Lucien Freud, nieto del creador del psicoan¨¢lisis, expone en Paris paisajes, interiores y retratos
Lucien Freud, nieto del creador del psicoan¨¢lisis, es un artista alem¨¢n, aunque de nacionalidad brit¨¢nica, cuya obra pict¨®rica ha seguido un camino propio m¨¢s all¨¢ de las vanguardias. El Centro Georges Pompidou expone hasta el 24 de enero una muestra de la inquietante obra pict¨®rica de Freud: un mont¨®n de trapos sucios junto a una figura elegante y abstra¨ªda (la del bar¨®n Thyssen), una rata en la mano derecha de un joven desnudo que muestra su sexo...
Hace m¨¢s de un siglo, el esc¨¢ndalo o la hilaridad, adem¨¢s de las reacciones airadas de los cr¨ªticos, las produc¨ªan las obras de vanguardia, aquellas que no se entend¨ªan, incomprensibles porque romp¨ªan los esquemas al uso.Pero el mundo evoluciona y se transforma, algunas veces de una forma un poco rara, y lo que hoy produce ira, e incluso que algunos se rasguen las vestiduras, es que un museo exponga la obra de un pintor que precisamente no es de vanguardia, lo que resulta todav¨ªa m¨¢s incomprensible teniendo en cuenta que, seg¨²n el dogma posmoderno, las vanguardias han muerto de muerte natural y estamos sumergidos en una ¨¦poca en la que el ecleptismo, convertido en ley (partidista), transforma muchas obras en un amasijo m¨¢s o menos v¨¢lido y coherente de citas y referencias a la historia de la cultura.
La piedra de esc¨¢ndalo es un pintor alem¨¢n de nacionalidad brit¨¢nica, Lucien Freud (Berl¨ªn, 1922) -su familia, huyendo de los nazis, se traslad¨® a Londres cuando Hitler lleg¨® al poder en 1933-. Es nieto de Sigmund Freud, lo que a?ade todav¨ªa m¨¢s picante a la historia. Haciendo caso omiso de modas y decretos, pinta imperturbable, sin otras influencias ni referencias que las que todo artista acumula consciente o inconscientemente a lo largo de su carrera: paisajes (lo menos interesante de la muestra), interiores (realistas al extremo), animales (perfectamente observados), autorretratos, retratos y, sobre todo, desnudos, a los que llama "retratos desnudos", abundantes en esta muestra que re¨²ne 81 obras desde 1947 hasta hoy. De una pintura plana, detallada y minuciosa donde prima el dibujo y dif¨ªcilmente puede percibirse el rastro de la pincelada, a caballo entre los primitivos alemanes y la nueva objetividad, tambi¨¦n alemana -como en Joven con rosas, de 1947-1948-, Freud evoluciona luego hacia una forma de hacer m¨¢s vigorosa y libre, m¨¢s f¨ªsica a la vez que m¨¢s luminosa, aunque su paleta no sea nunca brillante, pues el mundo que representa es un mundo m¨¢s bien cerrado sobre s¨ª mismo donde no reina precisamente la alegr¨ªa de vivir.
Un mundo solitario y extra?o hasta la inquietud, producida esta ¨²ltima, sin duda, en parte por la manera de situar los motivos en el interior del cuadro (a lo Degas), su realismo sin concesiones y esas turbadoras asociaciones que a veces surgen en su obra: un mont¨®n de trapos sucios junto a una figura elegante y abstra¨ªda (la del bar¨®n Thyssen), una rata en la mano derecha de un joven desnudo tumbado en un sof¨¢ con las piernas completamente abiertas mostrando su sexo, que se convierte pr¨¢cticamente en el motivo del cuadro, pues ocupa su centro geogr¨¢fico y es lo primero que inevitablemente se percibe. Algo que Lucien Freud repite tambi¨¦n en los desnudos de mujeres, de carnes apretadas, musculosas y un tanto masculinas, quienes, como los hombres, posan en un gesto de abandono, sin preocuparse en absoluto del ojo que les observa, mostrando su sexo sin pudor pero tambi¨¦n sin exhibicionismo alguno. Quiz¨¢ resida en esto el malestar que muchos experimentan ante la obra de Freud, pues su contemplaci¨®n convierte casi inevitablemente al espectador, sobre todo si ¨¦ste es pudibundo, en un voyeur sin defensa, pues nada hay en el cuadro que pueda distraerle o dispersar su atenci¨®n, dado que Freud es conciso, directo y, al l¨ªmite, cruel.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.