Hacia una 'cumbre ' dif¨ªcil
MUCHOS ESFUERZOS son desplegados en estos d¨ªas para preparar compromisos aceptables con vistas a la reuni¨®n de los jefes de Estado y de Gobiemo de la CE (Consejo Europeo) que tendr¨¢ lugar en Bruselas la semana entrante. Pero los obst¨¢culos siguen siendo enormes. Despu¨¦s de las visitas de Kohl y Genscher a diversas capitales -la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA) ostenta en este semestre la presidencia de la CE- permanecen discrepancias fundamentales. Muchos piensan incluso que ser¨¢ preciso esperar al Consejo Europeo de Hannover, previsto para el mes de junio, para una eventual puesta en marcha de la reforma de la Comunidad.El Consejo debe abordar dos cuestiones que se entremezclan: el presupuesto para 1988 (la CE vive repitiendo las asignaciones mensuales de 1987) y la reforma que se desprende del Acta ¨²nica Europea. Aprobar el presupuesto olvidando las novedades que el Acta ¨²nica acarrea ser¨ªa sabotear el porvenir de la construcci¨®n europea. Las dificultades se deben a la confluencia de problemas de dos tipos: los heredados de un presupuesto aberrante que ha dedicado el 70% de sus fondos a la agricultura, en beneficio de los pa¨ªses m¨¢s ricos y fomentando unos sobrantes agrarios irracionales, y los que dimanan de los dos grandes objetivos del Acta ¨²nica: el mercado ¨²nico para 1992 y la mayor coherencia de la CE, o sea, la disminuci¨®n de las diferencias entre los pa¨ªses que la integran.
Sobre los problemas agr¨ªcolas, la RFA ha logrado un inicio de consenso de vanos pa¨ªses en torno a un eventual compromiso. La propuesta alemana no es satisfactoria porque protege en exceso a los agricultores n¨®rdicos y no corta como ser¨ªa preciso los abusos de siempre. Sin embargo, Espa?a y los pa¨ªses meridionales, los m¨¢s desfavorecidos por la actual estructura presupuestaria, se han mostrado flexibles en esta cuesti¨®n. Las aberraciones acumuladas durante a?os no se van a corregir de golpe. En cambio, Margaret Thatcher se muestra intransigente, exigiendo medidas dr¨¢sticas para cortar el presupuesto agr¨ªcola y rechazando el compromiso propuesto por la RFA.
Esta actitud podr¨ªa reflejar un deseo racional de reformar la CE, pero resulta poco congruente con otras actitudes de la primera ministra brit¨¢nica. ?sta se opone a muchas de las principales reformas que se necesita llevar a cabo para que el Acta ¨²nica no quede sobre el papel. La posici¨®n brit¨¢nica es puramente restrictiva: un presupuesto disminuido, el m¨ªnimo de esfuerzos para estimular la competitividad europea en el plano tecnol¨®gico, una Comunidad sin proyectos ni pol¨ªtica propia. La estrechez de m¨ªras de Londres en temas decisivos para Europa y su ego¨ªsmo en la aportaci¨®n presupuestaria pueden ser causa de grandes dificultades en la pr¨®xima reuni¨®n de Bruselas. El obstruccionismo brit¨¢nico a la construcci¨®n de Europa comienza a irritar seriamente a los socios continentales.
Por otra parte, el resultado de dicha reuni¨®n no depende solamente de la racionalidad de las posiciones defendidas. Detr¨¢s de los principios que cada uno invoca est¨¢n los intereses nacionales, y entre ¨¦stos existen contradicciones objetivas. Para que surjan f¨®rmulas de acuerdo, tres condiciones parecen imprescindibles: la voluntad pol¨ªtica de avanzar en la construcci¨®n de Europa, un m¨ªnimo de flexibilidad en la defensa de los intereses nacionales y el respeto de los compromisos pactados.
En ese orden, el Acta ¨²nica, ratificada por los Parlamentos de los 12 pa¨ªses, es hoy el documento decisivo. La flexibilidad de que han dado muestras los pa¨ªses meridionales en las discusiones preliminares s¨®lo podr¨ªa justificarse s¨ª existe una disposici¨®n favorable por parte de los otros miembros de la CE para materializar en el presupuesto el principio de coherencia, pilar del Acta Unica. Es decir, para duplicar, de aqu¨ª a 1992, los cr¨¦ditos destinados a los fondos estructurales, destinados a disminuir las diferencias entre los menos y los m¨¢s desarrollados. La propuesta de duplicar esos fondos fue hecha por el presidente de la Comisi¨®n de Bruselas, Jacques Delors.
De confirmarse que Delors ha renunciado ahora a esa propuesta, con la esperanza de lograr que otros puntos de su reforma prosperen, dar¨ªa un p¨¦simo ejemplo: si la Comisi¨®n deja de lado principios b¨¢sicos del Acta ¨²nica perder¨¢ una fuerza moral que le es imprescindible. La posici¨®n espa?ola sobre ese punto no puede alterarse. Es un caso en que el inter¨¦s nacional se identifica con la defensa de los principios b¨¢sicos de la construcci¨®n europea.
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