'La enamorada del rey' y 'El retablillo de don Crist¨®bal'
Garc¨ªa Lorca y Valle-Incl¨¢n son los dos dramaturgos espa?oles con m¨¢s fuerza y solidez de, por lo menos, este siglo, cosa que no pod¨ªan imaginar sus contempor¨¢neos. No es ning¨²n azar su trascendencia en la otra literatura; de ella viene su calidad de ver, conocer, sentir y expresar con la palabra y a trav¨¦s de unos personajes. El Centro Dram¨¢tico Nacional ha reunido los dos nombres en un programa que destina a los colegios y que se da a las cinco de la tarde. Pero el p¨²blico adulto tiene aqu¨ª un gran espect¨¢culo, una lecci¨®n magistral de teatro.El retablillo de don Crist¨®bal fue representado en la antolog¨ªa de textos breves de Lorca que se dio en este mismo teatro. Jos¨¦ Luis Alonso, director de escena, ha revisado su propio montaje y le ha dado m¨¢s riqueza, mayor agudeza. Es una obra menor de Lorca, y sin embargo, la brillantez del lenguaje, la recuperaci¨®n de vocabulario, el deseo de innovaci¨®n en el teatro, la manera de traer de atr¨¢s los personajes del gui?ol, tienen un gran inter¨¦s, sin por ello dejar de ser una representaci¨®n viva y risue?a.
La enamorada del rey
Valle-Incl¨¢n (1920). Direcci¨®n, Jos¨¦ Luis Alonso. Escenograf¨ªa y vestuario de Pedro Moreno. M¨²sica de Carmelo Bernaola. Int¨¦rpretes: Guillermo Montesinos, Milagros Mart¨ªn, Carmen Rossi, Pepe Lara, Juan Ram¨®n P¨¦rez, Pedro del R¨ªo, Ana Mar¨ªa Ventura, Juan Jos¨¦ Otegui, Alfonso del Real, Chari Moreno, Antonio Cifo.El retablillo de don Cristobal Federico Garc¨ªa Lorca (1935). Director, Jos¨¦ Luis Alonso. Escenograf¨ªa y vestuario de Gerardo Vera. M¨²sica de Carmelo Bernaola. Int¨¦rpretes: Pepe Lara, Juan Jos¨¦ Otegui, Alfonso del Real, Milagros Mart¨ªn, Pedro del R¨ªo, Chari Moreno. Teatro Mar¨ªa Guerrero, del Centro Dram¨¢tico Nacional, 20 de enero.
Vistazo genial y amargo
La enamorada del rey no es de ninguna manera una pieza menor de Valle-Incl¨¢n m¨¢s que si se la compara a su cumbre, Luces de bohemia. En estafarsa italiana de 1920 hay ya un vistazo genial y amargo sobre su tiempo y sobre algunas de las perennidades de Espa?a, o de sus maldiciones. Y est¨¢ el mejor lenguaje de Valle; la palabra inesperada, el adjetivo de color y calidad, el ripio creador -insolente y bravo-, la burla y la amargura, la ruptura con los academicismos, la irrupci¨®n de una manera nueva de ver la realidad.
La mezcla sard¨®nica del romance l¨ªrico de la muchacha con el mundo caduco de su entorno, que la emparentan con Don Quijote -y el autor da pistas continuas de esa equivalencia-, crea una obra extraordinaria. No es ¨¦ste lugar, ni yo soy persona suficiente, para a?adir nada a lo que ya se ha escrito. Pero s¨ª para sefialar que Jos¨¦ Luis Alonso ha dirigido muy bien, con delicadeza y valent¨ªa al mismo tiempo, dejando ver esa doble trama de iron¨ªa y amargura. A partir de un reparto que configura ya el f¨ªsico de los personajes y dirigiendo a los actores para que todas las frases y toda la poes¨ªa alcancen al p¨²blico.
Verso modernista
El verso modernista es m¨¢s dificil de decir que el del Siglo de Oro o el rom¨¢ntico, desde el punto de vista de la sonoridad, aunque el tono de farsa pueda ayudar a los actores. Cuaja mejor en los mayores -en los dotados de ese oficio m¨¢gico-, como son Alfonso del Real o Pedro del R¨ªo y Ana Mar¨ªa Ventura -o consigue colocar las frases a tempo, como Chari Moreno- que en los m¨¢s j¨®venes; Guillermo Montesinos, tan gracioso de facha y de actitud, deja escapar el sentido de las acotaciones a la obra como narrador. La escenograf¨ªa y el vestuario, de Manuel Balboa, tienen una gran belleza. Sobre todo los trajes, que despliegan tambi¨¦n el encanto o la burla de los personajes. Jos¨¦ Luis Alonso mueve a todos con soltura, crea segundas acciones y, sobre todo, tiene el sentido de la totalidad de la obra y la capacidad para extraerle el valor de su texto.
Quiz¨¢ hubiese sido mejor iniciar la obra con El retablillo y terminarla con La enamorada, que tiene m¨¢s enjundia y m¨¢s grandeza. En todo caso, las dos obras gustaron, y hubo ovaciones y bravos al finalizar el espect¨¢culo, que hubieran seguido de no haber sido cortados por las luces de la sala y el tel¨®n definitivo.
Babelia
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