El d¨ªa despu¨¦s
EN UNA cosa tienen raz¨®n los dirigentes de Herri Batasuna: todo el mundo, en Euskadi, est¨¢ tomando posiciones "para el d¨ªa despu¨¦s". Todo el mundo: Herri Batasuna, tambi¨¦n. El d¨ªa despu¨¦s: aquel en que ETA deje de ser el factor condicionante por antonomasia de la pol¨ªtica vasca. Ese d¨ªa puede estar pr¨®ximo o lejano, pero, ya se tome como punto de referencia el atentado de Hipercor o la detenci¨®n de Santi Potros, la cuenta atr¨¢s ha comenzado. El reloj que va descontando las horas podr¨¢ todav¨ªa experimentar retrasos, pero no se detendr¨¢. Todos los acontecimientos que se produzcan en el per¨ªodo que se ha abierto estos meses, incluidos los previsibles nuevos atentados de ETA; se inscriben en una l¨®gica cuyo sentido es el de ir reduciendo, paulatinamente o a grandes saltos, la influencia de ETA en la vida social y pol¨ªtica de Euskadi. El atentado de Zaragoza interrumpi¨® el proceso por el que la sociedad vasca comenzaba a sacudirse las ataduras que la paralizaron durante a?os, pero es m¨¢s que probable que ese proceso seguir¨¢. Se expresa en s¨ªntomas tan diversos como la creciente racionalizaci¨®n de las relaciones entre los partidos o la mayor libertad de la gente para hablar de aquello que permaneci¨® sabido pero oculto durante a?os.No puede decirse que las revelaciones sobre la intervenci¨®n directa de ETA en los organismos y partidos que giran en su ¨®rbita hayan sorprendido a nadie, por m¨¢s que esta vez las pruebas sean m¨¢s concluyentes. La novedad reside en que ahora se habla en voz alta de aquello que antes s¨®lo era musitado. Y las confusas protestas de independencia lanzadas por algunos conspicuos portavoces del radicalismo abertzale a nadie impresionan. Eso no ocurr¨ªa antes. Bastaba que esos portavoces afirmasen que todo era un montaje del enemigo secular para que la duda hiciera vacilar a las m¨¢s s¨®lidas conciencias.
Herri Batasuna se ha consolidado como tercera fuerza electoral de Euskadi (segunda, si se consideran los resultados de Navarra). Su presencia institucional es, por eso, considerable. Pero su influencia en la realidad social y pol¨ªtica se manifiesta m¨¢s en su capacidad para obstaculizar las iniciativas de los dem¨¢s que en su peso propio en aquellos terrenos que m¨¢s preocupan a los ciudadanos: paro, sanidad, droga, seguridad ciudadana. En el Pa¨ªs Vasco, con una tasa de desempleo superior a la media nacional, con enormes desequilibrios sociales y graves problemas de convivencia, hay un considerable espacio para corrientes radicales de izquierda. Pero Herri Batasuna es incapaz de traducir a la pr¨¢ctica pol¨ªtica el peso que le dan sus votos. La radicalidad que recoge tiende a agotarse en batallas como la de las banderas o iniciativas ret¨®ricas de distinto tipo. En este marco, sectores de HB se preparan, todav¨ªa desde la confusi¨®n, para el d¨ªa despu¨¦s. Si algo indican los papeles difundidos estos d¨ªas, as¨ª como el congreso de su principal fuerza organizada, el Partido Popular Socialista Revolucionario (HASI), es que hay quien ve con creciente desconfianza la agobiante influencia de ese partido en la coalici¨®n, y que sectores de HASI est¨¢n en desacuerdo con la supeditaci¨®n incondicional a ETA. Se trata de dos manifestaciones paralelas, en diferente nivel, de un mismo fen¨®meno. La puesta en cuesti¨®n de una estrategia militarista que ahoga las posibilidades de incidencia real en la sociedad vasca.
En ese contexto, nada contribuir¨ªa tanto a recomponer la autoridad de ETA y a quebrar la esbozada tendencia a la emancipaci¨®n de su tutela como la ilegalizaci¨®n de HB. Independientemente de las razones jur¨ªdicas que se exhiban, permanece la cuesti¨®n pol¨ªtica. Doscientos mil vascos vienen dando sus votos a HB. Y para desgastar el apoyo indirecto al terrorismo es tan necesaria la acci¨®n policial contra ETA como el mantenimiento de la oferta que la democracia hace a todos los disidentes: la de que cualquier idea es defendible en el marco de la legalidad siempre que ello se haga pac¨ªficamente.
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