A Nixon le preocupan m¨¢s las armas convencionales que las at¨®micas
El ex presidente de EE UU analiza la nueva distensi¨®n de Reagan y Gorbachov
Richard Nixon hizo la siguiente recomendaci¨®n al Senado de Estados Unidos: "Ratifiquen el tratado de eliminaci¨®n de armamento nuclear de alcance corto e intermedio, pero aseg¨²rense de no firmar ning¨²n acuerdo posterior de control de armamento estrat¨¦gico, a menos que vaya ¨ªntimamente ligado a una reducci¨®n en Europa de las fuerzas convencionales de la OTAN y del Pacto de Varsovia". No obstante, el ex presidente norteamericano dijo que no cre¨ªa que el Senado de Estados Unidos debiera limitase simplemente a poner su sello en el tratado.
En el transcurso de dos largas entrevistas -una antes de la cumbre de Washington y la otra despu¨¦s- propuso demoledoras enmiendas que necesitar¨ªan ser negociadas de nuevo con Mosc¨², pero manifest¨® que el Senado pod¨ªa, y de hecho deb¨ªa, utilizar el proceso de ratificaci¨®n para corregir el exceso de importancia concedido al control del armamento nuclear que, por instigaci¨®n de Gorbachov, se hab¨ªa convertido en el tema central de la diplomacia Este-Oeste.En opini¨®n de Nixon, "es esencial que el senado exprese su punto de vista sobre la necesidad de incluir la superioridad convencional sovi¨¦tica, adem¨¢s de los problemas regionales, como Afganist¨¢n y Nicaragua". Este decidido practicante de la realpolitik dijo: "El Senado debe aprobar una resoluci¨®n que ligue futuros acuerdos sobre armas estrat¨¦gicas con progresos sobre las fuerzas convencionales en Europa".
Despu¨¦s de todo, fue la enorme superioridad sovi¨¦tica en blindados y artiller¨ªa lo que en un principio hizo necesario desplegar el armamento nuclear norteamericano en el continente, dijo Nixon, y a?adi¨®: "Hay que eliminar las causas antes de tratar de las consecuencias".
Nixon no ocult¨® su gran preocupaci¨®n por el hecho de que la influencia de Mijail Gorbachov sobre el programa diplom¨¢tico EE UU-URSS est¨¢ siendo cada vez mayor. "La cumbre trat¨® solamente su programa", dijo. Seg¨²n Nixon, en vez de "obsesionarse con el control de armamento, Estados Unidos deber¨ªa dar prioridad al tema de las causas reales de la guerra, por ejemplo, a la cuesti¨®n regional".
Un republicano leal, "un hombre de partido", como ¨¦l mismo se define, el ex presidente no critica abiertamente a Reagan. Mientras, por un lado, apoya y conf¨ªa en los esfuerzos de Reagan para distender la relaci¨®n EE UU-URSS, Nixon no tiene la misma opini¨®n de los asesores clave del presidente, y se siente relativamente inquieto ante el giro que est¨¢ dando la relaci¨®n de las superpotencias.
Su preocupaci¨®n no es precisamente el tratado firmado a principios de mes, aunque a ¨¦l le hubiera gustado dejar en Europa un reducido n¨²mero de misiles norteamericanos para reafirmar la disuasi¨®n nuclear, y le hubiera gustado tambi¨¦n ligar la eliminaci¨®n de misiles de alcance intermedio (INF) con las negociaciones para equilibrar la superioridad sovi¨¦tica en fuerzas convencionales.
Hecho consumado
No obstante, Nixon fue el primero en reconocer que el revuelo causado por el, tratado carece de sentido. El tratado INF es un hecho consumado y como tal hay que considerarlo, dijo. Seg¨²n sus propias palabras, "ser¨ªa una irresponsabilidad por parte de los miembros del Senado votar en contra del tratado, pues su rechazo crear¨ªa una situaci¨®n ca¨®tica en Europa".En lo concerniente al tema regional, Nixon evit¨® recomendar ning¨²n tipo de conexi¨®n expl¨ªcita con la reducci¨®n de armamento estrat¨¦gico, pero sugiri¨® que el Senado "presionara fuertemente" en su resoluci¨®n de ratificaci¨®n del INF para que la cuesti¨®n regional "fuera el tema principal del programa de negociaciones EE UU-URSS y que se explicara la conexi¨®n objetiva entre sus acuerdos y la aprobaci¨®n, por parte del Senado, de las futuras decisiones sobre control de armamento".
A la pregunta de si la Administraci¨®n Reagan tendr¨ªa tiempo suficiente para concluir un tratado de armamento estrat¨¦gico con el Kremlin, Nixon respondi¨® que EE UU nunca deb¨ªa negociar presionado por el tiempo. Dijo que cre¨ªa que el presidente Reagan "no ceder¨¢ ante eso simplemente para poder firmar un acuerdo en la cumbre proyectada para mayo o junio de 1988 en Mosc¨²". "No quiero que le suceda a Reagan lo mismo que le sucedi¨® a Carter; no quiero que llegue a firmar un acuerdo que el Senado tenga que rechazar", dijo Nixon.
Expres¨® su preocupaci¨®n, a tenor de la informaci¨®n que hab¨ªa trascendido al p¨²blico, de que el naciente acuerdo sobre armamento estrat¨¦gico no fuera realmente provechoso para Estados Unidos. Su preocupaci¨®n tiene dos aspectos.
Primero, dijo que no le gustaban las cifras que hab¨ªa visto hasta la fecha, las cuales suge r¨ªan que el acuerdo "no va a afectar a la capacidad sovi¨¦tica de un primer ataque" contra los misiles con base en tierra norteamericanos", Seg¨²n Nixon, aparentemente, "la proporci¨®n entre los mis?les nucleares estrat¨¦gicos sovi¨¦ticos y los norteamericanos", sobre todo, los ICBM de los silos subterr¨¢neos, no va a cambiar mucho.
La letra peque?a
Lo que le preocupa es que la simple reducci¨®n en un 50% de los arsenales sovi¨¦tico y norteamericano, en s¨ª misma, no mejorar¨¢ el equilibrio estrat¨¦gico; no hace menos probable una guerra nuclear. Dijo, adem¨¢s, que no estaba convencido de que la Administraci¨®n Reagan prestara demasiada atenci¨®n a la letra peque?a, a esos l¨ªmites inferiores de los ICBM sovi¨¦ticos que podr¨ªan reducir realmente la amenaza contra la rama con base en tierra de la tr¨ªada estrat¨¦gica norteamerica.Segundo, Richard Nixon mostr¨® su preocupaci¨®n porque un tratado que implica una reducci¨®n del 50% en el armamento estrat¨¦gico va a causar una gran euforia, pero no va a suponer ninguna aportaci¨®n a la seguridad norteamericana. Coment¨® que ya con el Detente I, del cual ¨¦l era uno de los padres fundadores, ya se hab¨ªa producido "demasiada euforia". Pero esta vez la euforia es enorme, totalmente desproporcionada en relaci¨®n con lo realmente conseguido entre Washington y Mosc¨².
La fiebre Gorbachov no afect¨® a Richard Nixon, que tuvo tina larga entrevista el verano pasado en Mosc¨² con el dirigente sovi¨¦tico y qued¨® impresionado por la inteligencia, creatividad y confianza en s¨ª mismo del secretario general. De todas formas, seg¨²n Nixon, la personalidad de los dirigentes es menos importante que los intereses nacionales, las ideolog¨ªas pol¨ªticas y las tradiciones hist¨®ricas, y hace hincapi¨¦: en que todo lo que hace y dice Gorbachov lo presenta como un "comunista duro y dedicado".
Nixon, al que durante su ¨¦poca en el poder le gustaban los tira y afloja pol¨ªticos, dijo que le hab¨ªa sorprendido el "rechazo del l¨ªder sovi¨¦tico a recibir un no por respuesta en su determinada carrera por alcanzar los objetivos nacionales sovi¨¦ticos". Pero a pesar de sus alabanzas a las habilidades del secretario general, Nixon no est¨¢ convencido de que la ascensi¨®n al poder de Gorbachov sea una bendici¨®n incondicional para Estados Unidos.
Es m¨¢s, Nixon expres¨® su disgusto porque, de nuevo, el pueblo norteamericano -no s¨®lo la Administraci¨®n Reagan- "parece sentir una prisa incontrolada por promover la paz con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, ignorando las lecciones de la historia, que nos recuerdan, una y otra vez, las diferencias fundamentales entre Rusia y Estados Unidos", diferencias que no se pueden empapelar (por lo menos hasta dentro de bastante tiempo) con acuerdos muy llamativos, pero ineficaces.
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