La confesi¨®n de McFarlane, preludio del procesamiento de m¨¢s asesores de Reagan
El Irangate, casi olvidado por la opini¨®n p¨²blica, ha vuelto a resucitar tras la confesi¨®n de culpabilidad de uno de sus protagonistas, el ex consejero de Seguridad Nacional Robert McFarlane, lo que presagia el inminente procesamiento de la banda de patriotas encabezada por 0liver North. McFarlane admiti¨® el viernes pasado, voluntariamente, cuatro delitos menores de mentir y ocultar informaci¨®n al Congreso sobre la ayuda militar a la contra, cuando el Parlamento la hab¨ªa prohibido. Pero pol¨ªticamente el esc¨¢ndalo est¨¢ desactivado.
El Irangate no ha sido ni mucho menos suficiente, como esperaban los dem¨®cratas, para acabar con la presidencia de Reagan e impedir que los republicanos retengan la Casa Blanca en las elecciones de noviembre. Nadie cree que la conclusi¨®n de la investigaci¨®n del fiscal Lawrence Walsh altere este hecho. El vicepresidente, George Bush, seguro candidato republicano a la presidencia, ha conseguido evitar las salpicaduras del esc¨¢ndalo que su principal rival, Robert Dole, est¨¢ tratando de utilizar en su contra en una acci¨®n desesperada para salvar su candidatura.Y esto a pesar de que el Congreso, en la sentencia pol¨ªtica final que emiti¨® el pasado 18 de noviembre, dijo que Ronald Reagan tiene la "responsabilidad ¨²ltima" de lo sucedido y viol¨® su obligaci¨®n constitucional de hacer que se cumplan las leyes, permitiendo que una "camarilla de fan¨¢ticos" interfiriera en el proceso democr¨¢tico mediante una pol¨ªtica exterior secreta.
Pero los comit¨¦s de investigaci¨®n del Congreso no lograron demostrar que el presidente supiera que los fondos obtenidos con la venta de armas a Ir¨¢n se desviaban a la contra.
McFarlane, un peripat¨¦tico coronel de la infanter¨ªa de marina que intent¨® suicidarse a causa de la humillaci¨®n sufrida por su jefe, Ronald Reagan, por su culpa, ha pactado con la justicia para evitar un procesamiento por delitos m¨¢s graves que estaba a punto de dictar el juez especial, Lawrence Walsh. Es el primer alto cargo de la Administraci¨®n que admite su responsabilidad criminal en el mayor esc¨¢ndalo de pol¨ªtica exterior de esta presidencia.
Ocultaci¨®n deliberada
McFarlane podr¨ªa ser te¨®ricamente condenado a un m¨¢ximo de cuatro a?os de c¨¢rcel y 400.000 d¨®lares (unos 46 millones de pesetas) de multa, un castigo mucho menor del que habr¨ªa sufrido si Walsh le hubiera procesado por perjurio y obstrucci¨®n de la justicia. Debido a su inestabilidad psicol¨®gica y a su colaboraci¨®n con la justicia continuar¨¢ en libertad y se posterga su sentencia.
McFarlane admiti¨® tres cargos de haber ocultado deliberadamente informaci¨®n al Congreso sobre la operaci¨®n secreta de suministro a los rebeldes nicarag¨¹enses y un cuarto cargo de haber realizado una declaraci¨®n falsa ante el comit¨¦ de Relaciones Exteriores de la C¨¢mara de Representantes al afirmar, en diciembre de 1986, que desconoc¨ªa que un tercer pa¨ªs, Arabia Saud¨ª, hab¨ªa dado dinero para la contra. "Actu¨¦ en inter¨¦s de la pol¨ªtica exterior de EE UU", dijo un taciturno McFarlane.
McFarlane, un hombre del c¨ªrculo ¨ªntimo del presidente, que vol¨® disfrazado a Teher¨¢n con un pastel de chocolate, una Biblia y un rev¨®lver Colt para el ayatola Jomeini, encubri¨® las actividades ilegales del coronel North y del Consejo de Seguridad Nacional, que ahora confiesa que estaban directamente implicados en la ayuda a la contra a espaldas del Congreso.
McFarlane se convierte, gracias a este pacto con la justicia, en el principal testigo de la acusaci¨®n contra la red de funcionarios de la Casa Blanca, de la Agencia Central de inteligencia (CIA) e intermediarios privados que, durante meses, llevaron a cabo una pol¨ªtica exterior paralela.
El testimonio de McFarlane es importante, pero no constituye la bomba que har¨ªa posible resolver la gran inc¨®gnita: ?C¨®mo es posible que Reagan no supiera lo que hac¨ªan sus subordinados?
Oliver North, el ciudadano norteamericano m¨¢s famoso durante dos semanas el pasado verano y ahora olvidado, afirm¨® ayer que ¨¦l no se siente culpable. Walsh, un juez ¨ªntegro de 75 a?os, lleva 15 meses, ayudado por 23 abogados y 35 agentes del FBI, preparando la sentencia del Irangate contra los principales fontaneros del esc¨¢ndalo de venta de armas al Ir¨¢n de Jomeini y desv¨ªo de fondos a la contra nicarag¨¹ense.
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