La herencia de ETA
Uno de los dirigentes m¨¢s representativos del Partido Nacionalista Vasco, Manuel de Irujo, declar¨® unos a?os despu¨¦s de la muerte de Franco a la Hoja del lunes de Bilbao: "No deseo de ninguna manera que se hagan las cosas que est¨¢ haciendo ETA ¨²ltimamente, pero s¨ª estoy dispuesto a servirme de ellas". Era agosto de 1978. Las cosas de ETA han ido a peor. De aquella ETA ya no queda nada y las intervenciones violentas son cada d¨ªa m¨¢s brutales. Y sin embargo, no es seguro que todos los seguidores del naciinalismo democr¨¢tico hayan cambiado de forma de pensar. Una cosa es el desprecio por las actuaciones de ETA, la constatada repugnancia por sus m¨¦todos y el convencimiento de que camina hacia su suicidio pol¨ªtico, y otra es aprovechar la herencia f¨¢ctica de ETA. La frase de Irujo parece haberla hecho suya, con matices, Eusko Alkartasuna.Esta reflexi¨®n es anterior al atentado de Zaragoza. Corresponde a una sensaci¨®n poco a poco extendida respecto a que las discusiones sobre el terrorisrrio y la pacificaci¨®n de Euskadi se, inscriben en el cuadro de la lucha de algunos sectores pol¨ªticos por recoger el legado hist¨®rico de ETA, ll¨¢mese herencia o bot¨ªn. Y quiz¨¢ el m¨²ltiple asesinato de Zaragoza retrase la designaci¨®n de sus herederos pol¨ªticos, pero no niega la operaci¨®n para recoger el fruto de sus acciones; al margen de que esas acciones se condenen o no. Se pretende que las acciones y sus consecuencias sean compartimentos estancos.
La discusi¨®n por la herencia es clara. Pese a que era evidente que el oto?o iba a ser igual que el verano y el invierno igual que el oto?o en cuanto a la violencia, algunas fuerzas pol¨ªticas hab¨ªan dado por agotada la fuerza b¨¢rbara de la banda terrorista, al mismo tiempo que valoraban que el terror ha dejado un rastro, adem¨¢s de sangiento, de exigencias que calan en un sector num¨¦ricamente importante del pueblo vasco. Un sector incapaz de llegar a alcanzar espacios significativos de poder, pero que suponen un electorado a aprovechar. Desaparecida ETA o la fracci¨®n m¨¢s amplia de la organizaci¨®n, ser¨ªa posible descabalgar a Herri Batasuna de la direcci¨®n del radicalismo. Ni por la escasa calidad intelectual de sus representantes, ni por la menguada preparaci¨®n de la mesa nacional, ni por el p¨²blico desprecio a toda ¨¦tica de algunos de sus dirigentes, ni por la imagen b¨¢rbara de algunos de sus portavoces, es factible -parecen pensar algunos dirigentes de Eusko Alkartasuna- que Herri Batasuna se mantenga como el grupo homog¨¦neo de respaldo a la altemativa KAS. Los dirigentes de Herri Batasuna tienen que intentar mantener los miles de votantes si ETA desaparece o vacila, si se encuentra en situaci¨®n de inferioridad respecto a las fuerzas policiales y pol¨ªticas de Euskadi y el Estado agrupadas para combatir la violencia. Pero sin la direcci¨®n de ETA, sin el liderazgo de ETA, sin saber qu¨¦ hacer en cada momento por ausencia de una direcci¨®n acorralada, las fugas de votantes son posibles si se les ofrece un similar lenguaje pol¨ªtico radical.
La herencia de ETA es el largo per¨ªodo de acoso a los poderes del Estado y a la sociedad en general para alterar las condiciones pol¨ªticas de Euskadi, debido tambi¨¦n a que los Gobiernos espa?oles no han solido tener una idea clara de lo que hab¨ªa que hacer ni una idea justa del compromiso adquirido con el estatuto de Gernika. Cierto que democr¨¢ticamente se puede avanzar por ese caminoy que a eso est¨¢ apostando el PNV, pero ETA puede facilitar el atajo. Y al final de ese atajo parece esperar Eusko Alkartasuna para ponerse al frente de la manifestaci¨®n. Como saben quienes hayan hecho antifranquismo, las maneras de nutrir una manifestaci¨®n son muchas; por ejemplo, iniciarla al final de un partido de f¨²tbol y desde las mismas puertas del estadio para, en la confusi¨®n, arrastrar o parecer arrastrar a miles de simpatizantes. Alguien, en Bilbao, propuso una vez con buen humor escribir unas l¨ªneas a m¨¢quina con algunas de las peticiones o exigencias habituales y despu¨¦s aprovechar el funeral de alg¨²n personaje ilustre para quedarnos con las hojas de firmas, graparlas a nuestro texto y enviarlas al Gobierno Civil. La impresi¨®n es que Eusko Alkartasuna quiere hacer con la herencia de ETA algo parecido. Si el Estatuto no est¨¢ suficientemente desarrollado, se le descalifica globalmente; si la idea de la autodeterminaci¨®n puede alcanzar a numerosos vascos, se la esgrime precisamente en este momento y como contrapartida a un posible pacto contra la violencia. Lo que puede conseguir atraer, si no a los seguidores m¨¢s fan¨¢ticos de Herri Batasuna, s¨ª a los indecisos y a quienes votan al radicalismo aberizale aunque rechacen los muertos. ?sa es la herencia de ETA, la herencia pol¨ªtica, y mientras Herri Batasuna intenta poder mantenerla si muere ETA, la direcci¨®n de Eusko Alkartasuna parece creer que podr¨¢ asumir la titularidad de todos los votos radicales.
Quiz¨¢ si la ecuaci¨®n gobernante en Euskadi se hubiera resuelto de forma diferente ahora se diese otra lucha distinta por la herencia. Quiz¨¢ si Eusko Alkartasuna hubiera formado gobierno con el Partido Socialista y Euskadiko Ezkerra, ahora fuera el PNV el radicalizado para presentar un poderoso frente opositor. Quiz¨¢. Pero nadie se le puede echar en cara al PNV porque eso no ha sucedido, aunque sea cierto que el PNV siempre tuvo un cari?o paternal hacia los chicos d¨ªscolos de Herri Batasuna.
Si gobernar es siempre jugar con lo posible, oponerse apuesta a menudo por la radicalidad. Abanderar permanentemente a los descontentos significa intentar llevarse los votos de Herri Batasuna cuando falte el pastoreo tutelar de ETA sobre la organizaci¨®n radical. El PNV se ha desmarcado de la violencia y en el pacto sobre el fin del terror y el comienzo de una paz posible est¨¢ obrando con serenidad. Ya no estamos en 1978 y las cos as de ETA resultan inservibles. Pero las cosas de ETA siguen slendo importantes. Y lo son dentro y fuera de Euskadi. Los asesinatos indiscriminados, pasado el primer momento de ira, empujan a encontrar una salida como sea. Muchos catalanes y aragoneses quieren que en Euskadi se resuelva la situaci¨®n pol¨ªtica a cualquier precio con tal de que a ellos les dejen vivir en paz. Pero ?qu¨¦ es resolver el problema como sea? La respuesta a esta pregunta deben darla todos los partidos de EusIzadi sin ambig¨¹edades, y no trapicheando cotas de soberan¨ªa por cad¨¢veres contantes y sonantes.
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