El magma de Lorca
Afirma el se?or Gabriel y Gal¨¢n (EL PA?S, 28 de enero de 1988) que a Lorca le rodea un magma. Raz¨®n le sobra. Conviene deslindar los campos (poeta, v¨ªctima, amor¨ªos) y, ya separados, recordar que se proyect¨® en tres facetas: escritor, m¨²sico y promotor teatral.En cuanto m¨²sico, es indudable que sus canciones con La Argentinita promovieron un tipo de canci¨®n andaluza que a¨²n se escucha con agrado. Sus cantables se inspiraban en el Romancero, en ocasiones con descaro (Antonio Vargas Heredia, de Oliva, Mostazo y Merenciano). En otras hubo m¨¢s recato. Pese a todo, no faltaron problemas. En ocasiones trasluc¨ªa la intenci¨®n. Mi pena (Castellanos-Kola, con Miguel de Molina) era un desgarrado clamor contra el forzoso exilio.
Ahora bien, lo que nadie puede discutir es el triunfo lorquiano contra el teatro "putrefacto", aunque llegase en diferido, y basta comparar las actuales carteleras con las del a?o de la Victoria para comprobarlo. El esp¨ªritu de La Barraca fue recogido en ambas zonas: Guerrillas del Teatro (Alberti-Mar¨ªa Teresa Le¨®n) y Teatro de la Falange (Luis Escobar). Concluida la guerra, Escobar y su elenco se afincaron con otro nombre en el Mar¨ªa Guerrero, iniciando una notable tarea que a¨²n persiste. Por otra parte,
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un ex colaborador de las Guerrillas (Felipe Lluch Garin), aprovechando unos resquicios de apertura (Serrano Su?er, La¨ªn, Ridruejo, Tovar), mont¨® la compa?¨ªa del Espa?ol, y tampoco tuvo demasiadas dificultades el ex barraco Modesto Higueras para fundar el TEU con la asesor¨ªa literaria de Enrique Azcoaga, que, prudencialmente, usaba el nombre de Alejandro. Luego, en plan guerrillero, llegar¨ªan muchos m¨¢s, pero la historia ser¨ªa muy larga. Otros la podr¨¢n narrar. Reconozco el topicazo, pero comparar a Lorca con el Cid, en el sentido de ganar batallas tras su muerte, pudiera venir a cuento.-
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