El rompecabezas belga
El rey Balduino impulsa el federalismo para resolver los enfrentamientos ling¨¹isticos
Casi un mes despu¨¦s de que se celebrasen las ¨²ltimas elecciones legislativas, B¨¦lgica carece a¨²n de Gobierno, y para intentar evitar que el actual vac¨ªo de poder sea el m¨¢s largo desde la II Guerra Mundial, el rey Balduino ha tomado una inesperada iniciativa, consistente en formular ¨¦l mismo los principios que deber¨ªan inspirar la actuaci¨®n del futuro Gabinete. La primera tarea encargada por el monarca al Ejecutivo en gestaci¨®n es la elaboraci¨®n de un acuerdo que permita resolver los apremiantes problemas que enfrentan a flamencos de habla holandesa y a valones franc¨®fonos, que en octubre provocaron la ca¨ªda del Gobierno encabezado por el democristiano flamenco Wilfried Martens.
A m¨¢s largo plazo, el soberano insiste en la necesidad de ahondar en la reforma del Estado, es decir, acentuar su federalizaci¨®n, y s¨®lo despu¨¦s figuran las tradicionales dificultades econ¨®micas con las que se enfrentan las democracias europeas y que en B¨¦lgica consisten, ante todo, en la contenci¨®n del d¨¦ficit presupuestario, la lucha contra el paro y la preparaci¨®n del mercado ¨²nico en la Comunidad Europea que entrar¨¢ en vigor en 1993.Esta ardua labor, que empieza por la b¨²squeda de una mayor¨ªa gubernamental para poner en pr¨¢ctica esas recomendaciones reales, ha sido encomendada esta semana por Balduino a Willy Claes, dirigente de la rama socialista flamenca, cuyos hom¨®logos franc¨®fonos fueron los vencedores de unos comicios en los que la coalici¨®n en el poder -democristianos y liberales flamencos y valones- retrocedi¨®, pero conserva a¨²n sobre el papel una corta mayor¨ªa.
El orden de prioridades fijado por el rey es revelador de hasta qu¨¦ punto toda la vida pol¨ªtica y administrativa del reino sigue a¨²n envenenada, a pesar de la regionalizaci¨®n del Estado acometida en 1980, por el llamado contencioso comunitario, que se cristaliza ahora en la localidad de Fourons, cuyo alcalde rebelde, Jos¨¦ Happart, asegura querer nada menos que "internacionalizar el problema del dominio flamenco sobre Valonia".
Con apenas 4.000 habitantes, Fourons, mayoritariamente franc¨®fono, pero administrativamente vinculado a Flandes desde hace 24 a?os, se ha convertido en el pueblo m¨¢s c¨¦lebre del pa¨ªs desde que Happart se niega a demostrar su conocimiento del holand¨¦s, requerido por la ley para ejercer el cargo, y es entonces destituido por el Consejo de Estado flamenco hasta que sus concejales le vuelven a reelegir.
Las sucesivas sentencias de este Consejo de Estado, que suele favorecer los intereses flamencos al interpretar las leyes, han contribuido a crear una jurisprudencia en abierta contradicci¨®n con la elaborada por los tribunales del otro lado de la frontera ling¨¹istica que divide B¨¦lgica.
El pueblo de la discordia
Pero, aunque llegue a veces a provocar crisis de Gobierno, el pueblo de la discordia es s¨®lo la punta del enorme iceberg que separa a ambas comunidades ling¨¹¨ªsticas, y la geograf¨ªa y la vida pol¨ªtica belgas est¨¢n salpicadas por decenas de otros Fourons que obligan, por ejemplo, a multiplicar el gasto p¨²blico construyendo un trozo de autopista en Valonia, a veces innecesaria, para compensar a esa regi¨®n por la mejora de la infraestructura portuaria en Flandes.La regionalizaci¨®n del Estado ha generado no s¨®lo un gran n¨²mero de obras p¨²blicas in¨²tiles, recopiladas recientemente en una serie televisiva dirigida por J. C. Defosse, sino tambi¨¦n un fuerte incremento del n¨²mero de funcionarios p¨²blicos, que asciende ahora a 900.000, casi el 10% de la poblaci¨®n, el porcentaje m¨¢s alto de Europa.
No resulta extra?o que para financiar ese Estado tan costoso la presi¨®n fiscal sea en B¨¦lgica similar a la escandinava, lo que no impide al pa¨ªs haber alcanzado en 1985 una deuda p¨²blica interna similar al producto nacional bruto (PNB) anual, y las previsiones para este a?o apuntan a que el d¨¦ficit presupuestario se situar¨¢ a¨²n en un 7,9%, casi el doble que la media comunitaria.
Aunque los sucesivos Gobiernos belgas ignoraron la crisis energ¨¦tica de los setenta, hasta que en 1982 empezaron a aplicar medidas de austeridad, la econom¨ªa belga no ha sufrido excesivamente los errores de la dejadez gubernamental, y las previsiones para 1988 del mayor banco del pa¨ªs, la Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale de Belgique, son moderadamente optimistas al vaticinar una inflaci¨®n del 1,9%, un excedente de la balanza de pagos del 2,2% del PNB y una ligera disminuci¨®n del paro hasta un 9,8%, a pesar de que la tasa de crecimiento ser¨¢ de tan s¨®lo un 1%.
Ni que decir tiene que esta relativa buena racha econ¨®mica es achacada por muchos habitantes de Flandes, incluido Gaston Gems, presidente del ejecutivo auton¨®mico, "al trabajo de los flamenco?, que representan el 60% de la poblaci¨®n del pa¨ªs y en cuya regi¨®n, m¨¢s pr¨®spera que Valonia, se concentra ahora el grueso de la actividad industrial y de servicios.
El dominio del Norte
Mientras para muchos flamencos la federalizaci¨®n puede ser una manera de evitar que sus impuestos subvencionen las industrias deficitaris de Valonia, los belgas franc¨®nos ven en la nueva reforma del Estado una posible escapatoria al dominio del norte, y la denuncia por Happart de "la arrogancia flamenca" tiene entre ellos un eco que trasciende las corrientes pol¨ªticas.Para una Valonia que en los a?os sesenta perdi¨® su hegemon¨ªa econ¨®mica y sigue a¨²n en declive, el alcalde rebelde de Fourons es el s¨ªmbolo de su resistencia, encarnada adem¨¢s por el partido socialista, al que pertenece Happart, que en los comicios de diciembre se convirti¨® en la principal fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs.
Queda ahora por ver si, como ocurri¨® a principios de los a?os ochenta, la reestructuraci¨®n del Estado en ciernes no obligar¨¢ al contribuyente a hacer mayores sacrificios. La C¨¢mara y el Senado reci¨¦n ele ?dos deber¨¢n modificar la Constituci¨®n para federalizar la educaci¨®n y convertir adem¨¢s a Bruselas en una tercera regi¨®n aut¨®noma equiparada con Valonia y Flandes.
Cualquiera que sea la coalici¨®n que integre el Gobierno, su tarea no ser¨¢ f¨¢cil, porque para retocar cada art¨ªculo de la Constituci¨®n se requiere una mayor¨ªa parlamentaria de dos tercios.
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