Friedman-Degrelle
Lo que se lee como un chiste irreal, y que el abogado de la se?ora Friedman llama muy acertadamente "una burla c¨®mica, grosera y sangrienta", nos llena de susto, espanto y tristeza a los j¨®venes alemanes antifascistas. Parece que una vez m¨¢s el tiempo nos hizo olvidar lo que pas¨¦ en uno de los cap¨ªtulos m¨¢s oscuros de la historia humana -en el caso de los j¨®venes ultras-. En el caso del se?or De grelle s¨®lo cabe pensar en una in mejorable malignidad, repugnante y amenazadora a la vez, o en una senilidad muy avanzada que le ha privado de todo criterio de razonamiento.
En todo el mundo se conoce el fascismo. Se conocen y se utilizan frasei como "el holocausto es mentira", como ostenta la revista Cedade en la foto publicada por ustedes.
Pero en pocos pa¨ªses se toleran tanto las manifestaciones ultraderechistas como fen¨®meno socio-cultural como en Espa?a, y resulta un tanto incomprensible la pasividad del Gobierno socialista ante semejante abismo tanto humanista como pol¨ªtico.
Que el se?or Degrelle diga que Mengele hubiera sido un m¨¦dico normal, demostr¨¢ndose por tanto partidario del asesinato y de la vivisecci¨®n, de la tortura y de la utilizaci¨®n arbitraria del ser humano, para un joven alem¨¢n es m¨¢s que una frase. Es s¨ªmbolo de una interpretaci¨®n de la historia que echa a perder gran parte del trabajo de la posguerra.
Que j¨®venes espa?oles le respalden sin saber nada del tema, sin haber visto en su vida un campo de concentraci¨®n -Dachau, por ejemplo-, me da sinceramente miedo.
Si los tribunales comprueban como l¨ªcitas las manifestaciones verbales del se?or Degrelle, nos deberemos disponer a escribir de nuevo los libros de historia.
Con todo mi respeto ante la persona de la se?ora Friedinan y su pasado doloroso, me temo que aqu¨ª haya m¨¢s en juego que s¨®lo el honor de una mujer jud¨ªa.-
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