Julio Anguita
Ya eres un madrile?o total, querido y admirado Julio Anguita, porque, como dice Jes¨²s de Polanco, "madrile?os somos todos los que vivimos en Madrid". Madrid, ciudad abierta Como madrile?o nuevo y venidero madriles te saludo, Julio Anguita, cordob¨¦s de ira y fijeza, con la mirada clara del ¨¢rabe espa?ol y la santa ira, prendida en llamas de barba, del cordob¨¦s despojado. En ti s¨ª creo, Julio Anguita.Tras tu elecci¨®n a contrapi¨¦ para el secretariado general del Partido Comunista, ya has dicho la primera cosa que manifiesta virginalmente al provinciano:
-Durante el reciente congreso comunista se produjeron 'intoxicaciones" a los informadores por parte de miembros del partido muy conocidos a nivel nacional.
Lo repite mucho Emilio Romero, querido y admirado Anguita:
-El pol¨ªtico profesional ha de desayunarse diariamente con un sapo.
A ti te han servido los primeros sapos, virginal e iracundo Anguita, y no te han sabido precisamente a ancas de rana. As¨ª es la pol¨ªtica en la izquierda y en la derecha, amore. Eso que los carlistas llamaban "la farsa del madrile?ismo". Y de esa farsa vive Espa?a.
-Personalmente me he sentido asqueado; pol¨ªticamente irritado.
?Y por qu¨¦ crees, entonces, que ha renunciado Gerard¨ªn? Porque ven¨ªa de la Asturias alta y pura, de desayunarse truchas de Pola de Laviana. Porque los sapos le produc¨ªan ya hiperclorhidria. Pero tienes que hacerlo por el partido, por tu partido, Julio Anguita, flor de clavel varonil. Luego te he visto, seguidista como soy de los pol¨ªticos, en las Cortes, en la tribuna del p¨²blico peatonal, siguiendo el let¨¢rgico debate entre un Felipe acuartelado de n¨²meros y un Su¨¢rez que en seguida saca los estandartes del pasado, el muy guapo. Otro sapo. No puedes ya con tantos sapos, Julio Anguita, y acabas de empezar. La pol¨ªtica, en Madrid, es as¨ª, amore, Julioamore, Anguita, t¨ªo. Y ¨¦sa es la pol¨ªtica que se difunde luego a toda Espa?a. Has cambiado tu califato cordob¨¦s por un plato de lentejas ali?adas con sapos, pero la democracia te necesita, t¨ªo, y ya ver¨¢s como el sapo, con el tiempo, te sabe a ancas de rana. Delicioso. En la literatura y el periodismo pasa lo mismo. Uno ya se ha acostumbrado. lleva toda una vida acostumbr¨¢ndose. Al cargo no se viene para comer en "La Dorada". Al cargo se viene para comer sapos dos salsas, Julio, comunista, Anguita.
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