La lengua catalana, patrimonio espa?ol
En algunas capas de la sociedad de Catalu?a hay personas que anidan el sentimiento de que el proceso de normalizaci¨®n de la lengua catalana est¨¢ desplazando al castellano. En este sentido, Alberto Astorga ha dirigido varias cartas a EL PA?S, desde Barcelona, expresando su inquietud: "La lengua espa?ola", escribe, "est¨¢ gravemente amenazada en Catalu?a, pronto en Valencia, Galicia, Baleares, Pa¨ªs Vasco, y qui¨¦n sabe si un d¨ªa en Asturias por el bable o en Navarra".En una de sus reflexiones, el lector discrepa del editorial de EL PA?S titulado Los premios al cine en catal¨¢n, del pasado d¨ªa 15 de febrero, que respaldaba los argumentos de una reciente sentencia del Supremo. "El Tribunal Supremo", dice Alberto Astorga, nos ha sorprendido con una sentencia que, en s¨ªntesis, viene a consagrar una desigualdad practicada por la Generalitat de Catalu?a, al premiar [en los galardones creados para fomentar el uso del catal¨¢n en el cine] solamente las pel¨ªculas catalanas que se realizan en lengua catalana, y no las pel¨ªculas catalanas que se realizan en lengua castellana". "El diario EL PA?S", a?ade, "nos sorprende con un editorial en que acepta esta discriminaci¨®n por el hecho de que se est¨¢n produciendo menos pel¨ªculas en catal¨¢n que en castellano y dicen que hay que tratar desigualmente lo que es desigual, y opina que un trato injusto no quiere decir hacer discriminaci¨®n e injusticia'. ?V¨¢yase por Dios! ?C¨®mo se puede entender eso? ( ... ) ?D¨®nde queda el principio jur¨ªdico y constitucional de la igualdad ante la ley?". "Sinceramente, pensamos que la suerte est¨¢ echada", dice este defensor del castellano.
El lector atribuye al editorial -tal vez por una lectura r¨¢pida del mismo- una frase textual inexistente. Lo que se?al¨® el editorialista es que la sentencia del Supremo intentaba dilucidar si en una coexistencia de dos lenguas oficiales -pues ¨¦sa es la situaci¨®n del castellano y el catal¨¢n en Catalu?a- es discriminatoria, por principio, cualquier medida que apoye tan s¨®lo a una de ellas. Igualmente se refer¨ªa EL PA?S a que la sentencia establece que, "dada la desigualdad en la situaci¨®n del castellano y el catal¨¢n en el cine que se produce en Catalu?a, una desigualdad puntual -como la que suponen esos premios institucionales- es razonable".
La cita de nuestro lector se refiere, al parecer, a otro argumento de la propia sentencia: "No cabe hablar", dec¨ªa el editorial, "de discriminaci¨®n -entendida como tratamiento desigual ante situaciones parangonables-, ya que si hay un mandato constitucional de fomentar la lengua catalana deben tomarse necesariamente medidas que la favorezcan, lo que siempre ha de suponer un tratamiento des?gual o desequilibrado que no tiene por qu¨¦ traducirse en el quebranto del derecho de igualdad. Lo subrayado pertenece textualmente al fallo del Supremo. Este razonamiento no es igual al gen¨¦rico un trato injusto no quiere decir hacer discriminaci¨®n e injusticia" que Alberto Astorga crey¨® leer.
Tambi¨¦n, en otro punto de la misma carta, el lector atribuye al editorial la afirmaci¨®n de que la normalizaci¨®n linga¨ªstica de Catalu?a "se est¨¢ llevando sin conflictos". Lo que en realidad se public¨® fue que el proceso "se caracteriza por una escasa conflictividad".
En otra de sus cartas'a EL PA?S, Alberto Astorga expresa sin ambig¨²edades formales cu¨¢l es su planteamiento de fondo: rechaza que en Catalu?a se considere al catal¨¢n como "la lengua propia", cooficial con el castellano, y considera que la .actual Constituci¨®n "se ha hecho b¨¢sicamente contra la lengua espa?ola, contra la cultura en lengua espa?ola, contra Castilla y su lengua y, en definitiva, contra la lengua, la cultura y la naci¨®n espa?ola".
En una sociedad delmocr¨¢tica, discrepar de las normas legales -aunque todos est¨¦n obligados a acatarlas- es indiscutiblemente l¨ªcito y debe contribuir a fortalecer el saludable principio de libertad de expresi¨®n consagrado consfitucionalmente. Alberto Astorga tiene, pues, derecho a manifestar su opini¨®n sobre las normas que protegen y respetan las distintas modalidades ling¨¹¨ªsticas de Espa?a. Sin embargo, su queja -que aqu¨ª queda recogida- se dirige m¨¢s al texto esencial del ordenamiento democr¨¢tico espa?ol que contra el planteamiento de EL PA?S.
Pese a que estas protestas de Alberto Astoiga escapan a las materias propias de la competencia del defensor de los lectores, sus cavilaciones invitan a recordar, concretamente, que el marco constitucional y estatutario establece que en Catalu?a hay dos lenguas oficiales, el catal¨¢n y el castellano. El art¨ªculo 3 de la Constituci¨®n, adem¨¢s, especifica que esta riqueza de lenguas es un patrimonio cultural de Espa?a "que ser¨¢ objeto de especial respeto y protecci¨®n", lo que obliga no s¨®lo al ,Gobierno catal¨¢n, sino tambi¨¦n al central, en cuanto patrimonio espa?ol.
Seg¨²n el ¨²ltimo censo, el 64% de los catalanes habla el catal¨¢n y un 92% lo comprende. ?Estos datos significan que el idioma catal¨¢n -el imperio del catal¨¢n fue anterior al de otra lengua peninsular- est¨¦ desalojando en Catalu?a, al cabo de los siglos, al idioma castellano, como teme el lector de Barcelona?
Trabajar para un pleno desarrollo de las dos lenguas cooficiales -con medidas compensatorias para el idioma que, por razones hist¨®ricas y pol¨ªticas, actualmente est¨¢ en una situaci¨®n de debilidad- es un mandato constitucional, y el objetivo de que la poblaci¨®n catalana tenga competencia en ambas lenguas supera el peligro de una divisi¨®n en dos comunidades ling¨¹¨ªsticas, lo que supondr¨ªa un empobrecimiento mutuo. All¨¢ en el a?o 1931., Jos¨¦ Ortega y Gasset, con motivo de las pol¨¦micas surgidas en las Cortes Constituyentes de la II Rep¨²blica, advert¨ªa que la Constituci¨®n no permit¨ªa "echar a re?ir, como si fuesen gallos, ambos idiomas".
Jos¨¦ Luis Aranguren manifestaba en 1981 que "los catalanes tienen el derecho de Vivir en esa lengua y no verse forzados a una situaci¨®n de disglosia que produce escisi¨®n de la personalidad. Lo cual no obsta a que, como segunda lengua, todo catal¨¢n, seg¨²n la Constituci¨®n, debe conocer el castellano y a que todo ciudadano de habla castellana en Catalu?a, en tanto que no haya aprendido todav¨ªa el catal¨¢n o cuando, por su edad, no sea ya capaz de aprenderlo, pueda expresarse en su propia lengua, incluso a todos los efectos legales".
Carlos Barral ha recordado que, mientras el catal¨¢n conoce el castellano, no se da el caso inverso, entre los castellanohablantes afincados en Catalu?a, de manera equiparable. "Todos los catalanohablantes, los que tienen el catal¨¢n por lengua materna y de empleo habitual, son biling¨²es, y los castellanos monogl¨®sicos, no".
Pedro La¨ªn Entralgo ha escrito art¨ªculos en los que denuncia el tr¨¢gico empobrecimiento que supondr¨ªa el olvido de una de las dos lenguas en Catalu?a por lo que suponen de riqueza cultural.
Gitanos
Hace m¨¢s de dos a?os, el ombudsman Ismael L¨®pez Mu?oz explicaba que, aunque la norma no est¨¦ recogida en el Libro de estilo, "existen reiteradas ¨®rdenes verbales y escritas de la direcci¨®n del peri¨®dico para que se evite cualquier identificaci¨®n racista en los protagonistas de las noticias, y expl¨ªcitamente en lo que se refiere a los gitanos".Desde Suiza, Hem¨¢n Rodr¨ªguez-Campoamor protesta porque en la ¨²ltima p¨¢gina de EL PA?S del pasado d¨ªa 10 se escribe raza gitana dos veces, y el d¨ªa 10, raza negra.
La redactora de los deslices entona sin reservas el mea culpa: "El se?or Hern¨¢n Rodr¨ªguez-Campoamor tiene raz¨®n al criticar la denominaci¨®n de raza gitana que hago al referirme a dos gitanos, el eurodiputado Juan de Dios Ram¨ªrez Heredia y una ni?a de Orihuela -en el perfil de Mon¨ªque Les Ventes y Gabriel CarrascalMi intenci¨®n no ha sido en absoluto menospreciar a este grupo ¨¦tnico ni a ning¨²n otro, que gozan de mi m¨¢s profundo respeto, ni mucho menos pensar, como dice en la carta Rodr¨ªguez-Campoamor, en cualquier mito racista hitleriano. Ha sido un error que lamento de veras".
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