Marguerite Yourcenar, la gran dama de la literatura francesa, fallece a los 84 a?os
La escritora rompi¨® una tradici¨®n de 346 a?os al ingresar en 1981 en la Academia Francesa
La escritora Marguerite Yourcenar, de 84 a?os, falleci¨® ayer a las dos de la madrugada (hora peninsular) en el hospital Bar Harbor, en el Estado de Maine (Estados Unidos), cerca de su residencia en la isla de Mount Desert, a consecuencia de un ataque cardiaco. Yourcenar, que resid¨ªa en Estados Unidos desde hace 40 a?os, fue ingresada hace unas semanas en el hospital por problemas de coraz¨®n. "Ella muri¨® en paz", declar¨® J. E. Murley, la enfermera de servicio. La autora de Memorias de Adriano hab¨ªa nacido en B¨¦lgica y ten¨ªa nacionalidad norteamericana y francesa. Semanas antes de ser ingresada preparaba el tercer tomo de sus memorias. El pasado mes de octubre fue galardonada en Estrasburgo (Francia) con el premio al escritor europeo del a?o. Tanto el presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand, como el primer ministro, Jacques Chirac, lamentaron la muerte de la autora de Archivos del Norte.
Marguerite de Crayencour, m¨¢s conocida por el anagrama de su apellido, es la primera mujer que ha entrado en la Academia Francesa (despu¨¦s de una misoginia que se prolong¨® por espacio de 346 a?os), o "la primera mujer inmortal", seg¨²n gustan decir algunos parisienses. Para ello fue preciso que recuperara la nacionalidad francesa, gesti¨®n que facilit¨® el anterior presidente ?de la Rep¨²blica, Giscard d'Estaing, que quiso estar presente en su toma de posesi¨®n del sill¨®n vene rable.Marguerite Yourcenar hab¨ªa adoptado la nacionalidad norteamericana a partir de su instala ci¨®n en Estados Unidos durante la II Guerra Mundial, pero, aunque hab¨ªa nacido en Bruselas hija de padre franc¨¦s y de madre belga, pas¨® buena parte de su juventud en el Flandes franc¨¦s.
Por su lengua ("la ¨²nica patria para el escritor", seg¨²n Michel Tournier, otro acad¨¦mico) jam¨¢s dej¨® de ser una escritora plenamente francesa. En el pueblecito de Mont-Noir, en el departarnento del Norte, donde hay un peque?o museo dedicado a la autora de Archivos del Norte, conservaba todav¨ªa a dos viejas amigas de juventud, a las que visitaba regularmente cada vez que viajaba a Europa.
"Antes de morir quisiera ver otra vez los jacintos azules de Mont-Noir", le hab¨ªa dicho al al calde del pueblecito en su ¨²ltima visita. El alcalde le mand¨® a Petite Plaisance, su propiedad en la isla de Mont Desert (Estado de Maine), unos bulbos de los jacintos a?orados.
Peque?a joya
Marguerite Yourcenar, francesa por parte de padre y por parte de lengua, volvi¨® a serlo en los papeles en 1981 para poder entrar en la Academia. Pero lo era tambi¨¦n por los lectores. Dos obras suyas, Memorias de Adriano y Opus nigrum, han sobrepasado largamente los 600.000 ejemplares de venta en Francia. En Par¨ªs se debe concentrar la masa m¨¢s importante de lectores suyos y est¨¢ tambi¨¦n su editor, Gallimard, que acaba de ofrecer a los yourcenaristas incondicionales el ¨²ltimo libro de la escritora, una peque?a joya donde Yourcenar regala a sus lectores con una antolog¨ªa de peque?os textos que le han acompa?ado a lo largo de muchos a?os.
El corto pr¨®logo a esta selecci¨®n fue escrito hace un a?o y medio, cuando fue hospitalizada por primera vez, y es en el fondo un homenaje a su secretario, Jerry Wilson, fallecido a los 36 a?os, que le hab¨ªa acompa?ado en sus viajes en los ¨²ltimos a?os, despu¨¦s de la desaparici¨®n de su amiga del alma Grace Frick.
El t¨ªtulo de esta obra es La voz de las cosas, y en ¨¦l hay numerosas traducciones realizadas por la propia escritora, acompa?adas por las fotos de Wilson. Pero lo m¨¢s interesante es que se trata de un aut¨¦ntico breviario de meditaci¨®n sobre el mundo, la vida y la muerte, en el que se hallan textos orientales y evang¨¦licos, versos de grandes poetas y de cantantes contempor¨¢neos. En ellos Yourcenar parece querer descubrir a sus lectores el secreto casi religioso de su vida y del estoicismo que le permit¨ªa tener preparada, en su jard¨ªn de Monts-D¨¦serts una placa de m¨¢rmol negro que hasta ayer dec¨ªa "Marguerite Yourcenar, 1903-19...".
La recepci¨®n en la Academia en 1981, recuperada plenamente como escritora francesa y como mujer, fue retransmitida en directo por la televisi¨®n. Desde entonces, ninguna otra mujer ha entrado bajo la c¨²pula de los supuestos inmortales.
Yourcenar no se acerc¨® nunca m¨¢s al edificio del quai de Conti, donde est¨¢ la instituci¨®n, en homenaje a las palabras pronunciadas antes del reconocimiento por la cultura oficial. "Los acad¨¦micos", hab¨ªa dicho, "son unos payasos, y las mujeres no tienen nada que hacer all¨ª". La notoriedad de su incorporaci¨®n a la asamblea masculina de las letras oficiales le proporcion¨® la popularidad y la veneraci¨®n que hasta entonces compart¨ªan s¨®lo los lectores m¨¢s advertidos.
Homenaje de Chirac
El primer ministro franc¨¦s, Jacques Chirac, al conocer ayer la noticia, rindi¨® homenaje a la escritora y asegur¨® que su obra es "una lecci¨®n sobre la moral y el poder", en referencia obvia a sus Memorias de Adriano, su obra m¨¢s popular, principalmente entre los dirigentes pol¨ªticos. El presidente de la Rep¨²blica, Fran?ois Mitterrand, manifest¨® ayer que con la muerte de Yourcenar desaparec¨ªa "una de las grandes escritoras de este siglo".
Pero ninguno de los acad¨¦micos y escritores consultados ha sabido explicar la influencia y el lugar exacto de Yourcenar en las letras francesas. No era una escritora parisiense, no realizaba ninguna vida social en sus espor¨¢dicos viajes a la capital francesa, no cultivaba ni los salones ni las amistades gremiales. Pero su obra es como una lejana y brillante estrella, quiz¨¢ una de las mayores, surgida de la nebulosa de la literatura francesa: solitaria, singular y ¨²nica.
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