El apasionante Pogorelich
Las Juventudes Musicales de Madrid han cerrado, del modo mis espectacular, su a?o musical 1987 con un recital del apasionante Ivo Pogorelich, celebrado anteayer en el teatro Real.Si de alg¨²n int¨¦rprete puede decirse con exactitud que es apasionante, ese int¨¦rprete es el yugoslavo Ivo Pogorelich. Su arte y su estilo, su modo de pensar la m¨²sica y de realizarla, suponen para unos el no va m¨¢s, mientras otros tuercen el gesto con displicencia y se niegan a admitir en el pianista hasta los dones m¨¢s evidentes.
Sucede siempre con quienes son capaces de arriesgarse a la originalidad y Pogorelich aborda las sonatas de Beethoven, Scriabin o Chopin desde un criterio renovado, supersensible y altamente po¨¦tico que si hereda bastante de los antiguos monstruos virtuosistas, se sit¨²a en el centro msmo de la sensibilidad contempor¨¢nea. Rara vez escuchamos en la Sonata 111 de Beethoven, sobre la exaltaci¨®n de los componentes l¨ªrico-dram¨¢ticos, la m¨¢s exacta y sutil matizaci¨®n del color. En pocas ocasiones nos encontraremos ante un juego m¨¢s rico de contrastes y una flexibilidad en los tiempos a la vez libre y nada improvisada. Quiz¨¢ por su mismo talante personal se ve en Pogorelich a un inspiracionismo que, a¨²n existiendo, no es moment¨¢neo, sino producto de largos an¨¢lisis: los necesarios para llegar a esa incre¨ªble arietta o ese adagio final, en Beethoven; para hacer de la Marcha f¨²nebre y del ¨²ltimo tiempo en la segunda sonata chopiniana, lecci¨®n depuradora de tantas gangas conceptuales y t¨¦cnicas como ha venido sufriendo a lo largo del tiempo y los pianistas.
Recital de piano
Int¨¦rprete: Ivo Pogorelich. Obras de Beethoven, Scriabin y Chopin. Teatro Real. Madrid, 21 de diciembre.
La exigente minuciosidad de Pogorelich, su mismo ensimismamiento, que es aquilataci¨®n de valores fundamentales internos y m¨ªnimos accidentes, el convertir cada versi¨®n en aut¨¦ntico hecho musical de tanta valoraci¨®n sonora como afectiva, el misterio de saber aplicar al romanticismo algunas de las consecuencias que produjo en la m¨²sica posterior, puede cuajar en una sonata chopiniana como la escuchada ahora. ?Cu¨¢ntas posibilidades din¨¢micas tiene la po¨¦tica pian¨ªstica de Pogorelich? Por lo menos, tantas como las que tiene su agudeza a la hora de desentra?ar hasta la ¨²ltima raz¨®n de ser de cada partitura.
No hay, pues, motivo en Pogorelich para la gran discusi¨®n, aunque la provocara desde el mismo comienzo de su carrera o, para ser m¨¢s exacto, los primeros que no supieron comprenderle hasta negarle un premio merecido. Basta con abrir bien los o¨ªdos y el esp¨ªritu y recordar que no existen en interpretaci¨®n verdades inmutables. En todo caso, las de Pogorelich figurar¨¢n siempre entre las m¨¢s altas y art¨ªsticas.
Babelia
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