Hip¨®stasis
En nuestra sociedad, a un hombre sin dinero se le considera un bulto sospechoso. ?Los pobres tienen alma? He aqu¨ª un interrogante teol¨®gico. Esta cuesti¨®n nunca ha planteado dudas con respecto a los animales. Seg¨²n la doctrina de la Iglesia, las entra?as de las bestias en el para¨ªso no obtuvieron el soplo de Dios y gracias a este detalle hoy existen los mataderos p¨²blicos, la gente devora chuletas de ternera entre carcajadas y algunas tascas sirven a los fil¨®sofos raciones de callos impunemente. Los animales pueden ser apaleados sin culpa o sacrificados por simple diversi¨®n, tal vez porque carecen de esp¨ªritu, tal vez porque no tienen un duro. En esto se parecen a los pobres. S¨®lo los caballos ganadores, los canarios que vencen en concurso de flauta o los perros campeones participan de todos los derechos humanos. El dinero ha sustituido al soplo de Dios. Es el nuevo viento de la creaci¨®n.Una larga disputa bizantina ha atravesado la teolog¨ªa para dilucidar el momento exacto en que el feto del hombre o de la mujer logra cazar un alma. Los escol¨¢sticos afirman que esta captura ocurre en el instante mismo de la fecundaci¨®n. Los cient¨ªficos dudan, los ginec¨®logos recetan calcio a las madres desde el principio del embarazo, los juristas hablan de la viabilidad de lo engendrado, pero las comadronas no opinan. Ellas se limitan a sacar por las patas a cada contribuyente y a dejarlo llorando envuelto en grasa en medio de un mundo monetario. No quiero discutir con los tomistas. Me limito a describir lo que veo. El espacio est¨¢ lleno de esp¨ªritus azules y a ras del suelo se mueven de modo fren¨¦tico los hombres buscando dinero. En el occidente cristiano las almas parecen palomas en el aire alrededor de los bancos y solamente se desploman desde el cielo hasta el interior de un cuerpo cuando descubren que ¨¦ste ya ha conseguido 50 millones de pesetas. Entonces se inicia la vida. La carne humana es materia. El dinero es la forma sustancial. Mientras esta uni¨®n hipost¨¢tica no se realice uno no dejar¨¢ nunca de ser considerado un bulto sospechoso.
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