Mozambique, un pa¨ªs en llamas
Tras el recrudecimiento de las matanzas de civiles, los pa¨ªses occidentales aumentan la cooperaci¨®n militar con Maputo
Un tren con vagones repletos de civiles viaja el d¨ªa de A?o Nuevo hacia Maputo, la capital de Mozambique. Una mina colocada por los bandidos de RENAMO, la guerrilla bajo la protecci¨®n de Sur¨¢frica, estalla: 22 muertos. Dos meses antes, los bandidos atacaron dos columnas de 80 veh¨ªculos en Taninga, a unos 80 kil¨®metros de Maputo: 270 muertos; en Homoine, una aldea de campesinos, 400 civiles murieron en otra acci¨®n similar, en su mayor¨ªa a machetazos. Doce a?os despu¨¦s de haber logrado la independencia, Mozambique no tiene esperanzas de alcanzar la paz Los pa¨ªses occidentales, entre ellos Espa?a, comienzan a considerar las peticiones de Maputo para obtener asistencia militar.
Un oc¨¦ano en llamas del que emergen unos pocos islotes de paz. As¨ª definen en Maputo la situaci¨®n de Mozambique. Las islas son las ciudades de cemento. La RENAMO, la guerrilla que primero fue aliada del Gobierno racista de Rhodesia -actual Zimbabue- y ahora lo es del r¨¦gimen surafricano, no ejerce un control sobre parte alguna del territorio. Pero con sus acciones intermitentes ha obligado a casi dos millones de mozambique?os, de los 4,5 millones de la poblaci¨®n del pa¨ªs, principalmente campesina, a huir hacia las ciudades. Su objetivo, seg¨²n afirma, es el de derrocar el r¨¦gimen marxista del Frelimo, que gobierna actualmente al mando del presidente Joaquim Chissano."La guerrilla mozambique?a se caracteriza por una componente destructiva y cruel que no se detiene ante los ni?os, mujeres y ancianos; sus objetivos son principalmente civiles y no militares: hospitales, colegios, aldeas ... ; no tiene base tribal e ideol¨®gicamente, se declara anticomunista, pero no tiene un programa pol¨ªtico definido o conocido". Quien habla es Melissa Wells, embajadora norteamericana en Maputo desde el pasado agosto.
La etiqueta marxista
Su nombramiento en Maputo fue obstaculizado durante 11 meses por el sector ultra de los republicanos, encabezado por el senador Helins.
La raz¨®n, seg¨²n Melissa, es que en EE UU "se ha colocado la etiqueta marxista al r¨¦gimen mozambique?o, lo que autom¨¢ticamente ha puesto en marcha el apoyo al movimiento opositor de sectores como el de Helms". Pero ella considera que el "Gobierno de Chissano, que no cuenta con el apoyo de tropas sovi¨¦ticas o cubanas, ha demostrado su voluntad de di¨¢logo y de cambio".
Su opini¨®n es compartida por otras potencias occidentales, que ven con buenos ojos el empe?o de las autoridades mozambique?as por cumplir con las recetas econ¨®micas impuestas por el Fondo Monetario Internacional y su impulso a la empresa privada tras a?os de lo que han considerado err¨®nea planificaci¨®n estatal; en el campo pol¨ªtico, Mozambique mantiene los acuerdos de paz firmados con Sur¨¢frica en 1984, que, en cambio, han sido violados por Pretoria.
Melissa, 52 a?os, 30 de ellos al servicio de la diplomacia de su pa¨ªs, se ha hecho muy popular en Maputo, donde desde la perspectiva mozambique?a, se ha convertido en el s¨ªmbolo del giro hacia una mayor comprensi¨®n de su realidad por parte de la administraci¨®n Reagan.
Una de sus primeras acciones fue la de visitar Taninga poco despu¨¦s del ataque a dos coltimnas de 80 veh¨ªculos, de los cuales s¨®lo tres eran militares. "Fue horrible; lo que m¨¢s me impresion¨® fueron las latas de Coca-Cola vac¨ªas que rodaban alrededor de los autobuses carbonizados; ?los bandidos hab¨ªan celebrado un fest¨ªn en ese escenario de muerte!", comenta.
Entre los supervivientes de esta matanza se encuentra un cocinero de una casa particular en Maputo. "Viajaba en uno de los machimbombos con un amigo. De pronto, fue el infierno. Los bandidos prendieron fuego al veh¨ªculo. Disparaban para impedir que nadie huyera. Mi amigo y yo saltamos por una de las ventanas y yo logr¨¦ llegar hasta el matorral y esconderme. Mis ropas estaban empapadas de sangre. Al tirarme del autob¨²s ca¨ª sobre el cuerpo muerto de mi amigo, que hab¨ªan cosido a balazos", relata.
La cercan¨ªa de matanzas como la de Taninga a la capital, ha convertido a Maputo en un hervidero de rumores. Hay quien sostiene que se trata de una maniobra para estrechar el cerco en torno a la ciudad, y quien considera que no son m¨¢s que los actos desesperados de una remesa de guerrilleros en desbandada, desde el norte hacia Sur¨¢frica.
"Dada la situaci¨®n de dependencia econ¨®mica en la que se halla Mozambique respecto a Sur¨¢frica y su debilidad militar, ya estar¨ªa hundido si ello fuese el deseo de Pretoria", afirma un observador occidental. "Pero su apoyo a la RENAMO es una f¨®rmula barata de hostigar no s¨®lo al m¨¢s d¨¦bil de los miembros de la L¨ªnea del Frente contra el apartheid, sino a sus vecinos que no tienen salida al niar", a?ade.
Una guerrilla barata
La RENAMO, en efecto, cuenta s¨®lo con armamento ligero. Se calcula que s¨®lo hay unos 3.000 bandidos en Mozambique frente a los 10.000 soldados del ej¨¦rcito regular. Los bandidos, sin embargo, entrenados y lanzados al combate por la aviaci¨®n surafricana, estuvieron a punto de cortar en dos el pa¨ªs en una ofensiva del pasado a?o. Zimbabue tuvo que acudir en su ayuda con el despliegue de unos 12.000 soldados, y Tanzania con el env¨ªo de unos 1.000 soldados.
Pero no basta. Las ingentes inversiones realizadas por Occidente para salvar a Mozambique de la bancarrota se ven sometidas a la amenaza de las destrucciones de la RENAMO, a las que se unen las practicadas por grupos de bandoleros vulgares que asolan el pa¨ªs.
Por ello, empresas como la Lonrho defienden sus propiedades con fuerzas propias, cuya preparaci¨®n conf¨ªan a organiza-
ciones especializadas en seguridad. El Gobierno conservador de Margaret Thatcher est¨¢ contribuyendo a la formaci¨®n de cinco compa?¨ªas en una escuela militar que mantiene en el vecino Zimbabue; el objetivo es formar oficiales y soldados que se espera se hagan cargo en el futuro del ferrocarril que se est¨¢ reconstruyendo con ayuda brit¨¢nica. Espa?a, por primera vez, va a contribuir con un plan de cooperaci¨®n militar que ha causado gran expectaci¨®n en Maputo entre quienes son partidarios de ayudar en este campo a Maputo pero temen verse involucrados en un conflicto b¨¦lico.
"El problema de Mozambique es el ej¨¦rcito", reconoce un periodista local. "La moral est¨¢ muy baja porque lleva muchos a?os en guerra; su preparaci¨®n es deficiente; hay graves problemas de disciplina: ellos son los primeros en huir a la hora de hacer frente a un ataque", a?ade. Ello explica los insistentes rumores en Maputo seg¨²n los cuales nadie acudi¨® en ayuda de las columnas de Taninga, a pesar de que hay una guarnici¨®n militar a apenas 20 kil¨®metros del lugar de la matanza.
Por ello, el entrenamiento militar figura a la cabeza de las peticiones al mundo por parte del Gobierno de Chissano que tambi¨¦n se ha lanzado a una restructuraci¨®n del ej¨¦rcito. Porque, adem¨¢s, se tiene que enfrentar a otros problemas.
Indisciplina y hechiceros
Se dice en Maputo que los bandidos han logrado el favor de hechiceros, que, en este pa¨ªs donde reinan los ritos del vud¨², gozan de gran prestigio popular. Las autoridades militares mozambique?as, que luchan contra lo que califican de supersticiones, han iniciado una investigaci¨®n sobre las p¨®cimas halladas en algunos campamentos capturados a los bandidos. Tambi¨¦n se han interesado por los fetiches, a los que se atribuyen terribles maleficios, que los bandidos dejan abandonados en la selva, alrededor de los lugares donde se hallan sus escondrijos, y ante cuya vista los soldados se niegan a avanzar.
"No es la primera vez que se utilizan hechiceros en la guerra", afirma un ex oficial del Ej¨¦rcito mozambique?o que dice haber abandonado la vida militar "porque no quer¨ªa morir en el combate". "Cuando luch¨¢bamos por la independencia yo ten¨ªa un comandante que se esparc¨ªa por el cuerpo una p¨®cima que llevaba en una cantimplora; mientras los dem¨¢s nos ech¨¢bamos a tierra, ¨¦l desafiaba las balas a pecho descubierto porque ese aceite rechazaba las balas", explica el ex combatiente.
"La vida en el campo se ha vuelto imposible", afirma un estudiante en Maputo cuya familia reside en la provincia de Niassa. "Cuando no hay que huir de los bandidos hay que escapar de los soldados que se dedican a la rapi?a para poder subsistir porque el Gobierno no tiene dinero para pagarles y no le suministra ni botas ni comida", a?ade. As¨ª lo testimonia un misionero que se recupera de las heridas de bala que le hicieron los bandidos al atacar la aldea donde se hallaba su misi¨®n: "Cuando se retiraron, fui junto a dos religiosas a un puesto militar para pedir ayuda; cuando por fin dimos con ¨¦l, los soldados nos robaron todo lo que llev¨¢bamos".
El proyecto Matutine
Mozambique, dicen, es un pa¨ªs en descomposici¨®n. Sin embargo, numerosos Estados occidentales se han volcado en este pa¨ªs con ingentes inversiones para la reconstrucci¨®n de sus v¨ªas de comunicaci¨®n o sus f¨¢bricas. En Espa?a ha causado gran expectaci¨®n el proyecto Matutuine: un plan para la creaci¨®n de una granja cuya seguridad de los ataques de los bandidos estar¨¢ asegurada por la Guardia Civil espa?ola.El terreno que est¨¢ sometido a estudio para el proyecto es una zona conocida con el nombre de Matutuine, lindante con Sur¨¢frica y Suazilandia. El Gobierno mozambique?o tiene previsto ceder a la cooperaci¨®n espa?ola unas 500.000 hect¨¢reas, de las que inicialmente s¨®lo se aprovechar¨ªan unas 2.500.
Para estudiar la viabilidad del proyecto, tres tenientes coroneles de la Guardia Civil visitaron la regi¨®n con una delegaci¨®n de t¨¦cnicos agr¨ªcolas.
La misi¨®n tuvo que esperar cuatro d¨ªas hasta lograr visitar el terreno: la observaci¨®n de movimientos de bandidos en la zona no permit¨ªa cubrir por tierra los 40 kil¨®metros que separan Maputo de Salamanga, la aldea que se convertir¨ªa en el coraz¨®n del proyecto Matutuine. Los responsables del protocolo presentaron sus excusas ya que no lograban obtener gasofina para poner en marcha uno de sus helic¨®pteros.
En Salamanga viven viven unas 120 familias. Unos 76 miembros de las milicias populares, dos morteros, un lanzagranadas sin municiones y una ametralladora rota forman el material defensivo de la poblaci¨®n. En los dos meses anteriores, Salamanga hab¨ªa sido v¨ªctima de dos ataques de los bandidos, que causaron la muerte de 12 ni?os, seis mujeres y dos ancianos. Lo que en tiempos coloniales fue una productiva plantaci¨®n de arroz es un ejemplo del infierno actual.
Tras esta primera toma de contacto, los militares espa?oles sacaron ya algunas conclusiones. Uno de ellos, Carlos Rubio, de la tercera secci¨®n del Estado Mayor, afirma:"De desarrollarse el plan en esa zona, uno de los l¨ªmites de la granja, marcados por el r¨ªo Maputo, est¨¢n asegurados por este curso de agua que nace en Sur¨¢frica; el problema lo plantea la existencia de una zona de ¨¢rboles de copa grande y arbustos que favorecen las emboscadas; creo que lo apropiado ser¨ªa un plan de defensa est¨¢ticom¨®vil". Para ello, Rubio calcula que ser¨¢ necesario el entrenamiento, probablemente en Espa?a, de unos 120 hombres todos ellos de nacionalidad mozambique?a.
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