Izquierda y derecha en la Uni¨®n Sovi¨¦tica
Enero es un mes importante para Mijail Gorbachov. Fue en enero de 1986, poco despu¨¦s de su llegada al poder, cuando hizo un llamamiento al desarme nuclear que, acogido en principio con gran escepticismo, ha permitido, dos a?os m¨¢s tarde, la firma de los acuerdos de Washington.En enero de 1987, ya en el marco de un frente interno, el nuevo secretario general propone una amplia democratizaci¨®n de la sociedad, afirmando que la democracia deber¨ªa constituir la esencia misma del socialismo. A comienzos de 1988 el comunista-dem¨®crata Alexander Dubcek y uno de los m¨¢s c¨¦lebres miembros de la oposici¨®n dem¨®crata rusa, Andrei Sajarov, premio Nobel de la Paz, avalan su programa.
El semirrecluso de Bratislava y el antiguo exiliado de Gorki conf¨ªan en ¨¦l y as¨ª lo manifiestan ante la opini¨®n p¨²blica internacional. "Es el l¨ªder que necesita nuestro pa¨ªs en un momento especialmente importante de su historia", afirma ante la Prensa extranjera el acad¨¦mico Sajarov despu¨¦s de su primer encuentro con el secretario geheral en el Kremlin.
Ciertos ambientes dem¨®cratas de Mosc¨² tambi¨¦n se vieron favorablemente impresionados por el di¨¢logo que Gorbachov mantuvo d¨ªas antes con dirigentes de los medios de comunicaci¨®n sovi¨¦ticos y cuyo informe fue publicado, por primera vez, en Pravda.
Desde los debates de los a?os veinte los sovi¨¦ticos no hab¨ªan visto a un secretario general del partido discutir de igual a igual con los camaradas o admitir que aprendi¨® a conocer verdaderamente su pa¨ªs cuando accedi¨® al poder, y declarar que en el camino hacia la meta cometer¨¢ inevitablemente, errores que se esforzar¨¢ en corregir. Sin embargo, en lo que, se refiere a la importancia del posible objetivo, Gorbachov ha sido m¨¢s expl¨ªcito; en su opini¨®n, su proyecto de democratizaci¨®n de todos los sectores de la vida sovi¨¦tica supone la ¨²ltima oportunidad para salir de esta situaci¨®n de par¨¢lisis.
Si bien los intereses de las diferentes capas de la poblaci¨®n no coinciden moment¨¢neamente, Gorbachov se declara convencido de que todos tienen algo que ganar con este proceso en marcha. Le gustar¨ªa implicar en su proyecto a los casi 300 millones de sovi¨¦ticos, y por eso ha pedido que se juzgue a la gente ¨²nicamente por su labor en favor de la perestroika, olvidando pasadas actividades, y critica a los que crean divisiones de izquierda y derecha.
Esta divisi¨®n entre izquierda y derecha en el seno del partido, cuya existencia nunca hab¨ªa sido admitida ni por Gorbachov ni por sus predecesores, ha salido a la luz p¨²blica a finales del pasado a?o, cuando el secretario del partido de Mosc¨², Boris Eltsin, fue destituido al intentar crear una perestroika de izquierdas, en contra de ciertos cuadros en su opini¨®n irrecuperables. Gorbachov, aun reconociendo que este asunto ha empa?ado su imagen democr¨¢tica ante un sector de la intelligentsia, sobre todo ante los m¨¢s j¨®venes, ha condenado los m¨¦todos de Eltsin (sin nombrarlo), que habr¨ªan originado una peligrosa polarizaci¨®n tanto en el partido como en el pa¨ªs.
'Socialismo de la pobreza'
Frente a la impaciencia de la izquierda, existe en la URSS una derecha que -parece confundir la democratizaci¨®n -incluido el terreno econ¨®mico- con el restablecimiento del capitalismo. Gorbachov no la acusa claramente de defender el socialismo de la pobreza, puesto que desde su posici¨®n de mando sufre las consecuencias en menor grado que el resto de la poblaci¨®n. Parece creer que gran parte de la derecha es recuperable y que se unir¨¢ a su pol¨ªtica cuando haya comprobado que permite al pa¨ªs respirar mejor.
Reconoce, sin embargo, que el cambio de la gesti¨®n econ¨®mica y la introducci¨®n a partir del 1 de enero de 1988 del nuevo estatuto de empresa, cumpliendo al mismo tiempo los objetivos del plan quinquenal, no es tarea f¨¢cil. Y lo que es todav¨ªa peor, teme a esa tendencia de una parte del pueblo sovi¨¦tico que desea recibirlo todo del Estado sin ofrecer nada a cambio. Del escritor Mijail Jvanetski toma prestado el mon¨®logo de uno de sus personajes: "Quiero vivir en un bonito apartamento, no quiero hacer cola delante de las tiendas, no quiero que me arranquen los botones cuando via o, en transportes p¨²blicos, quiero un amplio surtido de mercanc¨ªas, pero no quiero hacer nada para que todo esto se realice".
Gorbachov, que conf¨ªa en que la mayor¨ªa arrastre hacia la perestroika a esta minor¨ªa pasiva, puede felicitarse del inter¨¦s que los sovi¨¦ticos demuestran por aquellos peri¨®dicos que defienden con energ¨ªa su pol¨ªtica.
El semanal vanguardista Ogoniok acaba de aumentar el n¨²mero de suscriptores y ha pasado en 1987 de 561.415 a 1.313.349, mientras que su tirada se acerca en la actualidad a los dos millones de ejemplares.
El director de Ogoniok, Vitali Kototich, que no cesa de luchar por la verdad sobre el pasado hist¨®rico, no hace concesiones a los nost¨¢lgicos del nacionalismo panruso. La fuerza de esta corriente que no se muestra al descubierto se ha infiltrado en ciertos sectores intelectuales y constituye un problema preocupante.
En su entrevista con los directivos de medios de comunicaci¨®n, Gorbachov precis¨® que no permitir¨ªa que se "arrojaran en el fuego de la perestroika materiales inflamables que pudieran alejarla de sus valores socialistas". Esta prohibici¨®n no apuntaba seguramente hacia los partidarios del sistema multipartido, como en el caso del acad¨¦mico Andrei Sajarov, quien en la fase actual de reestructuraci¨®n apoya los esfuerzos de Gorbachov para cambiar el clima pol¨ªtico y cultural.
Este comentario va dirigido a los panrusos, los m¨¢s peligrosos en este pa¨ªs multinacional, que fomentan la xenofobia y el chovinismo. Es l¨®gico que a Gorbachov, en el momento de buscar un acercamiento hacia Occidente, incluso en el aspecto cultural, no le interese esta corriente aislacionista rusa, nada presentable en el extranjero (incluso si se piensa que cuenta en sus filas con algunos reconocidos escritores).
Sus declaraciones sobre la defensa de los valores socialistas no parecen ser suficientes para neutralizar los "materiales inflamables" de lo que aparece como una aut¨¦ntica nueva derecha sovi¨¦tica. ?sta acusa abiertamente a los promotores de la glasnost de practicar "el terrorismo liberal si bien pone en pr¨¢ctica en todos los aspectos sociales el terrorismo del tradicionalismo ruso.
Desde las columnas de Pravda ruge ya contra el rock, "esta peste que envenena las almas de nuestra juventud, as¨ª como contra la legislaci¨®n -a la que considera d¨¦bil- contra el divorcio, y contra el nefasto papel que los extranjeros y francmasones (!) habr¨ªan jugado en el pasado y continuar¨ªan jugando en la actualidad.
Soluci¨®n 'centrista'
Es verdad que esta corriente no ha surgido de la nada y no se eliminar¨¢ sencillamente con la censura. Hubiese sido mejor dejar que se expresara a trav¨¦s de publicaciones propias, discutiendo con ellos en aquellas que defienden los valores socialistas o sencillamente democr¨¢ticos.
Tanto en este caso como en el caso de las corrientes de izquierda y derecha dentro del partido, Gorbachov parece optar por una soluci¨®n centrista, sin rechazar ni a unos ni a otros, intentando conducirlos a todos hacia un amplio consenso nacional de la perestroika. La URSS es un pa¨ªs terriblemente traumatizado por un pasado sobre el que no cesan de aparecer nuevas revelaciones. Ahora, el Komsomolskaia Pravda acaba de abrir el dossier sobre el asunto de Leningrado que en 1949 costara la vida a dos grandes dirigentes de la ¨¦poca (Kuzntsov y Voznesenski), adem¨¢s de a un n¨²mero indeterminado de cargos de menor. importancia. Muchos de aqueflos que han participado en esta ¨²ltima purga estalinista viven todav¨ªa, y algunos sovi¨¦ticos consideran en la actualidad que deber¨ªan ser juzgados. Por el contrario, Gorbachov prefiere calmar los ¨¢nimos, prometiendo al mismo tiempo ampliar el campo de la investigaci¨®n sobre la historia para tratar de entenderla. Sin desenfrenos partidistas, la sociedad sovi¨¦tica ha podido desarrollarse y sobrevivir a la dificil prueba hist¨®rica de la II Guerra Mundial. Es un punto de vista defendible, si bien es m¨¢s f¨¢cil de aceptar por parte de aquellos que no han sido v¨ªctimas directas de la represi¨®n en los tiempos de Stalin o de las humillaciones en tiempos de Breznev.
Ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil olvidar si en el pasado no hubieran cristalizado ciertas capas sociales con intereses antag¨®nicos que dif¨ªcilmente pueden avanzar sin conflictos hacia el mismo objetivo. Es cierto que Gorbachov no promete un radiante futuro y no asegura que el comunismo estar¨¢ ah¨ª dentro de 20 a?os. Su objetivo es menos ambicioso: consiste en sacar a la URSS de la recesi¨®n econ¨®mica en la que se encuentra estancada desde hace un largo decenio. Esa meta no est¨¢ quiz¨¢ fuera de su alcance, sobre todo si se tienen en cuenta los enormes recursos con que cuenta el pa¨ªs. Pero esto no se llevar¨¢ quiz¨¢ a cabo sin cierto desgarramiento interno y los consiguientes en frentamientos pol¨ªticos entre hombres que desde hace mu cho tiempo defienden intereses e ideas muy diferentes.
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