Hugo S¨¢nchez hab¨ªa visto 'Robocop'
Para romper el tedio de la concentraci¨®n, los jugadores del Madrid decidieron ir al cine. Escudri?aron en la cartelera y, alguien -?por qu¨¦ no Hugo S¨¢nchez?- eligi¨® ir a ver Robocop, una pel¨ªcula cuyo protagonista es un polic¨ªa mitad hombre, mitad robot y que, desde luego, no tiene nada de romanticismo. Cuando salieron del cine, el mensaje hab¨ªa calado. En el campo, ante el Bayern, hab¨ªa que ser como robocop. La historia entre ambos clubes est¨¢ cargada de tensiones, codazos y hasta patadas en la boca. A estas alturas, en un Bayern-Madrid ser¨ªa suicida salir con un ramo de flores.Pero ya en el c¨¦sped, Hugo S¨¢nchez se apropi¨® totalmente del papel de malo de la pel¨ªcula, y sus compa?eros se dedicaron a jugar al f¨²tbol. En la primera parte, las escaramuzas se redujeron a un reparto de codazos con Pfaff. Pero en la segunda, Hugo S¨¢nchez logr¨®, ¨¦l solo, poner nervioso a todo el equipo b¨¢varo.
Pfaff y Hugo no son precisamente dos ingenuos rom¨¢nticos del f¨²tbol. Ambos conciben el f¨²tbol como una batalla. Tu me das una patada, yo te devuelvo otra m¨¢s dolorosa. De pronto qued¨® suelto un bal¨®n largo. Pfaff fue hacia ¨¦l con las dos piernas por delante. No hab¨ªa bondad en su salida. Hugo le encar¨® sin pesta?ear, salt¨® un poco y dej¨® la bota lo suficientemente baja como para golpear en la cadera del portero. No hab¨ªa piedad en su salto. Pfaff se retorci¨® de dolor en el suelo. Con un saltito m¨¢s corto de lo que hubiera sido caballeroso, Hugo hab¨ªa logrado lo que no consigui¨® ni toda la artiller¨ªa pesada de los Ubrasur, desestabilizar al Bayern.
A partir de ese momento, el Bayern perdi¨® los papeles. Y, como Hugo hab¨ªa actuado con picard¨ªa, el ¨¢rbitro se ali¨® con el Madrid. Faltaban 22 minutos para el final, y Hugo se convirti¨® en el objetivo prioritario de los alemanes, casi por delante de la victoria. Defensa que se acercaba a Hugo, pierna que tropezaba con el mexicano. Hasta tres veces tuvo que salir el masajista para echarle un poco de agua. Hugo S¨¢nchez actuaba como un kamikaze suicida, y los alemanes no se dieron cuenta de que hab¨ªan ca¨ªdo en la trampa hasta que llegaron al vestuario. Pfaff quer¨ªa pegarle y no sab¨ªa c¨®mo. Los defensas quer¨ªan enviarle al hospital, pero no acertaban en sus entradas. Y, mientras, dejaban pasar los 20 ¨²ltimos minutos de su vida europea en los que el Madrid no pasaba agobios.
Hugo S¨¢nchez, un jugador con fama de individualista en un colectivo de amigos como el madridista, hab¨ªa concentrado sobre s¨ª todo lo que quedaba de energ¨ªa en los alemanes. La trampa funcion¨®.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.