?xito de Serrat en su despedida de Buenos Aires
Unas 25.000 personas, en su mayor¨ªa j¨®venes de poco m¨¢s de 20 a?os, asistieron entusiasmadas y celebraron casi ritualmente en la cancha de f¨²tbol de V¨¦lez Sarsfield de Buenos Aires la despedida del cantautor Joan Manuel Serrat, tras su temporada de actuaciones veraniegas en Argentina.
Todos los elementos se hab¨ªan conjugado para la ceremonia de despedida de Serrat. Hab¨ªa cesado la lluvia de un verano austral pasado por agua, el cielo estaba lleno de estrellas y no falt¨® ni siquiera una luna casi llena cuando a las diez en punto de la noche los reflectores se concentraron sobre Serrat, que sali¨® de la tribuna hacia el escenario y se puso a cantar Cada loco con su tema. Cuando dice que le gusta m¨¢s "un sioux que el S¨¦ptimo de Caballer¨ªa", la parroquia rompi¨® en ovaciones.La mayor¨ªa de los asistentes eran j¨®venes, una generaci¨®n por debajo -si se toma como barrera generacional los 15 a?os de diferencia- de los cuarentones que forman el n¨²cleo b¨¢sico de los hinchas de Serrat en Espa?a. Los precios de las entradas eran asequibles incluso para los bolsillos argentinos, depauperados por la crisis econ¨®mica.
Ver y o¨ªr a Serrat costaba 15 australes (300 pesetas), y el ¨ªdolo no defraud¨®. Cant¨® Serrat sin parar 28 canciones y permaneci¨® m¨¢s de dos horas en el escenario. Miles de gargantas coreaban "?El Nano no se va!" y le ped¨ªan m¨¢s propinas al grito de "Una m¨¢s y ya no jodemos m¨¢s".
Cuando Serrat tom¨® por primera vez la guitarra para decir aquello de "tu nombre me sabe a hierba", la comunidad empez¨® a corear el texto y a moverse con un suave balanceo. No hab¨ªa histeria, todo era suavidad, como los textos de las canciones. Nada que ver con la violencia de los recientes conciertos de estrellas del rock.
Antes de cantar Pare, padre en catal¨¢n, Serrat recit¨® el texto en espa?ol. El contenido ecopacifista conmovi¨® al p¨²blico, que pobl¨® de velas y mecheros encendidos las gradas y prorrumpi¨® en bravos cuando el cantante concluy¨® con lo de "son ellos los que est¨¢n matando la tierra".
Serrat act¨²a sobre el escenario sin estridencias ni el menor asomo de histrionismo, porque no lo necesita para comunicarse con su p¨²blico. Sabe dosificar perfectamente la mezcla de canciones intimistas con las de contenido m¨¢s social. La comuni¨®n con el p¨²blico es tan grande que incluso le segu¨ªan cuando cant¨® al derribado cine Roxy de Barcelona.
Los asistentes parec¨ªan entender hasta lo que quiere decir Serrat al hablar de que ante los restos del cine pusieron un cartel de la constructora (destructora en este caso) N¨²?ez y Navarro. Se encendieron de nuevo velas y mecheros cuando cant¨® Para la libertad.
Serrat explic¨® a este peri¨®dico que viene a Argentina desde 1969, y que estuvo ausente durante los siete a?os del proceso militar. Reapareci¨® cuando los militares daban las ¨²ltimas bocanadas, tras la guerra de las Malvinas, en 1983, en un recital memorable en el Luna Park, que fue "muy emocionante".
Piensa Serrat que el p¨²blico de Madrid es "uno de los mejores del mundo, que va a divertirse y se mete. El de aqu¨ª (Argentina) es m¨¢s c¨¢lido". Pero no se atreve a establecer comparaciones porque "ser¨ªa como comparar a dos t¨ªas buenas".
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