Del sentimiento c¨®mico de la vida
S¨®lo los racionales saben que tienen que morir. Acaso sea ¨¦sa la raz¨®n de que tambi¨¦n s¨®lo ellos sepan re¨ªr. Lo que nos distingue de los bichos sin alma y sin conciencia es el sentido del humor. De todo lo cual se colige que ser reidor es una de las pocas cosas serias que se puede ser en este mundo. Por eso los c¨®micos son gente tan seria, al tiempo que los serios son gente tan c¨®mica, mal que les pese.Les Luthiers son artistas muy serios: un notario, un compositor, un profesor universitario, un publicista y un doctor en qu¨ªmica. Todos ellos, excelentes m¨²sicos e instrumentistas, excelentes actores, notables argentinos y sublimes gansos ilustrados. Durante casi dos horas de espect¨¢culo consiguen que el teatro se convierta en un valle de l¨¢grimas de risa. Y al final, con los ojos enrojecidos y el alma desternillada, te dan ganas de ir corriendo a cont¨¢rselo a Erasmo, a Quevedo, a Villarroel, a G¨®mez de la Serna, a Cort¨¢zar y a todos los dem¨¢s allegados.
Les Luthiers
Vig¨¦simo aniversarioComponentes: Carlos L¨®pez Pueco, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos N¨²?ez Cort¨¦s, Daniel Rabinovich. Textos, m¨²sica, arreglos y direcci¨®n: Les Luthiers. Teatro Alcal¨¢ Palace. Madrid. Hasta el 20 de marzo.
Es una locura de humor, con una calidad literaria ejemplar, con un ritmo esc¨¦nico sin fisuras, con una coreograf¨ªa aparentemente sencilla y una percepci¨®n musical nada com¨²n en los espect¨¢culos de humor a los que estamos acostumbrados. Eso s¨ª, es obligaci¨®n del cr¨ªtico se?alar los defectos.
En este caso hay que advertir que los componentes de Les Luthiers pueden provocar disfunciones f¨ªsicas, tales como la necesidad irrefrenable de micci¨®n, el desencajamiento de las ternillas y otros desarreglos f¨ªsicos que a veces ocasionan situaciones salvajes en los ciudadanos sensibles.
Historias delirantes
Junto a instrumentos tradicionales como el piano, la guitarra o el fiscorno, utilizan tambi¨¦n magistralmente otros instrumentos extraparlamentarios construidos con latas, desg¨¹aces sanitarios y perculetas diversas. Y su espect¨¢culo est¨¢ elaborado en tomo a historias delirantes con personajes inolvidables: el general Eutanasio, dictador de Banania; una oveja m¨¢s surrealista que la ovejita Lucera; Warren S¨¢nchez, fundador de una conmovedora secta religiosa; Abelardo y Felisa, dos amantes antiguos y se?oriales; un vocalista hortera con beb¨¦. En los bises interpretaron el Bolero de los celos. Nunca un bolero fue capaz de infundir tanto dolor: un amante enloquecido tiene celos de la silla donde se sienta la amada, tiene celos del aire, de los fantasmas, de la nevera, "pero m¨¢s que nada, tengo celos de tu marido". Los esp¨ªritus de Mach¨ªn, Sep¨²lveda, Lucho y Nat King Cole, que andaban por all¨ª, se retorc¨ªan de risa camino de los ascos.En el concierto del jueves de Les Luthiers en su temporada madrile?a, la sala estaba tomada por personalidades. En uno de los temas, un luthier pregunta c¨¢ndidamente: "?Hay alguna teta en la sala?". Roc¨ªo Jurado, que se encontraba en las primeras filas, se ruboriz¨® patri¨®ticamente. El ministro Carlos Solchaga pugnaba por que sus carcajadas no fueran demasiado estent¨®reas. Miguel R¨ªos daba rienda suelta a sus impulsos. Buero Vallejo consegu¨ªa a duras penas mantener el tipo grequiano. Y el se?or Calvo Sotelo, don Leopoldo, siendo como es, dej¨® de ser esfinge.
Les Luthiers conmueven a las estatuas. Su espect¨¢culo hace perder el sentido, la memoria y otras cosas que no recuerdo. A la vista de todos estos detalles, surge una pregunta inquietante: ?no ser¨¢ que Les Luthiers son esp¨ªas a sueldo de potencias inexistentes?
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