Trampas l¨ªcitas
Grita libertad es una de esas pel¨ªculas que encuentra muchas, y justificadas, resistencias por el p¨²blico cin¨¦filo; pero que, en cambio, despierta mucho, y tambi¨¦n igualmente justificado, entusiasmo entre los consumidores de cine no especializados, o que no alardean de tales.Estas contradicciones son frecuentes ante las superproducciones; cuando, en lugar de abordar asuntos fant¨¢sticos, de pura y simple distracci¨®n, se zambullen, con todo tipo de protecciones, en historias vivas, de fondo espinoso, conflictivo y que, por ello, requieren cierto grado de compromiso ¨¦tico de los autores del filme con la trastienda hist¨®rica de lo que cuentan.
Grita libertad, como la mayor parte de las pel¨ªculas de alto presupuesto, no va a pasar a la historia del cine. Son, por lo general, obras calculadas para alcanzar un consumo masivo, f¨¢cil e inmediato, lo que obliga a sus autores a enfocarlas desde criterios seguros de comercialidad; por lo que, en funci¨®n de ellos, sacrifican una parte de la verdad en beneficio de la espectacularidad.
Grita libertad
Direcci¨®n: Richard Attenborough. Gui¨®n: John Briley, basado en los libros Biko y Asking of trouble, de Donald Woods. Fotograf¨ªa: Ronnie Taylor. M¨²sica: George Penton y Jonas Gwangwa. Producci¨®n: Attenborough y Terence Clegg para Universal City Studios. Reino Unido y Estados Unidos, 1986. Int¨¦rpretes: Kevin Kline, Denzel Washington, Penelope Wilton.Estreno en Madrid: cines Conde Duque, Imperial, La Vaguada y (en versi¨®n original subtitulada) El Espa?oleto.
El buen gusto del director y el guionista se ponen entonces a prueba en una delicada balanza: el sacrificio de la veracidad en aras del entretenimiento no debe sobrepasar ciertos l¨ªmites, un tanto imprecisos. Si va m¨¢s all¨¢ de estos l¨ªmites, el filme se les degrada en las manos; pero si se queda en el lado de ac¨¢, logrando mantener el equilibrio entre: la verdad y la fabulaci¨®n, el filme funciona en sentido literal: cumple una funci¨®n.
G¨¦neros
?ste es, a nuestro juicio, el caso de Grita libertad. Es una pel¨ªcula llena de trampas, y esto en un sentido bien preciso: emplea a destajo convenciones gen¨¦ricas -dise?o argumental en forma de aventura; incrustaciones de secuencias de persecuci¨®n propias de western, dilaciones de la acci¨®n con objeto de mantener en suspenso el ¨¢nimo del espectador; secuencias procesales de puro estilo indagatorio; escenas de corte negro o thriller, secuencias que siguen un modelo epico prefabricado; y todo ello envuelto en el papel de celof¨¢n del m¨¢s ortodoxo melodrama, conseguido a punta de l¨¢grima- para atrapar con ellas la complicidad del p¨²blico y llevarle a donde los autores del filme desean.Y es ah¨ª, en el cumplimiento de este deseo, donde el filme se ennoblece con un objetivo did¨¢ctico bien conseguido: dar a su destinario, mediante aquellas, antes referidas, convenciones gen¨¦ricas y su envoltura melodram¨¢tica, una buena dosis de verdad -por supuesto no toda, sino s¨®lo la digerible por mentalidades conservadoras- acerca de la tragedia del pueblo surafricano. Este filme, no hay que olvidarlo, est¨¢ destinado sobre todo al consumo del p¨²blico norteamericano, que padece una desoladora ignorancia de todo aquello que no sea su propio ombligo.
Pues bien, Attenborough y su escrupuloso guionista Briley -que hizo 11 redacciones del gui¨®n, hasta que a ¨¦ste no le qued¨® un solo cabo suelto- sit¨²an el drama surafricano en el centro de este ombligo. De ah¨ª que sus trampas resulten l¨ªcitas: el fin ennoblece al medio y la parte discutible de ¨¦ste adquiere una solidez que de otro modo no tendr¨ªa.
El filme, gracias al oficio que Attenborough ha adquirido en sus balbuceos anteriores, logra equilibrar con pericia el entretenimiento con el didactismo; y este equilibrio alcanza momentos de pura raza de buen melodrama, como la escena de la despedida de la familia Woods a la criada negra, entre otras. Y a esto contribuyen los actores, todos bien elegidos, y uno de ellos, Denzel Washington, en su papel de Biko, el l¨ªder bant¨² asesinado por la polic¨ªa surafricana, mejor que bien.
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