"Espa?a pretende ser la conciencia latinoamericana de Europa"

P. La pr¨®xima presidencia espa?ola de la CE, en enero de 1989 ?supone, para decirlo de una manera global, la apertura de una nueva etapa en, la actividad diplom¨¢tica espa?ola, que hasta ahora ha venido concentrando no pocos efectivos en las relaciones con Latinoam¨¦rica?

R. La presidencia espa?ola en la Comunidad no es una nueva etapa en la actividad diplom¨¢tica espa?ola. Es sencillamente un per¨ªodo de seis meses de gran intensidad de trabajo, que nos proporcionar¨¢ una indudable experiencia en la colaboraci¨®n con nuestros socios europeos. Nos corresponder¨¢, durante esos seis meses" la iniciativa en el proceso tanto de los diferentes temas sometidos a los consejos de ministros europeos como del desarrollo de la cooperaci¨®n pol¨ªtica. Despu¨¦s del consejo extraordinario de Bruselas, resuelto el cap¨ªtulo mayor de la reforma, pienso que se acelerar¨¢n ambos procesos.

En estos momentos sabemos ya que ciertos asuntos de importancia, como la negociaci¨®n de un nuevo acuerdo con los pa¨ªses de ?frica, Asia y Caribe, corresponden a la presidencia espa?ola; muchos otros temas sectoriales econ¨®micos y agr¨ªcolas de importancia van a recaer tambi¨¦n sobre nosotros.

Por lo que se refiere a nuestros efectivos en Latinoam¨¦rica, el n¨²mero de funcionarios diplom¨¢ticos destinados en aquella regi¨®n es de 58, en relaci¨®n con un total de 612 diplom¨¢ticos. Por tanto, no puede hablarse de concentraci¨®n en Latinoam¨¦rica.

Cambios de actitud

P. ?Pueden Regar ambos temas a ser complementarios? ?Significar¨¢ algo especial para Latinoam¨¦rica el hecho de que Espa?a asuma la presidencia de la CE?

R. Sin necesidad de asuniir la presidencia hemos logrado cambios importantes en la actitud eur¨®pea respecto a Latinoam¨¦rica. Es indudable que durante la presidencia espa?ola se manifestar¨¢ nuestra preocupaci¨®n latinoamericana, pero hay que ser conscientes del car¨¢cter neutral de estas presidencias, del antagonismo que, en muchos casos, presenta la pol¨ªtica agr¨ªcola comunitaria y de la dificultad de lograr la unanimidad de la Comunidad en cuestiones como, entre otras, el tratamiento Lom¨¦, el sistema de preferencias generalizadas, el Banco Europeo de Inversiones o la deuda exterior. En algunos aspectos, como puede ser en el sistema de preferencias generalizadas, podemos decir que hemos logrado ciertos avances.

Por otra parte, Espa?a se ha propuesto terminar con la falta casi total de relaciones de cooperaci¨®n entre la Comunidad y Am¨¦rica Latina. Es una cuesti¨®n que requiere tiempo y perseverancia, pero que va dando sus frutos.

P. ?Hasta qu¨¦ punto el papel que, directa o indirectamente, juega Espa?a en el proceso pacificador de Centroam¨¦rica v¨¦ase, por ejemplo, la visita de Daniel Ortega a Madrid- suscita reticencias en sectores pol¨ªticos norteamericanos?

R. A Espa?a ha venido recientemente no s¨®lo el presidente Daniel Ortega, sino los presidentes de El Salvador, Guatemala y Costa Rica, y llegar¨¢ muy pronto el de Honduras. Desde luego, tambi¨¦n han venido los ministros de Asuntos Exteriores de todos ellos. El presidente Gonz¨¢lez y el vicepresidente Guerra conocen perfectamente desde hace mucho la realidad centroamericana. Yo he visitado Nicaragua, Costa Rica y Guatemala.

Espa?a est¨¢ teniendo, indudablemente, un papel activo en la b¨²squeda de la paz en la regi¨®n, en una l¨ªnea muy parecida a la de los pa¨ªses de Contadora, die apoyo al plan de Esquipulas y, desde luego, coincidente con la Comunidad Europea. Sencillamente, para encontrar la paz nos ha parecido mejor el di¨¢logo que la confrontaci¨®n militar. En toda esta materia hay, por parte de ciertos sectores en Espa?a, una posici¨®n fan¨¢tica que consi ste en repetir mec¨¢nicamente las posiciones norteamericanas sin comprenderlas, porque responden a un contexto geogr¨¢fico y pol¨ªtico diferente y a una t¨¢ctica absolutamente distinta.

Espa?a no puede limitarse a copiar sin m¨¢s la pol¨ªtica de la Administraci¨®n norteamericana sobre Latinoam¨¦rica. Quienes se asombran de que el presidente Ortega haya venido a Madrid se hubieran asombrado mucho m¨¢s si no lo hubiera hecho en un viaje en el que, posteriormente, habl¨¦ con el Gobierno italiano, con el sueco, con el noruego y con el Papa Juan Pablo II. Espa?a no renunciar¨¢ nunca a su responsabifidad, buscando a la vez la de mocracia y la paz. Por otro lado espero que el presidente Gonz¨¢lez haga, como est¨¢ previsto, un viaje a la regi¨®n.

P. Ma?ana se celebra en Hamburgo la reuni¨®n de San Jos¨¦ IV, que permite el encuentro de los ministros de Exteriores de la CE con los de los principales pa¨ªses latinoamericanos. ?Ser¨¢ ¨¦ste el camino por el que Espa?a puede llegar a actuar como portavoz o representante de Latinoam¨¦rica ante la CE?

R. Creemos que esta reuni¨®n de Hamburgo se produce en un momento, interesante y delicado y quisi¨¦ramos que la Comunidad avanzara no s¨®lo en su inter¨¦s pol¨ªtico, sino en su ayuda econ¨®mica. Sin embargo, la Comunidad est¨¢ viviendo dificultades presupuestarias notorias y graves. El papel de Espa?a no es de portavoz ni de representante, sino de conciencia latinoamericana de Europa, de recordar esa nostalgia de Am¨¦rica que siempre han sentido los europeos m¨¢s nobles.

Espa?a nunca ha estado m¨¢s cerca de Latinoam¨¦rica que ahora, cuando estamos en la Comunidad Europea. Y, sobre todo, Europa est¨¢ m¨¢s cerca de Latinoam¨¦rica desde que Espa?a es miembro de los diferentes foros europeos. Era inevitable, porque, como escrib¨ªa alguna vez Margarita Yourcenar, el pasado es siempre mayoritario.

Diplomacia paralela

P. Cuando se habla de las relaciones con Latinoam¨¦rica, se piensa en la existencia de diplomacias paralelas o, al menos, en diversidad de intereses en el Gobierno espa?ol.

R. No conozco, ni en ¨¦sta ni en otras ¨¢reas, la existencia de diversos intereses dentro del Gobierno. Hay una pol¨ªtica exterior, responsabilidad del Gobierno, dirigida por su presidente y ejecutada por el Ministerio de Asuntos Exteriores. En lo que se refiere a Latinoam¨¦rica, el Ministerio act¨²a en el plano pol¨ªtico a trav¨¦s de la Direcci¨®n General de Iberoam¨¦rica, y en el plano de la cooperaci¨®n, a trav¨¦s de la Secretar¨ªa de Estado para la Cooperaci¨®n y para Iberoam¨¦rica.

P. Algunos sectores afirman que su llegada al Ministerio supuso un importante giro en la trayectoria del palacio de Santa Cruz. Se habla, incluso, de la existencia de un cierto malestar entre los diplom¨¢ticos de carrera.

R. Cualquier pol¨ªtica vale lo que valga la Administraci¨®n encargada de aplicarla. Es obvio que el mundo ha cambiado mucho, sobre todo para Espa?a, y que hab¨ªa que afrontar una reforma interna. Cuando llegu¨¦ al Ministerio comenc¨¦ presentando al Consejo de Ministros un decreto con la creaci¨®n de dos nuevas piezas b¨¢sicas: la Secretar¨ªa de Estado para la Cooperaci¨®n Intemacional y para Iberoam¨¦rica, y la Secretar¨ªa General de Pol¨ªtica Exterior. Despu¨¦s procedimos a la elaboraci¨®n de un Libro Blanco sobre el servicio exterior, que se present¨® al Gobierno, y comenz¨® la aplicaci¨®n de sus conclusiones.

Las reformas son de dos tipos: normativas y no normativas. Las reformas no normativas se han dirigido, sobre todo, a la mejora de la seguridad de las embajadas, de las comunicaciones y de la mecanizaci¨®n. Las normativas, a la regulaci¨®n de la unidad de la acci¨®n exterior y al acceso a la carrera diplom¨¢tica, no para hacerla m¨¢s f¨¢cil, como se ha dicho por alguien, sino para que los diplom¨¢ticos de ma?ana sean no s¨®lo m¨¢s j¨®venes, sino que est¨¦n m¨¢s preparados. Se ha establecido un procedimiento de selecci¨®n menos arcaico y m¨¢s eficaz para escoger los mejores; se ha abierto la carrera diplom¨¢tica a otros cuerpos de funcionarios, y se ha tratado de extender la base social de procedencia de los funcionarios. Al mismo tiempo, se ha elevado notablemente, a veces en porcentajes del 40% anual, la inversi¨®n del Ministerio.