Pujol
Se lo dec¨ªa yo la otra noche, en un taxi, a Rubert de Vent¨®s:-Yo espero m¨¢s de Catalunya, Rubert. Me parece que Catalunya no est¨¢ dando lo que, quienes la amamos y admiramos profundamente, esper¨¢bamos de ella en una democracia abierta que todav¨ªa no se sabe si va a resolverse en federalismo o en liberalismo centralista.
Se lo dec¨ªa yo la otra noche, etc. Y ahora resulta que Pujol anuncia elecciones auton¨®micas para el 29 de mayo. El se?or Jordi Pujol representa exactamente, para el columnista, una Catalunya "mal encadenada". Una Catalunya que ni es ni no es. La Sagrada Familia de Gaud¨ª nos resulta hoy una catedral sumergida bajo el Mediterr¨¢neo comercial de un voto conservador y un l¨ªder que tiene mucho de aquel "peque?o rey" de La Cordorniz. Eugenio Tr¨ªas ha iniciado la inteligente misi¨®n de devolvemos a Eugenio d'Ors (quiz¨¢ el mayor escritor catal¨¢n del siglo), y d'Ors era profunda y anchamente europeo, hasta el punto de diagnosticar, sobre la guerra del 14: "Esto es una guerra civil". Pujol, por el contrario, no es nada europeo, sino que vive y muere pendiente de Madrid, y esto a quien m¨¢s nos decepciona es a los madrile?os. Aquel provenzalismo pasado por el barrio chino, aquel novecentismo con Casas, Sert, Picasso y los anarquistas, el socialismo catal¨¢n, hoy el m¨¢s l¨²cido de Espa?a, el Port Lligat de Dal¨ª y los orbes p¨¢rvulos y mediterr¨¢neos de Mir¨®, todo eso parece sumergido por una pol¨ªtica bancataria y una gesti¨®n de puente a¨¦reo.
Pasi¨®n por Catalunya se llama esta figura, lo que uno siente y de lo que uno se resiente. La derecha centralista espera un nuevo fusilamiento del PSOE, en Catalunya, el 29/M, ametrallado por los votos pujolistas, que son los votos del peque?o ahorro, la cauci¨®n y el pseudocatalanismo localista y demasiado artr¨®sico para bailar la sardana. Porque uno ve o cree ver, modestamente, un catalanismo hacia adentro, aldeano y quietista, s¨®lo agitado pasajeramente por el alma del garb¨ª, un catalanismo que no va m¨¢s all¨¢ de Escudillers, y otro catalanismo (el que nos fascina), hel¨¦nico en Planes, europeo en T¨¢pies, barroco en Clav¨¦, l¨ªrico en Cuixart, ribere?o y/universal de Espriu a Gimferrer. Catalanismo introvertido que sirve de peana, podio y coturno a Pujol. Catalanismo/europe¨ªsmo, este otro, el postrero, que yace, como embarcaci¨®n fenicia, sumergido con el Parque G¨¹ell, donde hacen vida submarina universalistas como P¨¢niker y el citado Rubert de Vent¨¦s, un Brossa sacralizado/escayolado y una Silvia Munt que al fin ha encontrado, con la Ondina de Giradoux, un teatro donde estrenar y estrenarse. S¨®lo algunos peque?os escribientes florentinos, algunos peque?os vig¨ªas lombardos, deliciosos y geniales, como V¨¢zquez Montalb¨¢n o Juan Mars¨¦, escapan al naufragio pol¨ªtico/cultural del Titanic de Convergencia, que tiene como grumete/capit¨¢n al se?or Pujol. La derecha centralista, ya digo, quiere hacer del fracaso del PSOE en Catalunya un fracaso peninsular del socialismo. Pero cuesti¨®n es ¨¦sta de poco momento. El Parque G¨¹ell, s¨ª, ¨²nico jard¨ªn en las noches de Espa?a abierto a todos los porvenirismos, es hoy flora submarina en una Barcelona que Pujol ha. convertido o querido convertir en La isla de los muertos, de B?cklin, pero una isla de los muertos con Banca Catalana.
Mas no es esto una columna pol¨ªtica, sino un canto de amor frustrado a Catalunya, la Catalunya que tocamos con mano temblorosa en cualquier esquina del Barrio G¨®tico, donde el g¨®tico tiene a¨²n fiebre de criatura. Catalunya, Catalonya mal encadenada por los siglos, momento fascinante del Mediterr¨¢neo, anarquista y barroca, helenista y federalista. Catalonya, en fin.
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