El viaje centroamericano

LA DECISI?N del presidente Reagan de enviar tropas de Estados Unidos a Honduras, pa¨ªs v¨ªctima -seg¨²n la versi¨®n oficial norteamericana- de una "invasi¨®n" por parte de Nicaragua, ha cambiado bruscamente la situaci¨®n en Centroam¨¦rica, poniendo en peligro el proceso de pacificaci¨®n que se ven¨ªa desarrollando desde el verano pasado, gracias al plan de ?scar Arias, plasmado luego en los acuerdos de Esquipulas 2. Los pasos dados en aplicaci¨®n de dichos acuerdos han sido importantes. En el marco de las negociaciones directas entre el Gobierno sandinista y la contra, est¨¢ fijada la fecha de un nuevo encuentro. En Honduras siguen existiendo -en violaci¨®n de los acuerdos de Esquipulas- bases de la contra, desde las que ¨¦sta desarrolla sus operaciones dentro de Nicaragua. En esas condiciones, mientras no haya un alto el fuego, es inevitable que en la frontera de Honduras y Nicaragua se produzcan choques armados y eventuales incursiones. Lo sucedido en los ¨²ltimos d¨ªas se debe sin duda a que los sandinistas han intensificado sus ataques a la contra

La forma en que la Casa Blanca ha dado a conocer el env¨ªo de tropas indica netamente que se trata de una decisi¨®n unilateral de Reagan, y no de una respuesta a una situaci¨®n nueva surgida en Honduras. Algunos c¨ªrculos del Congreso de EE UU atribuyen tal decisi¨®n a causas de pol¨ªtica interna, como la de presionar al Congreso para que modifique su negativa a votar ayudas militares para la contra. Pero no cabe duda de que hay, adem¨¢s, razones que desbordan el marco de la pol¨ªtica interior.

En la nota oficial de la Casa Blanca se dice que el env¨ªo de las tropas es "una se?al a los Gobiernos y pueblos de Centroam¨¦rica de la seriedad con que EE UU sigue la situaci¨®n actual". En realidad, Reagan quiere frenar una evoluci¨®n e imponer otra. La decisi¨®n confirma que, para EE UU, Centroam¨¦rica es un "patio interior" y que considera l¨®gico actuar en ¨¦l de modo unilateral. Enviando ahora las tropas, Reagan contin¨²a una l¨ªnea constante de sabotaje a los esfuerzos centroamericanos por poner en marcha una soluci¨®n regional encaminada hacia la paz, la reconciliaci¨®n y la democracia.

Lo que Esquipulas ped¨ªa a EE UU es que dejase de intervenir, que permitiese a Honduras cumplir el compromiso de Esquipulas y suprimir las bases de la contra, creando as¨ª condiciones m¨¢s favorables para un proceso en el curso del cual Nicaragua ha dado pasos serios.

En ese marco se sit¨²an los esfuerzos centroamericanos por obtener el m¨¢ximo apoyo de Europa al proceso pacificador. La diplomacia espa?ola ha desplegado una actividad inteligente para impulsar ese respaldo, reiterado en Hamburgo en la reuni¨®n de cancilleres de la CE y Centroam¨¦rica. Esta actitud no despierta simpat¨ªa en Washington, pero responde a una vocaci¨®n europea profunda de contribuir a la paz y al progreso de la democracia.

En estas circunstancias, el anunciado viaje del presidente del Gobierno espa?ol a Centroam¨¦rica, previsto para Semana Santa, se ha presentado con la ambig¨¹edad suficiente como para que a estas alturas se ignore si es algo m¨¢s que un viaje de placer. En un principio se plante¨® como tal y luego se ha querido rect¨ªficar esa intenci¨®n. La propia duda sobre el car¨¢cter del viaje refleja la inconsistencia de la pol¨ªtica exterior espa?ola respecto de esa regi¨®n, en un momento en el que lo que se precisan all¨ª son posturas claras y terminantes, y no excursiones placenteras.