La burocracia que encarcela
"Nunca supuse que la justicia fuera tan anticuada", declara el inocente que pas¨® 32 d¨ªas en prisi¨®n
Luis Eduardo Calvo Alda, un decorador de 35 a?os de edad que ha permanecido 32 d¨ªas en la prisi¨®n de Palma intentando demostrar su inocencia, afirma haberse sentido como esos pobres personajes cinematogr¨¢ficos a los que se electrocuta por un delito nunca cometido, mientras una amplia organizaci¨®n sigue actuando con total impunidad. "Nunca llegu¨¦ a suponer que la justicia estuviera tan anticuada", declara a las pocas horas de su puesta en libertad.
Luis Eduardo es un hombre de baja estatura, cuya delgadez resalta sus gestos nerviosos e indecisos. "Es que todav¨ªa estoy en una nebulosa", afirma apenas 24 horas despu¨¦s de haber salido en libertad.Calvo Alda permaneci¨® un mes y dos d¨ªas en la c¨¢rcel sin que ni ¨¦l ni su ahogado consiguieran agilizar una comprobaci¨®n de huellas dactilares para determinar si correspond¨ªan con las de otro individuo sobre el que obraba una orden de busca y captura por tr¨¢fico de drogas y con quien hab¨ªa sido confundido. Esta demora se debi¨® a la burocracia de la justicia y a la apat¨ªa de algunos funcionarios.[Un hombre de raza gitana pas¨® una "larga temporada" en la c¨¢rcel de Palma por un problema similar al padecido por Calvo Alda, seg¨²n inform¨® ayer a Efe el director del centro penitenciario, Joaqu¨ªn Mejuto.]
Calvo Alda estudi¨® ayer con su abogado, Miguel III, la posibilidad de presentar una demanda de indemnizaci¨®n contra el Estado. Sin embargo, no parece partidario de hacerlo, "porque ser¨ªa el contribuyente quien pagar¨ªa los fallos de la Administraci¨®n".
"Lo peor de mi situaci¨®n en la c¨¢rcel fue sentirse impotente para demostrar la inocencia", afirma. "Desde un principio estuve convencido de que mi inocencia ser¨ªa finalmente demostrada, pero poco a poco me fui derrumbando al comprobar que las tramitaciones iban muy lentas y que no avanzaban en absoluto. Llegu¨¦ a pensar que alguien pudiera estar rompiendo todas las pruebas de mi inocencia".
Su amarga experiencia se inici¨® la noche del 5 de febrero cuando se dirig¨ªa a su domicilio en compa?¨ªa de unos amigos, uno de los cuales hab¨ªa comprado una c¨¢mara fotogr¨¢fica. "Cuando regres¨¢bamos con el coche se dispar¨® el flash de la m¨¢quina fotogr¨¢fica y eso debi¨® llamar la,atenci¨®n de unos polic¨ªas que estaban en aquella zona. Nos pidieron la documentaci¨®n y as¨ª empez¨® la historia".
A Calvo Alda le pareci¨® incre¨ªble que un polic¨ªa le comunicara que pesaba una orden de busca y captura contra ¨¦l, ordenada por la Audiencia Provincial de C¨¢diz. En la Jefatura Superior de Polic¨ªa permaneci¨® detenido durante cuatro d¨ªas y pr¨¢cticamente incomunicado.
La polic¨ªa le comunic¨® que ir¨ªa directamente a prisi¨®n, pero Calvo Alda pens¨®, no sin cierto divertimento al principio, que el malentendido tendr¨ªa que resolverse en pocas horas y podr¨ªa ser incluso motivo de comentario jocoso entre los amigos una vez concluido. Sin embargo, su paso por el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 4 de Palma y su posterior ingreso en prisi¨®n ya le hicieron ver que esas "pocas horas" se convertir¨ªan en d¨ªas. Nadie hac¨ªa caso de sus alegaciones de inocencia.
Huelga de hambre
La desesperaci¨®n se apoder¨® de ¨¦l transcurrida la primera semana desde el ingreso en prisi¨®n, y empez¨® a considerar la posibilidad de una huelga de hambre, como le hab¨ªa recomendado otro interno. "Tramitar una simple carta con mis alegaciones de inocencia me supuso una semana, porque al director del centro le pareci¨® que no estaba bien redactada y que, en lugar de una carta, ten¨ªa que elevar una instancia". El mazazo definitivo lleg¨® unos d¨ªas despu¨¦s. El jefe de servicio del centro penitenciario le comunic¨® que ser¨ªa trasladado a Algeciras, pasando por distintos centros penitenciarios. "Ese d¨ªa perd¨ª el norte", afirma.
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