La 'muerte' de un catedr¨¢tico
Los profesores consideran un grave perjuicio para la Universidad la jubilaci¨®n forzosa a los 65 a?os
"Mi vida no va a cambiar demasiado. Tendr¨¦ m¨¢s tiempo para trabajar en temas que ten¨ªa dispersos. Pero no puedo dejar de sentir cierta melancol¨ªa por terminar mi carrera docente antes de lo previsto". Fernando L¨¢zaro Carreter, con 64 a?os, se encuentra al borde de la jubilaci¨®n como catedr¨¢tico de Gram¨¢tica General. L¨¢zaro, miembro de la Real Academia Espa?ola, es uno m¨¢s en la lista de nombres ilustres de la Universidad afectados por la ley de Reforma de la Funci¨®n P¨²blica de 1984, que fija la jubilaci¨®n para los funcionarios en los 65 a?os.
Desde que en enero de 1987 comenz¨® a aplicarse con total rigor la ley de jubilaci¨®n forzosa son muchas las voces en contra que se han levantado en la Universidad espa?ola. La Administraci¨®n la considera inevitable, en tanto en cuanto ha de ser coherente con la aplicada a todos los funcionarios.El tema levanta ampollas en los campus, hasta el punto que muchos profesores prefieren opinar de forma an¨®nima ante la excesiva politizaci¨®n que ha adquirido. Hay quienes se expresan con toda claridad. L¨¢zaro Carreter, por ejemplo, un veterano con 40 a?os de docencia a las espaldas en universidades como la de Salamanca, la Aut¨®noma de Madrid y ¨²ltimamente en la Complutense, afirma: "La medida no es justa, y la Universidad puede quedar muy da?ada, ya que se produce un hiato de experiencia, de relaciones y contactos que, de momento no se puede cubrir por la juventud de quienes nos suceden en la docencia".
Pese a ello, L¨¢zaro, un hombre que desarrolla gran actividad fuera de las aulas, reflexiona sobre su porvenir de jubilado y a?ade: "Casi empiezo a sentirme ilusionado con mi nueva situaci¨®n, aunque me va a faltar el contraste de mis ideas con los alumnos y el contacto con la juventud, que es lo que nos rejuvenece".
Alumno de sus alumnos
Tambi¨¦n se lamenta el catedr¨¢tico de Qu¨ªmica F¨ªsica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, Jos¨¦ Ignacio Fern¨¢ndez Alonso, aunque desde un ¨¢ngulo nada cr¨ªtico: "Creo que es una ley de vida que hay que aceptar. Como profesor em¨¦rito, yo sigo vinculado a mi departamento a trav¨¦s de los cursos de doctorado, pero ahora son mis antiguos colaboradores los que toman las decisiones"."Es natural. Yo recuerdo a este respecto una frase de La¨ªn, que dec¨ªa: 'Mal maestro es aquel que, llegada una ¨¦poca de su vida, no es alumno, de sus alumnos". Fern¨¢ndez Alonso es un caso especial. Jubilado en 1985 a los 68 a?os (en la etapa de aplicaci¨®n gradual de la ley), fue norabrado, profesor em¨¦rito, lo que le permite, como ¨¦l dice "seguir unido por un cord¨®n umbilical a la Universidad".
"La ley es correcta, porque a trav¨¦s de la figura del em¨¦rito permitc, retener a aquellos profesores cuya permanencia merezca la pena", asegura Javier Fern¨¢ndez Vallina, subdirector general de Centros y Profesorado del Ministerio de Educaci¨®n. Vallina se defiende de las acusaciones recibidas desde sectores conservadores, en particular cuando se produjo la jubilaci¨®n, en noviembre pasado, de Manuel Fraga ("olvidan que llevaba casi 10 a?os fuera de la Universidad", dice) o en otros muchos casos concretos.
"El hecho de que los profesores universitarios sean funcionarios nos condiciona completamente", a?ade, "pero en todos los pa¨ªses europeos y desde todos los sindicatos se lucha por adelantar la edad de jubilaci¨®n". Pese a los aumentos registrados en 1982, el salario de retiro para catedr¨¢ticos y profesores titulares oscila entre las 120.000 y las 156.000 pesetas.
"Vergonzante"
La condici¨®n de em¨¦rito (que implica un suplemento econ¨®mico a ese retiro) es posible que sea requerida tambi¨¦n por razones monetarias, aunque con frecuencia los profesores que reciben este t¨ªtulo son personajes de relieve social con ingresos salariales extras por otros conceptos.Tambi¨¦n hay muchos profesores ilustres que no han querido ser reconocidos como tales. Por ejemplo, el propio L¨¢zaro Carreter, que lo considera "humillante". "Es una forma vergonzante de ser catedr¨¢tico sin serlo, que yo, desde luego, no piendo solicitar", dice. "El profesor em¨¦rito queda sin despacho, no tiene ni siquiera lugar para recibir a sus alumnos".
No opina as¨ª un em¨¦rito todav¨ªa puriempleado, como Jos¨¦ Luis Pinillos, jubilado de la Complutense y actualmente presidente de la comisi¨®n cultural del Colegio Libre de Em¨¦ritos, una instituci¨®n fundada en noviembre de 1986 por personalidades docentes y empresarios con el objetivo de mantener la continuidad de los apoyos a la investigaci¨®n. Seg¨²n Pinillos, que asegura que no se ha dado cuenta de estar jubilado porque no tiene tiempo para pensarlo, el Colegio de Em¨¦ritos no quiere ser "un gueto de viejos", sino un instrumento para que no se rompa el contacto de estos intelectuales con los j¨®venes.
Personalidades como Rafael Lapesa -que sigue realizando tareas de investigaci¨®n-, Pedro La¨ªn Entralgo, Juli¨¢n Mar¨ªas o Severo Ochoa pertenecen a esta instituci¨®n. Otros profesores em¨¦ritos, como el ex rector de la Complutense Amador Sch¨¹ller, siguen realizando una vida similar a la que llevaban antes de la jubilaci¨®n. Sch¨¹ller acude diariamente al hospital Cl¨ªnico o a la facultad de Medicina, a cuyo Departamento de Medicina Interna sigue vinculado y donde da clase en los cursos de doctorado.
Se lamenta, como la mayor¨ªa de sus compa?eros, de la "descapitalizaci¨®n" que supone para la Universidad desprenderse de profesores de prestigio cuando alcanzan los 65 a?os. "Si ser¨¢ absurda la ley", a?ade Sch¨¹ller, "que nos habr¨ªa jubilado a Mara?¨®n, Jim¨¦nez D¨ªaz o Ram¨®n y Cajal".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.