Ni?os de Argentina
LA IDENTIFICACI?N de una ni?a argentina nacida en el cautiverio de sus padres durante la dictadura militar de 1976 a 1983 rememora aquella iniquidad y permite otra aproximaci¨®n a la debilitada democracia en el pa¨ªs austral.Como bot¨ªn de guerra se calific¨® el secuestro y el cambio de identidad de no menos de 400 ni?os, hijos de presuntos subversivos que fueron hechos desaparecer en aquella org¨ªa de torturas y de muerte. Esos ni?os, cuya identidad se va lentamente recuperando, suponen el mayor bald¨®n moral de lo que vino en denominarse proceso de reorganizaci¨®n nacional.
Estas secuelas de aquella barbarie han revolucionado la ciencia gen¨¦tica y sus aplicaciones. Las Abuelas de la Plaza de Mayo han alimentado un banco de datos gen¨¦ticos, amparado y sufragado por una ley del Gobierno radical, en el que en el a?o 2000 podr¨¢ probarse la identidad de los ni?os que desaparecieron junto con sus padres hasta una certeza del 99%, en el entendimiento de que el c¨®digo gen¨¦tico heredado nunca es reconocible al ciento por ciento.
La Rep¨²blica Argentina es una naci¨®n con mala memoria hist¨®rica. Desde que en 1929 fuera derrocado el presidente constitucional Hip¨®lito Irigoyen, el pa¨ªs entr¨® en una cascada institucional que le llev¨® de mal en peor, de golpe en golpe, hasta el extremo de que buena parte de la sociedad lleg¨® a estimar que sus problemas civiles podr¨ªan tener una soluci¨®n militar.
As¨ª las cosas, todav¨ªa permanece vivo en Argentina un partido militar que pone en jaque a la sociedad. El proceso p¨²blico a las juntas militares de la dictadura y todos los horrores desvelados por el Informe S¨¢bato, titulado Nunca jam¨¢s, no parecen haber bastado para inmunizar la conciencia ciudadana de nuevas aventuras castrenses. El ya capit¨¢n de corbeta Alfredo Ignacio Astiz, s¨ªmbolo internacional de la represi¨®n, fue ascendido, y su pase a retiro, exigido por Ra¨²l Alfons¨ªn, pende del aire de la decisi¨®n final de la Armada. Aldo Rico, el jefe de comandos que dispar¨® la crisis militar de la pasada Semana Santa, ha recuperado su grado de teniente coronel y espera un juicio militar de la justicia castrense por mot¨ªn, habi¨¦ndose librado de su l¨®gico proceso civil por sedici¨®n.
La debilidad de la democracia argentina es doblemente preocupante. Te¨®ricamente, las doctrinas de la seguridad nacional y de la defensa de las fronteras interiores, inspiradas por el Departamento de Estado estadounidense, han quedado arrumbadas. Pero la crisis econ¨®mica que asola el Cono Sur no favorece precisamente la consolidaci¨®n de la democracia liberal. La tentaci¨®n del caudillismo persiste.
Y Argentina es la proa de este rescate de las formas de la civilizaci¨®n pol¨ªtica en esa parte del mundo. Brasil permanece en democracia vigilada; en la Rep¨²blica Oriental del Uruguay no ha podido ser posible un proceso militar parejo al de la otra orilla del Plata; Stroessner morir¨¢ como Franco, en su cama y en su ley, y, muy probablemente, el general Pinochet ganar¨¢ limpiamente y sin necesidad de truco las pr¨®ximas elecciones generales chilenas.
Ciertamente, la democracia, mal que nos pese, no es tremendamente popular en el Cono Sur. Precisamente por ello es importante el recordatorio de estos ni?os de Argentina, que vienen a subrayar uno de los aspectos sombr¨ªos y menos discutibles de lo que fue aquella tentaci¨®n totalitaria.
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