Entre el r¨¦quiem y el grito
Programa at¨ªpico, por fortuna, el ¨²ltimo dirigido a la Orquesta y Coro Nacionales por Jes¨²s L¨®pez Cobos. Separados por el tremendo grito schoenbergiano (m¨¢s palabra que m¨²sica) de El superviviente de Varsovia, aparec¨ªan el Requiem f¨¹r Mignon, sobre Goethe, y el Requiem opus 148 de Schumann. El gran cap¨ªtulo del romanticismo musical que centra el Requiem, en sus significaciones y en su texto, en su trascendencia religiosa y en su mera dramaticidad, encuentra en Roberto Schumann un cultivador singular.Sin conocer este Requiem en Re bemol, de 1852, es dif¨ªcil comprender con exactitud el Deutsche requiem, de Brahms, escrito entre 1857 y 1868. Y me refiero a la sustancialidad musical, pues ya el hecho de que Schumann acepte el texto latino supone un punto de partida distinto del brahmsiano.
Orquesta y Coro Nacionales de Espa?a
Director Jes¨²s L¨®pez Cobos.Solistas: A. Higueras, M. J. S¨¢nchez, J. Rapp¨¦, L. Casariego, M. Cid, D. Lawrence y G. Reich. Obras de Schumann y Schoenberg. Teatro Real. Madrid, 5 de febrero.
Hondo lirismo
Otra cosa es el Requiem f¨¹r Mignon, de 1849, pues aqu¨ª se trata de una de las expresiones dram¨¢ticas con las que el compositor llen¨® la ausencia de teatro en su cat¨¢logo si exceptuamos la ¨®pera sui generis Genoveva, sobre Tieck y Hebbel. Recordemos las escenas de Fausto, El peregrinaje de la rosa, El paraiso y la Peri, Manfredo, sobre Byron. Obra ce?ida, de hondo lirismo, recostada en el esp¨ªritu m¨¢s que en las formas del lied, el Requiem goethiano expone, una vez m¨¢s en Schumann, la exaltaci¨®n musical de una po¨¦tica en la que importa, como pensaba el compositor, "la intensificaci¨®n del contenido" antes que ninguna otra cosa.Tendencia a la que no escapa, a pesar de su menos directa comunicatividad, el Requiem en Re bemol, ni por el movimiento de las voces ni por la continuidad color¨ªstica de la orquesta. Unas y otra trazan una larga meditaci¨®n sobre la muerte como primer cap¨ªtulo de una vida eterna. Se trata, en suma, de un mensaje espiritual bien lejano de la teatralidad de un Berlioz o de la frialdad escult¨®rica de un Cherubini.
Montar tres obras nuevas, ninguna de ellas f¨¢cil, supuso un esfuerzo por parte de director, coros y orquesta, m¨¢s de estimar si se tienen en cuenta los resultados brillantes de todas las versiones a las que s¨®lo cabr¨ªa apuntar una excesiva indiferencia por parte del recitador, G¨¹nter Reich, en la obra de Schoenberg. Los solistas Ana Higueras y Mar¨ªa Jos¨¦ S¨¢nchez, sopranos; Jadwiga Rapp¨¦ y Lola Casariego, mezzosopranos; Manuel Cid, tenor, y Douglas Lawrence, bar¨ªtono, dieron a sus intervenciones el estilo y la expresividad adecuadas. El p¨²blico respondi¨® con grandes aplausos.
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