoria (1837-1901), lo que ha sugerido a muchos las claves m¨¢s f¨¢ciles para desentra?ar a este autor misterioso: sus acrobacias con la realidad y el sue?o, dicen estos hermeneutas, no eran m¨¢s que un escape en un tiempo que el nuestro considera represor e hip¨®crita.
Carroll sent¨ªa una evidente debilidad por las ni?as, y cada ¨¦poca, desde hace un siglo, ha interpretado y matizado qu¨¦ tipo de atracci¨®n, de acuerdo con sus propios valores, intereses y prejuicios. En cualquier caso, inquisidores ideol¨®gicos, primos interesados y escarbadores cient¨ªficos habr¨¢n de hacer en todo momento juicios de intenciones, pues la vida de Carroll ofrece pocos asideros para el esc¨¢ndalo, la sospecha o simplemente la c¨®mplice sonrisa de conejo. (Vladimir Nabokov, por ejemplo, puso juntos a ?scar Wilde y a Lewis Carroll: "Uno alardeaba de su perversi¨®n y fue cogido con las manos en la masa, mientras que el otro ocultaba su humilde pero mucho m¨¢s mal¨¦volo secretito a solas entre las emulsiones de su cuarto oscuro, y termin¨® siendo el m¨¢s grande autor de cuentos para ni?os".)
Diarios censurados
De Carroll se conservan nueve diarios de los 13 que se cree escribi¨®, y algunas p¨¢ginas de los que quedan fueron mutiladas con cuchilla, qui¨¦n sabe con qu¨¦ intenciones. Por lo dem¨¢s, seg¨²n reflejan sus diarios y sus cartas, la larga vida de Lewis Carroll en el Christ Church College de Oxford es transparente, y as¨ª la describen los testimonios de sus antiguas amigas. S¨®lo queda por aclarar plenamente qu¨¦ fue lo que enfri¨® sus relaciones con la familia Liddell -la de Alicia- o por qu¨¦ raz¨®n precisa dej¨® de fotografiar a ni?as para pasar a dibujarlas: pero esas son s¨®lo notas a pie de p¨¢gina.
Sobre el car¨¢cter de las relaciones de Carroll con sus amigas pueden ilustrar sobre todo sus escritos. "He descubierto con gran sorpresa", escribi¨® en su diario, "que algunas personas interpretan la atenci¨®n que les doy [a las ni?as Lidell] como un signo de inter¨¦s por la se?orita Prickett, la ni?era... Aunque me incline, en lo que me concierne, a prestar poca importancia a un rumor tan carente de fundamento, ser¨ªa carecer de tacto hacia la ni?era seguir dando p¨¢bulo a observaciones de esta naturaleza. Por ello, no habr¨¢ que prestar atenci¨®n a ni?os en p¨²blico".
Las cartas son, sin duda, de la misma especie que los otros escritos del autor, A trav¨¦s del espejo, Silvia y Bruno y La caza del Snark, esto es, una obra mayor de la sugerencia. Su riqueza permite tan s¨®lo adivinar una esquina de las relaciones del pensador con las ni?as (80 en esta antolog¨ªa); cada una est¨¢ individualizada.
Que no crezca
Al igual que sucede con Alicia en el pa¨ªs de las maravillas, muchos de cuyos personajes provienen del mundo que el escritor compart¨ªa con Alicia Liddell, las cartas a sus principales corresponsales mantienen un lenguaje a dos, con claves propias, que s¨®lo el destinatario pod¨ªa disfrutar plenamente. Algunas constantes: la petici¨®n ole que su corresponsal no crezca, no se haga mayor, y la s¨²plica, indignada, ingeniosa, disfrazada de juego, pero s¨²plica al fin, de que le muestre algo de cari?o.
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