Don Marcelo
Parece que a don Marcelo Gonz¨¢lez, cardenal primado de la cosa, le preocupa mayormente la laicizaci¨®n de la sociedad espa?ola, t¨¦rmino que ¨¦l mismo traduce como alejamiento e indiferencia de los espa?oles respecto del hecho cat¨®lico. Lo ha dicho el otro d¨ªa al ingresar como miembro de honor en la Real Academia de: Doctores. Y es que mi paisano don Marcelo, como buen te¨®logo, debe de saber que ahora es cuando se enfrenta -la Iglesia- nada menos que al demonio, al demonio en su mejor versi¨®n: demonio o demon¨ªaco es el que se olvida de Dios. La m¨¢s aguda, y l¨ªrica al mismo tiempo, visi¨®n del infierno, es un infierno fr¨ªo, ¨¢lgido, lejos de la estampa ingenua de las llamas y los diablos colorados. Pero la Iglesia / Don Marcelo, como en un Chicago celestial, nos protege de s¨ª misma.Trasanta?o, la Iglesia, en Espa?a, era fuerte, virgen, m¨¢rtir, perdurable: lo clerical era todo eso porque hab¨ªa un anticlericalismo secular entre nosotros y hasta una Historia de los heterodoxos espa?oles y un don Marcelino (Men¨¦ndez y Pelayo) que salt¨® directamente de Trento a los billetes de 500, sin pasar por el purgatorio del olvido (en que est¨¢ hoy). El clericalismo espa?ol, en fin, viv¨ªa de los anticlericales. Pero ya no hay de eso, sino un fr¨ªo olvido general, una tranquila indiferencia c¨ªvica, y esto, don Marcelo, como buen te¨®logo, ya digo, comprende que es el demonio, ese demonio en el que ni la propia Iglesia acaba de creer. Pero el demonio existe y no es otra cosa que el olvido. El olvido de lo que nunca se ha recordado realmente, porque no es verdad. Aparte que los madriles no somos zombies ?a los que se deba evangelizar.
Don Marcelo, desde Toledo, tiende su sombra morada sobre Madrid. Ya no pueden quejarse los cardenales primados de quema de conventos, barrocos en llamas, retablos fusilados ni santos arrastrados. Todo ese traba o se lo tomaba la fe. El agnosticismo, el laicismo, el ate¨ªsmo son "la dulce almohada para una cabeza bien hecha" (Montaigne). Nadie se toma ya ning¨²n trabajo contra el nacionalcatolicismo, y esto es lo que tiene en un grito a don Marcelo. Mire usted, don Marcelo, doblemente paisano (en Castilla la Vieja y Castilla la Nueva), la novia te quiere o no te quiere (y uno sabe de novias). Es in¨²til forzar el amor mediante piropos o discursos de ingreso en la Real Academia de Doctores. Ustedes, los cardenales, primados o no, llevan siglos acu?ando la imagen del Diablo ("el pr¨ªncipe de este siglo", Souvir¨®n), como Frankenstein troquel¨® su monstruo, y ahora se encuentran, espantados, con que el Diablo es verdad: el diablo es la actual indiferencia espa?ola ante el diablo. Aunque hoy se llame SIDA.
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