A?o Viejo y A?o Nuevo
El A?o Viejo y el A?o Nuevo se encontraron en un punto, lo cual, aunque es admisible desde la est¨¦tica de las encrucijadas o la geometr¨ªa de la intersecci¨®n, es un imposible cronol¨®gico, por barato que sea el reloj con el que comprobemos la frase falaz con que se inicia este escrito.Pero prosigamos, ya que sin la noble asunci¨®n del truco no habr¨ªa magia, y sin magia, ?qui¨¦n dar¨ªa por buena la prestidigitaci¨®n? En fin, perd¨®n por la fraseolog¨ªa y la mandanga: son efectos residuales del champa?a.
A?o Viejo. ?Vaya, otro que tal baila!
A?o Nuevo. Y usted, ?qui¨¦n diablos es, con esa pinta de muerto y esa facha fatal?
A. V. Yo soy t¨² dentro de 12 meses, como t¨² eres yo hace otros tantos.
A. N. Demasiada filosof¨ªa para mi coco.
A. V. Filosof¨ªa es palabra antigua. Y coco, moderna, relativamente, pero tampoco tuya, que a¨²n no deber¨ªas saber hablar.
A. N. ?Anda, ¨¦ste! ?Y t¨² c¨®mo es que a¨²n vacilas desde la bacalada tiesa de tu cad¨¢ver?
A. V. (Aparte.) Creo que ni yo soy tan anciano, ni ¨¦ste tan ni?o. Algo me huele a raro en el Tiempo, el muy manipulador, el muy instrumentalista, el muy continuador de soslayos, el muy enigm¨¢tico. (De viva voz.) Algo huele a podrido en Dinamarca. ?Te suena la frase?
A. N. Pues s¨ª. Me suena a teatro, me suena a campana seca con badajo de esparto, me suena a esti¨¦rcol de Estado y me suena a metempsicosis, palabra que tengo que mirar en la enciclopedia.
A. V. Lo que me dec¨ªa para mis adentros o afueras en un aparte: que ambos, creo, t¨² y yo, hermano, somos entes de ficci¨®n y miembros equivalentes y sucesivos de un caramelo estirable, goma extensible hasta sabe Dios cu¨¢ndo. En fin, un eje espiralado de esos que parece que avanzan sin moverse del sitio: un sin fin.
A. N. O sea...
A. V. Tramos equivalentes y sucesivos de una misma aleaci¨®n.
A. N. No entiendo.
A. V. Aleatoriedad.
A. N. Menos.
A. V. Azar, necesidad o confabulaci¨®n. Vaya usted a saber.
A. N. Pero es que ni palabra, oiga. Ustedes, los viejos, ?hablan todos as¨ª? ?O s¨®lo en la fase espectral o propiamente fiambre?
A. V. ?Ah, hijo m¨ªo, o mismo yo reciclado, o lo que seas! Veo que la corrosi¨®n verbal comienza a constituirte y a descomponerte. Pronto empezar¨¢s a hacer versos, panfletos, discursos. Y as¨ª, palabra tras palabra tras palabra, hasta la tentaci¨®n ingenua y finalista de los tratados, los anales y las memorias m¨¢s o menos testamentarias o res¨²menes de fin de a?o. Veo que no s¨®lo al principio fue el verbo, sino que lo ser¨¢ al final de los d¨ªas y siempre de los siempres, durante la duraci¨®n de lo durable, finito simple, apocalipsis compuesto o agujero negro, si es que los vapores de la Nochevieja me dejan ver claro. Aviados estamos, camarada. Dios es fil¨®logo antes que fraile, que dijo el otro. Y si no lo dijo, lo digo yo, aunque no sepa muy bien lo que me digo, como todos los sabios.
A. N. Demasiado p¨¢rrafo para un agonizante con cerebro seco y para mi distra¨ªda atenci¨®n. Yo miro sobre todo hacia adelante. Y no me paro a escuchar, ni atender¨¦ en muchos meses, cantos de sirena disecada.
A. V. L¨®gico, y ?ay de ti si ya nacieses paral¨ªtico y l¨²cido!, mi querido heredero y sucesor.
A. N. ?Peste de palabrer¨ªa vana! Yo vengo sobre todo a actuar.
A. V. Me suena esa frase.
A. N. A cambiar.
A. V. Me resuena.
A. N. Ya est¨¢ bien de explicar el mundo, viejo. Ahora se trata de transformarlo.
A. V. ?Esta s¨ª que es buenal Si me admites un consejo, que no me lo admitir¨¢s, mira de paso en la enciclopedia eterno retorno y reencarnaci¨®n del esp¨ªritu. Y dos (tambi¨¦n inatendible por antropofagia generacional e instinto de regeneraci¨®n, previo derribo de lo actuado): yo que t¨² me abstendr¨ªa de reteorizar en los congresos, no sea que vayas a tener problemas de anacronismo, derrotismo, hipertrofia de pr¨®stata, insuficiencia mental y subversi¨®n.
A. N. Si llego a saber que me iba a topar con usted, viejo loco, habr¨ªa dado un rodeo. Lo peor que le puede pasar a un moderno es ponerse a hablar con un antiguo, y ¨¦sta es una primera sabidur¨ªa propia o frase c¨¦lebre que me coloca ya al menos un par de minutos, si no es de canas, en mi vida virginal y terso cr¨¢neo.
A. V. Si yo no te pasase el testigo, t¨² no seguir¨ªas con la antorcha hasta el punto de soldadura con el siguiente improvisador ol¨ªmpico. Alguien, algo, hace inevitable este absurdo encuentro en este cruce invisible, mientras la gente bobalicona se toma las 12 uvas y se considera maravillosa e inmortal.
A. N. Yo soy el futuro, y punto. Por si se quiere usted enterar.
A. V. Yo soy el pasado, supongo. Quiero decir, fui.
A. N. Y s¨®lo me interesan el presente y los presentes.
A. V. Pues ah¨ª lo tienes y ah¨ª los ves. Que lo disfrutes con salud y te los comas con patatas.
A. N. Eso son vulgaridades que tambi¨¦n me suenan, retumban, reluctan y repeluznan en mi sensibilidad menos empa?ada, y quiero creer que inmune, a su aliento letal. ?Quiere echar el cierre de una vez a su coma profundo y dejar que su silla de ruedas prosiga su higi¨¦nico declive hasta el Averno?
A. V. ?Puaf de ret¨®rica! Y bueno viene el chaval. Cu¨ªdate, mientras puedas, de la erudici¨®n y los espejos.
A. N. ?Paso, aparta y mu¨¦rete ya! ?Todos los viejos sois tan insoportables y polif¨¦nicos?
A. V. Los viejos somos, sobre todo, antiest¨¦ticos. No digamos los muertos.
A. N. Borro lo escuchado y me dispongo en mi corcel blanco a irrumpir en la llanura verde, ancha, interminable. Todo es luz y dise?o. Comienza mi trote estrellado y mi galope de ¨¦xitos. (El A?o Nuevo es un tropel de oro y un fulgor de enero que viene sonriente hacia nosotros.)
El A?o Viejo ya no dice nada, porque, por muy complaciente que sea el Tiempo en este tradicional cambio de impresiones entre quien viene y quien se va, no va a permitir al pesimismo que venza al optimismo. Ni transigir con que la experiencia saliente (acumulaci¨®n de errores, seg¨²n Shakespeare) desanime a las expectativas entrantes (nuevo fil¨®sofo de Par¨ªs a¨²n in¨¦dito).
Alg¨²n tufo queda en el aire de estas conversaciones viciadas entre seniles rumiadores sin dientes y tiernos p¨¢rvulos de incisiva masticaci¨®n l¨¢ctea. Las instituciones correspondientes pasan en seguida estos di¨¢logos a perecederos microfilmes problem¨¢ticamente consultables de las ya m¨¢s que atestadas y repetitivas bibliotecas, sellables por sobrecarga o fuego purificador de Alejandr¨ªa.
El A?o Viejo hace ya horas que ha sido barrido de la televisi¨®n y de la Puerta del Sol. El A?o Nuevo, esplendente, es un faro de esperanzas en lo m¨¢s erecto del promontorio y campa y caracolea, en los albores del nuevo calendario, por sus respetos, fueros y huevos.
El t¨¦cnico de sonido que ha grabado esta conversaci¨®n, m¨¢s el fot¨®grafo de guardia, m¨¢s quien esto ha escrito, que no son ni j¨®venes ni viejos y que, como buenos profesionales, asisten a los relevos y a los actos solemnes con la santa paciencia de quienes tienen un o¨ªdo atento a lo que por ¨¦l entra y la oreja contraria y salidera, lista a expeler nubes que fueron lluvia, paran el magnet¨®fono, archivan lo revelado y olvidan lo transcrito, como si todo y nada fuese a pasar o a no ocurrir en este mundo herm¨¦tico que, carn¨ªvoro y vegetariano, giratorio y quieto, se dirige imperturbable, seg¨²n dicen, hacia la misteriosa constelaci¨®n de H¨¦rcules.
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