Armazones po¨¦ticos del tiempo
En la l¨ªnea de apertura internacional que estamos comenzando a notar en nuestro pa¨ªs, he ,aqu¨ª un caso sorprendente: el del lanzamiento de una joven escultora brit¨¢nica, Christine Boshier (Londres, 1951), cuya formaci¨®n art¨ªstica ha tenido Jugar en su pa¨ªs y en Estados Unidos.Dada su anterior formaci¨®n vanguardista en centros de reconocido prestigio ¨ªnternacional, su lenguaje escult¨®rico, demuestra haber sintonizado, con la naturalidad m¨¢s absoluta, con lo que est¨¢n haciendo ahora mismo nuestros j¨®venes escuiltores m¨¢s en punta. Eso dernuestra que hay cada vez menos barreras entre las j¨®venes generaciones de artistas de dentro y de fuera de nuestro pa¨ªs, hasta el punto de poder haber sido C. Boshier perfectamente una joven escultora espa?ola inscrita en las coordenadas en las que se est¨¢n moviendo Susana Solano, Eva Lootz o Cristina Iglesias.
Christine Boshier
Galer¨ªa Fernando Vijande. N¨²?ez de Fialboa, 65, Madrid. Desde el 20 de enero de 1988.
El citado estos tres nombres con toda intenci¨®n, porque C. Bosh¨ªer enlaza de alguna rnanera con las tres, si bien, en el. fondo y en la forma, m¨¢s con las dos primeras, S. Solano y E. Lootz, mientras que la relaci¨®n con la tercera se debe tan s¨®lo a una coincidencia en el tratamiento del hormig¨®n como pasta blanda, enga?osa moldeable.
De todas formas, no quisiera que esta contextualiz aci¨®n se ¨ªnterpretara en ning¨²n caso como) una dependencia por parte de quien a¨²n no ha logrado formalizar un lenguaje propio, lo que, dicho sea de paso, adem¨¢s de una incomprensi¨®n respecto a la indudable singularidad po¨¦tica de C. Boshier, supondr¨ªa no entender esa fluidez comunicacional vertiginosa que caracteriza la actualidad. Hay una com¨²n preocupaci¨®n en todas las escultoras citadas por la vivencia e interpretaci¨®n del objeto y, a su vez-, unas referencias afines a modelos previos, como, por ejemplo, el de Eva Hesse.
Es dificil. resumir en cuatro palabras no s¨®lo el significado de las piezas de C. Boshier, cuyo uso de los materiales, ideas y peculiar concepci¨®n del espacio tienen tanto que ver con los de la escultura ¨²ltima, sino fundamentalmente lo que constituye el don art¨ªstico espec¨ªfico que configura su sensibilidad y su manera de hacer. En cualquier caso, hay dos cosas sobresalientes: la primera, su brillante y po¨¦tica capacidad imaginativa para sintetizar todo un mundo en una pieza, lo que le permite concretar eficazmente sus complejas lucubraciones sobre el tiempo congelaci¨®n fisica de lo fluido, cristalizaciones fosilizadas, ruinas evocativas, espacios de intimidad como huecos intemporales, materias org¨¢nicas mineralizadas, etc¨¦tera-, lucubraciones que no est¨¢n exentas de una riqu¨ªsima v¨ªa reflexiva paralela de car¨¢cter hist¨®ricopol¨ªtico, en el sentido m¨¢s amplio, no propiamente partidista o doctrinario, con que cabe concebir esto ¨²ltimo.
La segunda, que me ¨ªmpresiona a¨²n m¨¢s, es su gracia alada, la ligereza con que modula el espacio, penetrando en su fluido misterioso hasta lograr desbastar l¨ªricamente lo ¨¢spero, hacer flotar lo pesante y ahuecar lo compacto. Ruinas, lavaderos del tiempo o caparazones, esta po¨¦tica es capaz de poner un mundo en pie y explicar el nuestro.
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