'el¨ªculas en elevisi¨®n'
Hace cosa de dos a?os, dimos en estas p¨¢ginas una informaci¨®n formalmente id¨¦ntica a la que se desprende de la composici¨®n fotogr¨¢fica reproducida arriba: un fotograma en su formato original en scope de Conspiraci¨®n de silencio, la obra maestra de John Sturgess, y a su lado el desastroso resultado derivado de su embuchamiento en el formato casi cuadrangular de la peque?a pantalla.No hace falta decir que aquella formidable pel¨ªcula qued¨® deformada hasta l¨ªmites irrisorios. Por ejemplo, hay una secuencia de Conspiraci¨®n de silencio donde Spencer Tracy y Ernest Borgnine discuten frente a frente, acodados en la barra de un bar. Pues bien, en la emisi¨®n televisiva de este enfrentamiento s¨®lo qued¨® la presencia, en los bordes de la pantalla, de las respectivas narices de los actores: sorprendente imagen, que bien podr¨ªa pasar a las m¨¢s exigentes antolog¨ªas del desprop¨®sito.
Exactamente lo mismo ha ocurrido hace una semana con otra obra mayor de la historia del cine, El hombre del Oeste, de Anthony Mann. ?Pero s¨®lo con ella? Tres d¨ªas despu¨¦s, TVE emiti¨®, en la serie dedicada a Marlon Brando, la mediocre La casa de t¨¦ de la luna de agosto, y la cosa esa volvi¨® a repetirse punto por punto.
Y si el egregio enfrentamiento nasal de hace dos a?os entre Spencer Tracy y Ernest Borgnine fue una cumbre involuntaria del cine experimental, en La casa de t¨¦ se sigui¨® experimentando con el mismo m¨¦todo, hasta el punto de que se produjo en est¨¢ pel¨ªcula un inefable plano-contraplano entre los actores Glenn Ford y Charles Ford tomados, primero uno y a continuaci¨®n el otro, de perfil, cosa in¨¦dita en la historia del montaje cinematogr¨¢fico.
Televisi¨®n Espa?ola ha mejorado considerablemente, en los ¨²ltimos meses, su oferta de cine, que ahora es m¨¢s rica y variada que nunca. Y, aunque contiene muchas pel¨ªculas malas, las compensa emitiendo otras excelentes, algunas de ellas poco conocidas por la mayor¨ªa del p¨²blico y en su versi¨®n no doblada, lo que es como m¨ªnimo una buena labor pedag¨®gica.
?ltimamente, TVE nos regal¨®, entre otras, estas casi ignoradas maravillas: Maniqu¨ª, de Frank Borzage (que es una de las comedias dram¨¢ticas m¨¢s perfectas de que hay noticia); Valor de ley, de Henry Hathaway (un western de belleza incomparable, uno de los mejores de la historia del g¨¦nero); Will Penny, de Tom Gries (pel¨ªcula indispensable para entender los derroteros que tom¨® el western en los a?os 60); y Propiedad personal, de Van Dyke (un raro y genialoide vodevil, que el propio Arthur Adamov calific¨® como una de las fuentes del teatro del absurdo).
Pero junto a estos regalos, quedan ofensas, como la fechor¨ªa cometida con El hombre del Oeste y, en menor medida, s¨ª se tiene en cuenta su median¨ªa, con La casa de t¨¦. No hay excusa v¨¢lida para emitir un filme en esas condiciones, ya que se le convierte en una caricatura de s¨ª mismo. ?Es de recibo que una instituci¨®n donde trabajan muchos especialistas cinematogr¨¢ficos y que est¨¢ dirigida por una una experta cineasta ignore la importancia decisiva que en un filme tiene el encuadre? Es como si la Academia de la Lengua encabezara su Dikzionario as¨ª, con esa ortograf¨ªa, y todos tan conformes.
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