Un ¨¦xito de Espa?a
NO HACEN falta adjetivos para poner de relieve la importancia del acuerdo en virtud del cual Estados Unidos ha decidido retirar los aviones F-16 destacados en la base de Torrej¨®n de Ardoz. Los hechos mismos, sobre todo si se repasan las diversas etapas de una negociaci¨®n sumamente dificil, son m¨¢s elocuentes que cualquier valoraci¨®n. Hay pocos casos en la historia reciente en que la diplomacia espa?ola haya logrado que su raz¨®n sea reconocida de manera tan di¨¢fana como ha ocurrido esta vez. Se abre ahora una perspectiva real de mejora de nuestras relaciones con Estados Unidos. Al mismo tiempo, se fortalece el prestigio de Espa?a en la escena internacional. Espa?a se hab¨ªa marcado, a pesar de obst¨¢culos que muchos calificaban de insuperables, unos objetivos sensatos, y los ha alcanzado. Seg¨²n ha declarado el ministro Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, uno de los art¨ªfices, con M¨¢ximo Cajal, del ¨¦xito, la retirada de los F-16 se llevar¨¢ a cabo en un plazo de tres a?os. Y el conjunto de reducciones de efectivos militares de EE UU situar¨¢ a ¨¦stos en la mitad de lo que representan hoy.Para comprender las razones de este resultado feliz conviene recordar que EE UU suele acertar en pol¨ªtica exterior cuando el realismo -tan anclado en su talante nacional- le permite apreciar los pros y los contras de las alternativas que se le ofrecen. Pero durante bastante tiempo, EE UU ha carecido de realismo en la negociaci¨®n porque cre¨ªa que la actitud del Gobierno espa?ol pod¨ªa ser modificada. De diversas formas, incluso a trav¨¦s de pa¨ªses europeos amigos, intent¨® obtener un cambio en la posici¨®n espa?ola. Hasta muy recientemente, EE UU no comprendi¨® que la retirada de los F- 16 no era un punto de partida para entablar un tira y afloja, sino lisa y llanamente la interpretaci¨®n que el Gobierno espa?ol hab¨ªa dado a la decisi¨®n soberana, expresada por el pueblo espa?ol en un refer¨¦ndum, de que se llevase a cabo una reducci¨®n de la presencia militar de EE UU en Espa?a. Por tanto, la opci¨®n real era la reducci¨®n y un nuevo acuerdo de amistad con Espa?a o la retirada de EE UU de todas las bases y la caducidad del acuerdo existente.
Colocadas las cosas en su justo marco, ten¨ªa que aparecer con toda claridad que el inter¨¦s, tanto de EE UU como de Espa?a, era llegar a un acuerdo para la retirada de los F-16 y la preparaci¨®n de un nuevo convenio de cooperaci¨®n y amistad, tarea que se va a emprender de manera concreta a partir del 3 de febrero. Tal era la mejor opci¨®n para Estados Unidos por razones tanto de defensa como pol¨ªticas. El Gobierno espa?ol plante¨® la reducci¨®n en la forma m¨¢s asumible por EE UU, en el marco de su propia estrategia. Por eso Espa?a no puso en entredicho la base de Rota, con mucho la m¨¢s ninportante, lo que hubiese ocurrido si Estados Unidos se hubiese cerrado en banda en cuanto a la retirada de los F-16.
Es evidente que el tema de las bases es primordialmente pol¨ªtico y que una preocupaci¨®n central de Estados Unidos ha sido el impacto de lo que ocurriese en Espa?a en otros pa¨ªses, como Grecia, Turqu¨ªa o, incluso, Filipinas. En este aspecto, la decisi¨®n de retirar los aviones de Torrej¨®n, conservando otras instalaciones importantes, y en el marco adem¨¢s de una cooperaci¨®n consolidada entre Espa?a y EE UU, es much¨ªsimo m¨¢s favorable para los intereses norteamericanos en otras partes del mundo que las consecuencias que hubiese tenido la evacuaci¨®n de todas las bases y la anulaci¨®n del acuerdo.
Para Espa?a, el acuerdo de ayer tiene un valor considerable, no s¨®lo porque se va a poner fin a la existencia, en s¨ª intolerable, de una base militar extranjera a pocos kil¨®metros de la capital, sino porque en cierto modo el car¨¢cter mismo de nuestras relaciones con EE UU cambia con la aceptaci¨®n por ¨¦ste de la demanda espa?ola. Hasta ahora permanec¨ªa cierta continuidad con los acuerdos que Franco hab¨ªa aceptado, en condiciones indignas para un pa¨ªs soberano, a cambio ' de ayuda para mantenerse en el poder. Era preciso, para entrar en una nueva etapa de cooperaci¨®n entre pa¨ªses democr¨¢ticos, que la soberan¨ªa espa?ola fuese reconocida por Estados Unidos, sobre todo una vez que el pueblo hab¨ªa hablado en el refer¨¦ndum. Respet¨® a Espa?a como pa¨ªs soberano, respeto a una decisi¨®n democr¨¢tica de nuestro pueblo, eso estaba en el fondo de la negociaci¨®n sobre Torrej¨®n. Esas condiciones se han cumplido adem¨¢s sin ruptura, mediante un acuerdo del que puede derivarse un clima y una base m¨¢s sanos para las futuras relaciones entre Espa?a y EE UU.
No se puede olvidar, como uno de los factores que m¨¢s han contribuido al ¨¦xito de la negociaci¨®n, la actitud serena y sensata que ha observado la opini¨®n p¨²blica espa?ola. Gracias a ella, Estados Unidos no ha tenido m¨¢s remedio que convencerse de que no existe en el escenario pol¨ªtico espa?ol, ni hoy ni en un futuro pr¨®ximo, ning¨²n posible Gobierno susceptible de ofrecerle una soluci¨®n mejor que la propuesta por el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez.
Las voces discordantes fueron escasas, y el descontento con el Gobierno se produjo principalmente por cuestiones de procedimiento. Tampoco se ha dejado llevar la opini¨®n p¨²blica espa?ola hacia el antiamericanismo, a pesar de que hubo momentos en que era fuerte la tentaci¨®n de resbalar en esa direcci¨®n. Ello ha permitido que la negociaci¨®n no llegase nunca a la prueba de fuerza. As¨ª se ha logrado una soluci¨®n pragm¨¢tica. Este resultado es un hecho positivo con vistas a las dif¨ªciles negociaciones sobre el nuevo convenio, que se ponen ahora al orden del d¨ªa.
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