Castigo
Perd¨®n, pero no entiendo la sentencia, los seis a?os y seis meses de Mar¨ªa Ascenci¨®n, la parricida. No es que una piense que todas las mujeres sojuzgadas que en el mundo son, y hay cantidad, deban rajar a sus maridos. De modo que s¨ª, de acuerdo, hay que condenar el hecho, porque la muerte de todo ser humano es una calamidad y una tristeza. Pero hay maneras de condenar m¨¢s constructivas. No estoy inventando nada: un juez brit¨¢nico que vio hace poco un caso semejante opt¨® por una sentencia m¨¢s o menos simb¨®lica que no implicaba c¨¢rcel. Seis a?os y seis meses es un castigo exorbitante para una mujer tan castigada.Todo el pueblo de Ondara conoc¨ªa la manera en que el difunto torturaba a Mar¨ªa Asunci¨®n. Se me ocurre que los Excelent¨ªsimos Se?ores Jueces que han visto la causa no deben de tener mucha idea de lo que es vivir en el infierno durante largos a?os, deshaci¨¦ndose d¨ªa a d¨ªa en el terror y la desesperaci¨®n de saberse atrapada y sin salida. Me parece que Sus Se?or¨ªas no calculan los da?os psicol¨®gicos que produce el tormento continuo ni c¨®mo la desesperanza se pudre en el interior de las personas. De ah¨ª, quiz¨¢, que hayan rechazado las eximentes de trastorno mental y miedo insuperable.
Pero lo que m¨¢s me desasosiega es la explicaci¨®n que han dado para denegar la leg¨ªtima defensa. Dicen los jueces que la amenaza de muerte de Herrero contra su esposa "entraba dentro de la rutina" y que en este caso no existe agresi¨®n ileg¨ªtima. Se ve que las torturas f¨ªsicas y ps¨ªquicas de las mal casadas son una rutina dom¨¦stica, quiz¨¢ fastidiosa, pero leg¨ªtima. A la luz de este criterio, en fin, se entiende mejor la enormidad de la condena. Porque se trata de una sentencia ejemplar, pero se dir¨ªa que su ejemplaridad apunta al sostenimiento de la autoridad patriarcal, a la verticalidad viril de la familia. El juez brit¨¢nico, en cambio, prefiri¨® ejemplarizar el derecho a la dignidad de las personas. Son opciones distintas. Y la que han asumido nuestros magistrados me angustia y decepciona.
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