Democracia
En un art¨ªculo no muy reciente me preguntaba por las posibilidades del ejercicio de la democracia en una sociedad informatizada. A dicho art¨ªculo sigui¨® un comentario cr¨ªtico de Fernando Savater y una serie de cartas que se hac¨ªan eco de la incipiente pol¨¦mica. No es mi intenci¨®n dar una respuesta pormenorizada ni a Fernando Savater ni a las cartas en cuesti¨®n. Invitar¨ªa a otros a que continuaran exponiendo p¨²blicamente lo que el tema parece exigir. S¨®lo precisar¨¦ algo de lo que dije y aprovechar¨¦ la ocasi¨®n para hacer m¨¢s expl¨ªcita mi idea de democracia.Me apresuro a decir, antes de nada, que la democracia no creo que sea una insoportable contradicci¨®n de la que haya que huir. Mientras haya hombres libres, habr¨¢ que pensar en organizar su libertad. Y si algo era evidente en mi exposici¨®n anterior es que en modo alguno renunciaba a considerar a los hombres agentes esencialmente libres. Y me apresuro a decir tambi¨¦n que no hay por mi parte regocijo alguno en el mal funcionamiento de la democracia,en sus defectos evitables o en sus posibles defectos inevitables. Mi cr¨ªtica a la democracia no a?oraba sacerdotes, _inquisidores o polic¨ªas. Intentaba, muy por el contrario, que se valorara y se estimara la democracia en s¨ª misma.
Me preguntaba si la democracia, y en funci¨®n del ritmo tecnol¨®gico actual, da aquello que dice dar. Mi respuesta era m¨¢s bien negativa. Porque no existen condiciones concretas para materializar sus limitados bienes. Independientemente de que haya m¨¢s listos o m¨¢s tontos para reconocerlo (los hab¨ªa igual en la dictadura). Independientemente de que casi todo el mundo se queje de ello (casi todo el mundo se quejaba en la dictadura). E independientemente de que muchos o pocos fueran capaces de mostrar c¨®mo se puede salir de una situaci¨®n semejante. Porque se puede saber y, sin embargo, no poder. De la misma manera que puedo conocer lo que va a ocurrir en el futuro y no ser capaz de evitarlo. No hab¨ªa, por tanto, contradicci¨®n alguna. Trataba, en fin, de se?alar, como lo han hecho tantos m¨¢s con una u otra intenci¨®n, que nuestras condiciones para el ejercicio m¨ªnimo democr¨¢tico disminuyen por la violencia de las ofertas y la debilidad creciente de los electores.
Pero es que la democracia, adem¨¢s, ha servido en este pa¨ªs como meta, como modelo y como instrumento. Como meta para aquellos que se han contentado con pasar de una dictadura a una formalidad democr¨¢tica. Como modelo para quienes la han exportado al ser ejemplo de tr¨¢nsito sin traumas -se dice- de la dictadura a la democracia. Y como instrumento de aquellos que han considerado prioritario establecer modos democr¨¢ticos por encima de cualquier ideolog¨ªa. Deteng¨¢monos en estos ¨²ltimos.
Se han o¨ªdo muchas voces a nuestro alrededor a favor de la democracia como una gran conquista te¨®rica y pr¨¢ctica. La democracia ser¨ªa un instrumento. La democracia, sin m¨¢s especificaciones, ser¨ªa lo importante, lo nuevo y hasta lo revolucionario. Lo que un partido tendr¨ªa que hacer como tarea hist¨®rica fundamental. Pero estas mismas voces raramente han abierto la boca para decir qu¨¦ es lo que esa democracia no puede dar.
En un r¨¦gimen de democracia formal es dificil (tan dificil que roza lo imposible) cambiar sustancialmente la estructura de poder. Es tan obvio, desde el punto de vista hist¨®rico, que negarlo sonar¨ªa a ficci¨®n. Independientemente, tambi¨¦n, que muchos de los que sostienen tales reparos sostengan igualmente la superioridad de la democracia en relaci¨®n a otros gobiernos posibles.
La democracia existente tiene, en cualquier caso, unos l¨ªmites bien precisos. Y la democracia liberal es la expresi¨®n de tales l¨ªmites. M¨¦rito de sus mejores te¨®ricos es haber reconocido que la libertad democr¨¢tica es pr¨¢cticamente incompatible con la justicia. Y ganas de hablar por ,hablar es afirmar, por la otra banda, que tal tipo de democracia es un paso hacia el socialismo. La socialdemocracia, por su parte, es presentar como virtud lo que no son sino los defectos de un sistema injusto y una justicia impuesta por la fuerza.
La democracia no est¨¢ dando lo que promete, y lo que promete no nos sacar¨¢ de la injusticia ni por milagro. ?No hay ninguna esperanza? Por mi parte creo que la democracia puede ser revolucionaria en un sentido que no es el de nuestros dem¨®cratas expertos en Mediterr¨¢neos. La democracia es revolucionaria si, con otra forma, rompe las limitaciones hoy d¨ªa existentes. Para algunos este cambio en la forma es un mero deseo o pura demagogia. Para otros es lo que diferencia a un resignado de un dem¨®crata radical; de un dem¨®crata que no descansa hasta que la libertad no se proclame tal si no es de cada uno.
No creo que una reivindicaci¨®n constante para la democracia d¨¦ todo lo que puede dar, lleve a un cambio en la forma. Pero s¨ª puede ayudar a que quede a la puerta. Sea como sea, conviene distinguir entre una y otra. Aunque esa distinci¨®n sea vieja, elemental y de cultura general. En tiempos de olvido forzado no estar¨¢ de m¨¢s recordarla.
Estando como estoy en una democracia formal y en un ¨¢rea de democracia liberal, lo que hago es pedir que ¨¦sta produzca todos sus frutos posibles y manifieste sus carencias. Si estuviera en un pa¨ªs socialista pedir¨ªa (y aqu¨ª ruego a los listos de turno que no me recuerden que eso no es posible) que dicho pa¨ªs fuera tan socialista que generara una sociedad tambi¨¦n libre. Ni m¨¢s ni menos.
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